Bien y Mal (20210403)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Como teóloga me han consultado respecto
de “las cosas malas de este mundo”, y en un breve resumen de un tema por demás
extenso por su conexión e implicaciones filosóficas, compartiré en el lenguaje
más sencillo que me sea posible mis consideraciones generales, para brindar
así, aquel conocimiento que puedo aportar respecto de un tema por demás
complejo y difícil de tratar, sabiendo que la inmensa mayoría de personas de este
mundo carece de una formación filosófica y teológica cristiana de manera
simultánea, pero de alguna manera –y muy a su manera– posee una percepción de
lo bueno y lo malo, aunque no pueda sustentarlo de ninguna manera y “se niega a
aceptar” todo aquello que considera malo en mayor o menor grado y si tal
aceptación no le perjudica.
¿Qué
es el mal?
Grandes pensadores han dedicado infinidad
de horas para explicar inicialmente, qué es el mal, y para no caer en tener que
hacer un enormísimo listado de hechos y circunstancias en que el mal ocurre. Han
buscado sus orígenes y causas de acuerdo a sus creencias, razonamientos y hasta
empleando diversas teorías médicas, psicológicas y psiquiátricas.
Personalmente veo, que “todas tienen su
grado de certeza y de error”, con lo que aceptar para este artículo la noción del
mal que nadie puede justificar, es de gran beneficio, pues con una pequeña
muestra de ejemplos de la vida diaria, podemos ver su existencia.
Ejemplos:
1- Todo mundo sabe que mentir es malo, pero, con contadísimas
excepciones, todo el mundo miente, como dice el catecismo Católico: “de
pensamiento, palabra y acción” –¿acaso no sea este el origen de la ya famosa “hora
chapina”?, cuando lo lógico es comprometerse a estar presente a la hora que
realmente puede cumplir, sin necesidad de mentir en algo tan elemental, y
llegar una hora después, justificando su falta de cortesía con frases como: “¡Es
la hora chapina!” o “En Guatemala, nadie es puntual, (y apostillan) ¡todo mundo
llega una hora más tarde!”–. Pero volviendo al tema de la mentira, esta toma
dimensiones sociales injustificadas propiciadas por el propio sistema que te “obliga
a ser mejor” –desde luego en términos económicos– y resulta que en tal sentido,
absolutamente TODOS MIENTEN al vivir aparentando lo que realmente no son o, los
obreros y profesionales quienes incumplen los compromisos de entrega o los
abogados que pareciera que tienen toda una formación en retrasar todo para
cobrar más a su cliente, salvo las muy contadas excepciones ya citadas.
Pero quienes tienen EL
PREMIO MAYOR EN MENTIR son, en general, aquellas personas que participan en
política, pues mientras están en campaña, hasta se abrazaban y besaban a
cualquiera –antes de la pandemia, desde luego– y luego, cuando son electos, es
prácticamente imposible acercarse a ellos, aparte que hacen todo tipo de
ofrecimientos, a sabiendas que no cumplirán.
2- Igualmente, todos sabemos que robar es malo e incluso justificamos
a quien roba literalmente por hambre, igualmente razonamos que la corrupción
que agobia al mundo es el origen de muchísimos de los males que nos PERJUDICAN
A TODOS ya no solo a uno, y el único que la justifica es quien la ejecuta y
quienes resultan “beneficiados” con el robo de los fondos nacionales,
precisamente, porque no es que se le robe a una persona, sino que se le roba a
todo un pueblo o país, que al carecer de dinero incumple su función de velar
por el bienestar de sus pobladores y que estos aspiren a la plena realización
humana y personal.
Como vemos,
TODOS tenemos nuestra propia visión de lo que es el mal, aunque no podamos
sustentarla y que muchos pensadores ven esta visión como una consecuencia de la
convicción que pretenden defender. Como por ejemplo: “que el hombre es un ser
imperfecto desde su Creación”, porque si fuera perfecto, también sería dios al
igual que su creador, con lo cual “se desbarata” –por decirlo de alguna manera–
la concepción del “Dios único y verdadero”.
Otros lo ven –también–
como una consecuencia del llamado sistema económico que te empuja a tener y
poseer más –aunque ya tengas suficiente–, pues con tal de poseer más bienes
materiales mienten, roban y hasta matan a sus semejantes.
Existen
adicionalmente, estudios de las ciencias médicas que ven al mal también como
una consecuencia de desórdenes glandulares, psicológicos y psiquiátricos que no
estoy –por mi formación– en la capacidad de aceptar, pues no es posible que
TODOS los humanos estemos enfermos de lo mismo, aunque sí acepto que habrá
algunos que realmente necesiten tratamiento para la enfermedad que padecen.
Mi conclusión
Indistintamente
de si es ORIGEN O CONSECUENCIA, me parece que es lo que tenemos y conocemos y
guste o no, tendremos que seguir “manejando” todo aquello que consideremos como
mal de manera aislada y teniendo en consideración los otros males y ventajas
que de ello resulten, pues lo que sí es válido en todo caso es el claridad de
aceptar que “CONOCEMOS EL BIEN, PORQUE EXISTE EL MAL”, pues son conceptos que
se autodefinen de manera inseparable y dependiendo uno del otro. Algo así como
si planteáramos el último razonamiento de manera invertida: “CONOCEMOS EL MAL,
PORQUE EXISTE EL BIEN”.
En palabras
más eruditas, concluyo que los conceptos filosófico-morales de BIEN y MAL no
solamente son antónimos gramaticales, sino que interdependientes y se define
uno en función del otro por mera antonomasia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario