Escrito de fantasía (20210215)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Anoche, mientras dormía me soñé
escribiendo un texto que narraba aquello que veía mientras durmiendo soñaba.
Era una narración de cómo sería un mundo “idealmente
fantasioso”, pues se iniciaba en una reserva animal de África, en donde algunas
personas forjaban mediante la domesticación y el entendimiento de la vida
animal “nuevos hábitos alimenticios” en los animales, para lograr de esta forma
que tales cosas se fuesen volviendo una costumbre entre los animales así
criados y, con el paso de los años, tales hábitos alimenticios fueran
transmitidos a sus descendientes… ¡Vaya ideal de locura de tales seres!
Ellos habían criado toda una piara de
jabalíes para que fuesen el alimento “exclusivo” de los leones que eran
alimentados igualmente, solo con carne de jabalíes… la idea era que no
depredaran a toda especie animal herbívora, y con ello lograr que tales
especies como los impalas, elefantes y demás herbívoros fuesen multiplicándose
y sirvieran para recuperar el suelo africano de la aridez y pudieran ser fuente
proteínica de la especie humana, como una intervención humana beneficiosa para
el hábitat y los humanos.
Así que lanzados a la realización de tan
idealista fin, lo planificaron y ejecutaron con la crianza ya descrita de los
jabalíes y un cachorro de león macho y algunas hembras, para que conforme
crecieran, se garantizara no solo su supervivencia como especie, sino “el
cambio de sus hábitos alimenticios”.
Los problemas iniciales fueron de todo
tipo, pues tales cachorros de león no tenían una madre que les proveyera de
leche, por lo que tuvieron que resolver el problema mediante la crianza de un
pequeño hato de ganado lechero (vacas), además de ser criados cual si fueran “gatos
de casa”, para que no depredaran a sus criadores y los reconocieran como “sus
criadores”, en una especie de intercambio de roles entre humanos y fieras que
convivían en un mismo espacio común.
Los años pasaron y los animales eran
cariñosos con sus criadores, quienes los alimentaron con caricias y les
proveyeron su diario sustento, y quienes además, lograron un equilibrio entre
la producción de carne para los leones y el crecimiento de la piara de jabalíes
con el crecimiento de los leones.
Ante tales logros, no faltaron manos voluntarias
que les ayudaron en sus faenas y creyeron aquella utópica visión de “mundo
ideal” que sustentaba aquel grupo de “científicos locos”.
Cuando faltó uno de aquellos pioneros, sus
labores fueron rápidamente tomadas por alguno de los voluntarios jóvenes
incorporados y todo el proyecto continuó sin mayores contratiempos, mientras
que el león inicial se hacía viejo y sus jóvenes críos crecían, por lo que se
tuvo que tomar la decisión de separar y sacrificar a aquel “adán de los leones”,
mientras los machos hijos se disputaban el derecho de copular a las hembras y
ser el macho alfa de la manada…
Fueron algunos días de incertidumbre para
que el vencedor de los demás surgiera de entre ellos y asumiera su rol instintivo
de matar a las crías de toda la manada, para que los nuevos nacidos fueran
todos hijos de él, y los machos vencidos en tal sucesión natural tuvieran que
correr la misma suerte del “león padre” que les había engendrado.
Fue entonces que aquel grupo de “científicos
locos” cayó en la cuenta que lo único que habían logrado era criar a una manada
de leones cariñosos con los humanos, pero incapaces de cambiar sus instintos
básicos y proveerse a sí mismos sus alimentos, pues “nunca habían cazado”. Así
que tuvieron que aceptar su propio fracaso, desmantelar la reserva construida y
en un último “acto de piedad”, dejar deliberadamente abierta la puerta de
acceso que separaba a los jabalíes de los leones.
Ninguno se quedó a observar el resultado
de aquella decisión y cada uno se marchó a su país llorando su propio fracaso
ante el poder del instinto animal.
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