Crónica de un error (20180118)
Tuvo un hogar catalogado como amoroso y exigente, además de una educación esmerada en que se fomentaba el orden y se buscaba la perfección hasta en detalles mínimos del diario vivir.
Estudió arquitectura para "dejar algún legado que le sobreviviera y fuera lindo, además de perfecto", y rápidamente se forjó una vida construyendo viviendas confortables, acogedoras y con perfección en cada uno de sus detalles, mientras reunía el dinero suficiente para construir su propia "vivienda perfecta".
Los años pasaron, hasta que llegó el día de lanzarse a la edificación de su propia vivienda, para lo cual preparó todos los planos necesarios y muchos más, para que fueran ellos quienes orientaran a los mejores constructores, técnicos y artesanos que había conocido en su andar profesional. Se dispuso, además, a supervisar cada uno de los detalles de la obra durante la construcción y no hizo más que ello mientras duró la obra.
Cuando los constructores hubieron concluido con la obra, hasta ellos mismos se maravillaron de sí mismos, pues según sus propias opiniones, "nunca en su vida habían logrado tal nivel de perfección en su propio trabajo"... ¡Habían hecho la vivienda perfecta en todos sus detalles de principio a fin!
Cuando llevó a sus progenitores a su casa para presentar el resultado de su trabajo, él les fue explicando todos los detalles y mostrando la perfección de todos los acabados finales de la obra... mientras sus padres no dejaban de alabar tal meticulosidad en cada uno de la infinidad de detalles vistos.
Cuando llegaron al salón de estar (sala), fueron acomodados en unos confortables sillones que permitieron que se relajaran y pudieran dirigir sus ojos plácidamente hacia cualquier parte de la estancia, para admirar un poco más la ya aludida perfección. La madre, con la seguridad que le otorgaban sus años dijo a su hijo: "Hijo, estoy realmente impresionada y orgullosa de lo que has hecho acá, ahora solo me restan dos cosas para estar completamente en paz: la primera, que algún día me presentes a la persona con quien compartirás tu vida; y la segunda, que me expliques ¿por qué has mandado a hacer ese agujero al pie de la columna con tan finos acabados?"
El joven arquitecto se acomodó en el sillón frente a su madre y, se acercó lo suficiente para con sus brazos extendidos alcanzar las manos de sus progenitores y asiéndolas firmemente les dijo: "En cuanto a tus preguntas solamente puedo contestar realmente la segunda, porque la primera queda fuera de todo orden y perfección, por ser determinada por factores tan advenedizos e irreales como lo que llaman comúnmente amor, interés o ¡qué sé yo!
En cuanto al agujero de finos acabados al pie de la columna he de confesarte que es una especie de monumento a la excelencia que he hecho intencionalmente, porque al observar la perfección de toda esta casa caí en cuenta que todo aspecto estaba contemplado y carecía de error alguno, así que lo mandé a hacer así, sin ningún objetivo distinto que el de ser el sitio difícil de limpiar y sin el menor sentido de practicidad, sino para agregar un sitio de difícil limpieza que me obligue a ponerme a gatear para lograr limpiarlo y recordarme que lo humano es imperfecto...Sus padres cruzaron una fugaz mirada y se despidieron, luego de escuchar aquella respuesta.
Cuando los padres llegaron a su casa lloraron asidos de sus manos y ninguno dijo absolutamente nada.
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
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