ORIFICIO
EL PULSO MAQUIAVÉLICO
Jolie Totò
Ryzanek Voldan
Luego de muchos años de haber participado activamente en
muchos movimientos sociales, que como buena estudiosa los observo
minuciosamente para conocer y teorizar respecto a su desarrollo en Guatemala; experiencia
de vida que, aunada a mis conocimientos del desarrollo del pensamiento social
guatemalteco y siendo una teórica del marxismo ortodoxo, me atrevo a decir que
el origen del actual malestar de la población contra el gobierno, apunta hacia
un maquiavélico pulso de fuerzas entre “los nuevos ricos” y la oligarquía que
desde la época de La Encomienda (sí, incluso antes de nuestra mal llamada
Independencia), ha sido la propietaria del territorio, riqueza y medios de
producción guatemaltecos.
Por ese lado, la oligarquía recalcitrante que tiene a
la patria como “su” patio trasero y vive fuera de ella, y que antes no le
interesaba nada excepto la provisión de “sus” dividendos que, mediante
prácticas de “buena gestión empresarial”, los aumentara a un ritmo mayor al de
la inflación interanual, llevando a cabo una magra reinversión, para mantenerla
en “su” estatus y garantizar la herencia patrimonial a “sus” descendientes y generando una monstruosa explotación humana.
Como contraparte, y merced de muchos esfuerzos y/o “golpes
de suerte” (elecciones incluidas), ha surgido una “nueva generación de ricos”
que ha deseado para sí lo que sus ancestros hicieron con la corona española
hace ya muchos años: dejar de tributar al dueño, para ser ellos los nuevos dueños,
mediante el acceso al poder formal del país.
En el pulso de ambas partes, y como siempre sucede en
los movimientos sociales, ha quedado en medio de estas fuerzas el pueblo, que
indefectiblemente se ve asfixiado y lucha por su propia sobrevivencia, socioeconómicamente
hablando.
Este último sector social ha llegado al hartazgo al ver
esquilmado el erario nacional por aquellos gobernantes que, al querer
integrarse a la clase de “los nuevos ricos” no solo robaron sin medida ni
control, sino que al verse denunciados ante un sistema judicial caracterizado
por su lentitud, corrupción, nepotismo, tráfico de influencias, leyes “retorcibles” a la medida de cada cual, y,
actualmente cooptado, simplemente, ha dejado de tributar y vocifera su
descontento, pero, sin proponer ni creer en nada ni en nadie… Pero lo peor, sin
un(a) auténtico(a) líder(esa) con una propuesta coherente, capaz de llevar la
nave a puerto seguro y el surgimiento de los consabidos oportunistas que
aprovechan la coyuntura como trampolín personal, ante la improbable posibilidad
de un rompimiento del orden constitucional establecido y en marcha, por la
vigente convocatoria a unas elecciones generales que solo plantean “más de lo
mismo”.
El panorama apunta actualmente, decía al principio, a un
pulso maquiavélico de dos enormes fuerzas disputándose el poder formal en
Guatemala, mientras el pueblo vive en anarquía, con su mejor expresión de
descontento popular, confundido entre patriotismo y justicia social.