ORIFICIO
La vieja historia
(20170520)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Fenecía la tarde y la aurora
estaba lejana, pues la Luna naciente poco a poco se erguía triunfante ante el Sol,
que huidizo se ocultaba en el horizonte luego de haber reinado durante todo el
día con su quemante luz y calor abrasante de fin de un caluroso verano, e
inicio de la época de lluvia…
Algunas nubes dispersas, al
notar el espectáculo de muerte del día y nacimiento de la noche, se reúnen para
ocultar el bochorno que siente el enorme Sol ante la pequeña Luna naciente en
el horizonte mismo, y chocan entre ellas para derramar algunas gotas de lluvia
que hagan que los animales de la Tierra busquen refugio y no vean el ocaso
completo.
Aquel espectáculo de muerte y
nacimiento, que ha sido repetido durante miles de años, ha logrado que los
animales lo vean como algo que siempre pasa, y marca para unos el final de la
faena, mientras que para otros, el inicio de una nueva. Mientras unos anidan y
se recogen en sus casas y madrigueras, otros salen de ellas y se disponen a trabajar
y cazar para vivir…
Así, la vida continúa su marcha
inexorable marcando la vida de unos y finalizando la de otros, en un proceso
sinfín que, aunque se modifique en sus condiciones y determinantes, nunca modifica
su esencia misma.
Tal espectáculo normal para
cualquiera logró que sentada frente a su ordenador, pensara en la forma cíclica
de ser de la vida, por cuanto cayó en cuenta que así como hay un Sol y una Luna
que marcan el día y la noche, hay un cuerpo que generalmente trabaja y se nutre
de día para vivir, también hay una noche para descansar y soñar… ¡Sí!, soñar
utopías ensortijadas con recuerdos de lugares, situaciones y personas que ya no
están con nosotros, pero siguen presentes en nuestras mentes y nos afligen unos
y relajan otros, pero, al final existen en cada cual.
En medio de tal vorágine y
tempestuosas cavilaciones, aquella ya casi anciana piensa en su vida y en lo
que espera, porque sabe que ha vivido ya bastante, y solo tiene como futuro su
propia muerte, y se afana en la búsqueda de alguna esperanza que le lleve a confortarse
al momento de su deceso, en el momento que todos sabemos que llegará y no nos
gusta… espera que haya algunas nubes misericordiosas que se reúnan y oculten su
postrer gesto, antes de derramar su lluvia que traerá una nueva vida.