La autora
Es una investigadora,
observadora social y autodidacta empedernida que ha cursado y completado varias
veces estudios universitarios en tres diferentes disciplinas, pero su
convicción de “cristiana” y su precariedad económica le han hecho optar por no
graduarse académicamente.
Es una escritora
y poetisa que ha publicado su obra escrita desde 1968 a nivel internacional,
donde es leída y reputada en cinco continentes, gracias a los avances
tecnológicos que incorporan herramientas de traductores instantáneos.
Sus escritos completos
pueden leerse en http://escritosdejolie.blogspot.com
Cronología de una injusticia
La reacción ante
la homosexualidad (siendo una condición inherente al género humano), ha tomado
diferentes matices a lo largo de la historia, que van desde su aceptación
social hasta la más feroz y despiadada persecución y condena.
Jolie Totò Ryzanek Voldan.- La historia de la humanidad arranca desde
que se tiene memoria escrita, es decir, desde que se tienen documentos para
referirse a los hechos acaecidos en épocas pretéritas. Lo cual nos conduce a
civilizaciones tan antiguas como la griega, judía (nativa de Judea, actual
Palestina e Israel) y babilónica, por ser ellas de las que tenemos a la fecha
una memoria escrita. Hablamos entonces de una época datada entre 1850 a 1200
a.C.
En la historia judáico-babilónica
Según los
estudiosos de la Biblia, en aquella época se principió a escribir tal libro
“para que el pueblo judío del entonces no perdiera su memoria”, puesto que en
tal época vivía el “Exilio en Babilonia” (cuando fueron conquistados por los
babilonios) y ellos se burlaban de su creencia en un solo Dios, argumentando
que siempre era necesaria la unión de una hembra y un macho…
La otra
circunstancia especial de esta historia es que para los judíos del entonces, el
hecho supremo de su historia lo constituía su “liberación de la esclavitud
egipcia y su llegada a la ‘tierra prometida’ guiados por el profeta Moisés” y
que con su ejército al mando de Josué y, posteriormente por varios reyes hasta
llegar a David (quien mató a Goliat de una pedrada), habían conquistado Judea.
El caso es que
durante la conquista de esa ‘Tierra prometida’, tuvieron que guerrear contra
quienes la habitaban, que tenían otras creencias religiosas con todas sus
manifestaciones, y entre estas sobresalía que poseían templos dedicados a sus
dioses y que estos templos eran mantenidos económicamente por los “Prostitutos
sagrados del templo” (Quodeshim o
Quoeshim, en arameo), de quienes a la
fecha no está claro si ejercían el oficio como una especie de noviciado antes
de ser sacerdotes o esa era realmente su función, toda vez que el
comportamiento homosexual era visto en aquel entonces como algo completamente
normal.
En todas las
civilizaciones del entonces, la cópula de varón con mujer cumplía básicamente
la función reproductiva y las sociedades poseían algunos factores en común como:
ser teocráticas, patriarcales y que en el centro de todas las ciudades estaba
el templo y la vida económica y social se desarrollaba en torno a tales edificaciones.
Así la situación,
el punto a conquistar en cualquier guerra era la ocupación del templo… por lo
que la captura de los sacerdotes y servidores del templo ¡ERA PRIORIDAD MILITAR!,
no por su orientación sexual o sexualidad (como son conocidas hoy en día tales
condiciones humanas), sino porque eran los líderes del pueblo conquistado, y de
ahí las enérgicas condenas a la homosexualidad contenidas en los libros del
Antiguo Testamento de la Biblia, precisamente, porque donde aparecen tales
condenas (Números y Levítico, principalmente) acaecía la conquista de la
‘tierra prometida’ por los judíos contra los babilonios o sus descendientes, antes
que la situación se revirtiera y los judíos fueran sojuzgados por los
babilonios al mando del rey Nabucodonosor.
Paralelo a la
anterior descripción y como prueba de la visión “normal” que se tenía de la
homosexualidad o cuando menos bisexualidad, en la propia Biblia se narra el
amor del rey David por Jonatán en 2 Sam 1, 26, donde textualmente se lee: “Por
ti estoy apenado, Jonatán, hermano mío. Por ti, a quien tanto yo quería. Tu amor
era para mí más maravilloso que el amor de las mujeres.”
En la historia greco-romana
Como ya se ha
dicho de esta civilización se conoce que la homosexualidad era completamente
normal, y como prueba tangible de ello conocemos su herencia hasta nuestros
días con palabras como: “amancebar”, que define el trato íntimo propio de una
pareja (según el DRAE), que deriva del vocablo latino: “mancebo”, que en
aquella época era el muchacho que servía al señor de la casa en todo (incluso
sexualmente), hasta el momento en que le saliera la barba, a cambio de los costes
de su crianza y educación (lo que conocemos actualmente como “pedofilia” y que
la RAE escribe correctamente como “paidofilia”).
En cuanto a
Jesucristo no hay mucho que decir textualmente, ya que NUNCA CONDENÓ LA
HOMOSEXUALIDAD, sino antes bien, podemos leer claramente en las palabras que nos
han llegado a la actualidad que “entrelineadamente” la veía como lo que es: una
parte inherente de la conducta humana, puesto que citando algunas de sus
palabras conocidas podemos decir que cuando dijo: “Yo he venido a este mundo
para que tengan vida y vida en abundancia” (Juan 10, 10), de su peso cae que no
puede existir la vida en plenitud si el sexo no es parte integral de ella.
