domingo, 3 de mayo de 2020

Disyuntiva (20200503)


Disyuntiva               (20200503)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
-¿Cómo creer en la representatividad de una estadística que posee una muestra de 450 pruebas en un universo de un millón?
-¿Es correcto (ya no digamos real o ético) tomar decisiones de vida o muerte para una población en base a tal muestra estadística?
Estas y muchas preguntas más surgen, luego de escuchar los datos ofrecidos por el Presidente en sus diarias apariciones televisivas en la “Cadena Nacional”, pues de su propio peso cae pensar que la intención de “volver a la normalidad lo antes posible no solo es deseable, sino necesario” choca de manera frontal con la única medida eficaz que podemos tomar como país pobre: “resguardarnos en nuestros hogares”, pero ello acarrea inevitablemente la pérdida o disminución drástica de los ingresos, y el aumento de las necesidades insatisfechas (aumento del hambre, por ejemplo) y en muchos casos la muerte de las personas…
Vista así la actual coyuntura nos sitúa ante el gran dilema de “hacer lo correcto”, lo que no es nada fácil dadas las actuales circunstancias, en que si te cuidas resguardándote en casa, casi te sentencias a morir de hambre, puesto que al ser pobre vives casi “día a día” y careces de ahorros para soportar durante meses una crisis como la que nos afecta o, te lanzas (empujada por la pura necesidad de generar ingresos para cubrir tus necesidades) fuera de tu resguardo a luchar por tu sustento y contagiarte, y a tu regreso contagiar a quienes sí se resguardaron…
El problema “se magnifica” para el caso de quienes toman decisiones a otros niveles y ya no solo el familiar; tal el caso de los líderes comunitarios, autoridades ancestrales, alcaldes, y demás autoridades, incluido el propio Presidente, quien se ha convertido “Per se”, en el “vocero oficial de la pandemia en el país”.
Es por tal visión que en mi mente saltan los recuerdos del “Holocausto judío por los nazis”, y las palabras de sir Winston Churchill al momento de dirigirse a la comunidad inglesa al momento de declarar la guerra a la Alemania nazi del entonces, cuando en su discurso dijo: “(…) no tengo más que ofrecerles que sangre, sudor y lágrimas (…)”, y la historia registra que le acudía toda la razón.
En nuestra realidad está el Presidente de una nación pobre ante la disyuntiva de “escoger el menor de los males, en medio de nuestra incapacidad (por pobreza) de combatir efectivamente la pandemia que nos azota”… Papel que es propio de un estadista, no de un médico venido en político de país tercermundista, pero que es nuestra realidad y se nos estrella en la cara cual bofetada dada al indefenso que carece de brazos para defenderse de la agresión.
Por el anterior enfoque de la situación guatemalteca (que seguramente es la de todos los países tercermundistas) es que vino a mi pensamiento la imagen de aquellos judíos que debieron entrar “sí o sí” a los hornos de exterminio nazis y las palabras de sir Winston Churchill al pueblo inglés del entonces, porque estamos ante lo que en palabras “muy chapinas” (guatemaltequismo) expresara uno de los diputados (Aldo Dávila) al Congreso actual al ver hacia el futuro: “ya verán el ‘muerterío’ que va a haber”, y que apunta a ser una muy dolorosa realidad en nuestra tierras.
Considero, y sin pecar de ilusa, que es la única alternativa viable que poseemos, puesto que ni los países más desarrollados poseen el capital suficiente para mantener a toda su población sin trabajar hasta que el covid-19 desaparezca o se encuentre su cura y/o vacuna.
Para quienes sobrevivan a esta pandemia mundial que hoy nos azota quedará la enseñanza de lo vivido, y nuestro especial y muy sentido deseo de la búsqueda de alternativas para que esta realidad no se repita en su futuro.

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