Oscuro (cuento)
(20180713)
Inicio
Durante una noche muy oscura, sin luna ni estrellas, se
encontró aquel hombre a sí mismo… se reconoció porque, pese a no poder ver
siquiera sus manos frente a la cara, estaba convencido que las poseía, al igual
que las demás partes de su cuerpo.
Así, por mero tacto se supo vestido con una especie de
túnica, sintiéndose raro por tan inusual indumentaria, tratando de recordar el
por qué o cómo había llegado a esa situación desconocida, mas sus preguntas quedaron
sin respuestas.
Simplemente, estaba en un sitio completamente nuevo por
alguna circunstancia que no alcanzaba a comprender. Su mente era incapaz de
recordar algo previo al momento en que abrió sus ojos y se encontró solo en
aquel sitio lleno de oscuridad…
Empezó a tratar de palpar algo de su entorno para tratar de
ubicarse, y lo único que encontró sólido fue el piso que le sustentaba que ya
le era relativamente conocido por el tacto de sus pies descalzos…
Puesto que durante toda su vida había sido un creyente
sincero, pensó que quizá había muerto y estaba en una especie de “camino de
transición” hacia su destino final, fuera el que fuera, por lo que optó por
sentarse y esperar a que tal futuro le alcanzase, mientras especulaba con toda
clase de ideas respecto de aquello que, según él, le aguardaba… hasta que el
sueño lo venció, por lo que se acomodó en el inmenso espacio que le circundaba
y durmió.
Concilió un sueño muy profundo y nuevamente se vio a sí
mismo en aquella oscuridad total, mientras, toda su vida anterior empezó a
desfilar ante de él, como quien asiste a una sala de cine a observar desde una
cómoda posición una cinta que trata de toda tu vida, solo que tú te encuentras
fuera y eres libre de hacer comentarios, reír, llorar y ser impactado por los
sucesos que en el filme se presentan.
Se vio al momento que llegó a la vida (puesto que se
concebía como muerto), cuando apenas habían transcurrido dos minutos de un
nuevo día que, aunque no había despuntado la primera de sus luces y una fuerte
granizada caía golpeando las tejas de aquella casa de pueblo que le vio nacer,
ya era parte de un nuevo trece del calendario.
Fue entonces que se vio arropado con las frazadas que habían
preparado las mujeres que le acompañaron en aquel inicio de vida y lo comparó
con la túnica que vestía en este nuevo estadio de vida…
Se vio camino de la escuela y en compañía de sus maestros,
haciendo esfuerzos por aprender todo aquello que le transmitían. Inicialmente,
le gustaba estudiar para satisfacer sus ansias de conocer el mundo y la forma
en que funcionaba. Posteriormente, porque cayó en la cuenta que el ejercicio de
las libertades de unos, limitaba o conculcaba los derechos de los otros, lo que
nunca fue de su agrado, por lo que puso su mejor empeño en la enorme tarea de
adquirir la mayor cantidad y calidad de conocimientos que le permitieran en un
futuro, llevar a cabo la inmensa tarea de construir un mundo más fraterno y sin
tantas injusticias.
Desfilaron ante sus ojos aquellas primeras gestas juveniles
libradas contra los opresores de su pueblo, hasta llegar a sus primeros años de
universitario, cuando recordó uno a uno a todos los compañeros de su facultad
de quienes no supo más…
Igualmente, se vio en una de las pocas épocas felices de su
aciaga vida, pues las lágrimas de alegría brotaron de sus ojos al verse aplaudido
como el cantante que fue, y un poco más adelante cuando se casó y nacieron sus
hijas… sintió aquella rara sensación de realización personal que conlleva el
hecho mismo de engendrar de nuevo la vida…
Cayó en cuenta que cuando enfermaba, debía buscar el apoyo
económico de sus amistades para comprar las medicinas que necesitara y
proveerse una especie de “banco de alimentos” que duraran el tiempo que
estuviera enferma. Caso contrario sabía que debía esperar lo peor, pues si no
le mataba la enfermedad, indefectiblemente lo haría el hambre.
Tal visión de la vida le había enseñado de manera cruel, a
concebirse como un ser que se congratulaba al final de cada día que vivía, pero
dimensionaba claramente, que era un día menos que le restaba a su terrenal
existencia… por lo que todos sus días finalizaban e iniciaban con aquellos
sentimientos encontrados.
Más adelante, se vio envuelto en la vorágine de conseguir el
sustento de su familia y valoró el apoyo de su familia en las épocas cada vez
más difíciles que le tocó vivir, mismas que le llevaron a retomar el estudio,
en un intento más para comprender las iniquidades sociales de este mundo, y
lograr una mejor cualificación para conseguir –según él– un mejor empleo, puesto que nunca tuvo
dinero para concluir sus estudios universitarios de manera formal, aunque había
cursado y concluido todos los cursos de varias carreras… y lloró amargamente su
derrota, al verse cada vez más débil y vieja (pues ya se reconocía como una
persona transgénero) en un mundo cada vez más consumista e injusto, que de
manera inmutable le engullía como uno más de los millones de idealistas fracasados
en su intento de cambiarlo.
Sus reflexiones
Cayó en cuenta que no había tenido ni una necesidad humana distintas
al cansancio y el sueño desde que estaba en aquella situación de oscuridad
total, y se dio cuenta que era algo completamente nuevo y desconocido para
cualquier ser que él conociera o alguien hubiese descrito.
Sintió una especie de “raro alivio” al pensar que no tendría
que enfrentar el hostil mundo que conocía o tener que mendigar por un empleo,
por sus alimentos y por la aceptación de cualquier cosa que pudiera ayudarle a
sobrellevar su muy sui-generis
existencia.
Se propuso entonces la enmienda –según ella– de tales yerros
pasados, y se sentó a tratar de organizar sus pensamientos para no volver a
cometer aquellos que de manera tan determinante, habían marcado su existencia
“anterior”, más no encontró alguna forma de lograr tal fin, pues no tenía
referente alguno en este nuevo estadio de vida: ya no sabía nada pues no tenía
referente alguno, ni si era de día o de noche, pues todo permanecía invariable
y completamente oscuro y su único referente era saber dónde estaba abajo, pues
lo sentía siempre bajo sus pies o su cuerpo al acostarse a dormir.
Se sintió más desolada que nunca, pues no lograba ubicar
nada y se sabía sola en aquella inmensa oscuridad… comenzó a gritar pidiendo
ayuda y auxilio y, ni el eco repitió sus llamados… prorrumpió en amargo y
desgarrador llanto al sentirse tan impotente y abandonada en aquella inmensidad
oscura que le era completamente desconocida.
El tiempo pasó inexorable y, poco a poco se fue calmando al
escupir fuera de sí aquellos ingratos pensamientos que le embargaron. Fue
tomando valor y se levantó para iniciar nuevamente su andar en busca de alguna
referencia.
Mientras caminaba siguió siendo asaltada por todo tipo de
pensamientos, puesto que tal situación le parecía cada vez más inconcebible y,
al no poder explicarla racionalmente, además de no poseer absolutamente nada
distinto a su mente, de manera espaciada empezó a memorizar este texto que hoy
les escribió.
Jolie Totò Ryzanek Voldan.