Caso similar
ocurre con la otra que dice: “Yo no he venido a abolir la ley, sino a llevarla
a su plenitud” (Mateo 5,17), etc.
Con el avance del
cristianismo hacia Roma, el apóstol Pablo de Tarso (principal difusor de la fe
en casi todo el Imperio romano del entonces) dispuso viajar hacia la metrópoli
del entonces (Roma) a predicar el Evangelio y para ello “preparó” su llegada
mediante el envío de cartas a los romanos, anunciando tal acontecimiento,
acorde a las costumbres del entonces. De ahí que todo el primer capítulo de la
primera de sus cartas a los romanos, lo dedicara a la condena y súplica del
“abandono de aquellas prácticas”, como señal del deseo de conversión… algo así
como que actualmente se le pidiera a los(as) ciudadanos(as) que optaran por el
celibato, como señal de su deseo de abrazar la fe, dejando las costumbres hasta
ese entonces “normales” en cuanto a la aceptación de las conductas
homosexuales, pero ojo: NO POR LA CONDUCTA HOMOSEXUAL EN SÍ, SINO PORQUE ERA LA
MANIFESTACIÓN VISIBLE QUE SERVÍAN A OTROS DIOSES (los romanos, como herederos
de la práctica politeísta de todos los pueblos del entonces, exceptuando al
pueblo judío, que fue la única civilización monoteísta).
La “legalización”
del cristianismo por el emperador Constantino III vino a crear una completa
“revolución” en todo el Imperio Romano, pues quienes fueron perseguidos (los
cristianos), se convirtieron en “perseguidores” de los creyentes y es quizá
ESTE EL MOMENTO QUE DESATA LA PERSECUSIÓN Y CACERÍA DESPIADADA E INMISERICORDE
DE TODO(A) HOMOSEXUAL (hemos de tener en cuenta que la conducta homosexual en
las mujeres, tiene su origen documental en la isla de Lesbos –de donde deriva
la palabra lesbiana-, actual Miltilene. Donde vivió la poetisa Safo, quien
vivió rodeada solo de mujeres, a quienes dedicó ardientes y eróticos poemas de
amor), surgiendo, además, todo tipo de excesos durante la historia, como el
caso del papa Clemente V, quien temiendo el gran poder económico y militar de
los Caballeros Templarios, disolvió la orden y los acusó de homosexuales,
siendo apresados, torturados y muertos todos sus integrantes.
La barbarie de
mayor relevancia contra los y las homosexuales ocurrió durante la época de La
Inquisición, cuando se desató, paralelamente a la cacería de brujas y brujos,
una cruel y despiadada persecución contra estas personas, siendo muchas de
ellas quemadas vivas en la hoguera… acá surgen otros vocablos empleados hasta
nuestros días: “finado” y “finiquito”, para referirse a un muerto, puesto que
derivan del vocablo francés: Finoquio,
que era la expresión coloquial para decir que “habían saldado las cuentas” al
quemar viva a una persona en la hoguera acusada de brujería u homosexualidad.
Más adelante hubo
otra gran barbarie en la Alemania nazi, pues como se creía en la supremacía de
la raza aria (blanca), esta no podía existir si existían cópulas homosexuales,
así que simultáneamente a la persecución de la raza judía (o quienes la
practicaran tal fe sin ser de ese grupo étnico), se persiguió a los y las
homosexuales, siendo ellos parte del holocausto. Que erróneamente se ha creído
que solamente afectó al pueblo judío, aunque ello es cierto si se tiene en
cuenta la abrumadora cifra de creencia religiosa de los sacrificados, mas no
fueron exclusivamente judíos todos.
De esa oprobiosa
época también pervive como uno de los símbolos que identifica a las personas
homosexuales, un triángulo equilátero invertido color rosa, pues este era
tatuado en la frente de los judíos homosexuales, como parte la del Cruz de
David con que marcaban los nazis a los judíos.
Progresos para erradicarla
Luego del final
de la Segunda Guerra Mundial, surgen diversas instancias internacionales “para
minimizar los riesgos” de una nueva confrontación de tales magnitudes y, entre
otras surge la Organización de Naciones Unidas (ONU) y, entre sus diferentes
instancias se acopla la de Derechos humanos que, velaría por la vigencia de los
mismos, mediante tratados y/o convenios de índole internacional. Entre muchos
resalta por su importancia el Tratado de Viena, QUE OBLIGA A LA MODIFICACIÓN
DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO DE LOS PAÍSES ACEPTANTES, PARA ADAPTARSE A LAS
RESOLUCIONES ACEPTADAS Y RATIFICADAS. Guatemala es uno de los tantos países que
lo aceptó y ratificó hace muchísimos años, pero NO HA CUMPLIDO TAL COMPROMISO
INTERNACIONAL COMO ESTADO.
Tal
comportamiento ha devenido en un incumplimiento sistemático (arguyendo todo tipo
de excusas) de casi la totalidad de los convenios aceptados y ratificados,
generando así una situación de “impasse internacional”, merced de una carencia
total de voluntad política para la implementación, cuando menos, de los
convenios ya aceptados y ratificados.
Tal proceder
estatal es una de las tantas causas de la impunidad imperante en cuanto al
cumplimiento del ordenamiento jurídico por la ciudadanía, puesto que EL ESTADO
MISMO NO CUMPLE CON LA LEY.
Si a lo anterior
agregamos la desinformación religiosa y sectaria (merced de la falta de cultura
general y un pésimo sistema educativo enraizado todo en el entramado social de
corte feudal que rige en Guatemala y la inmensa mayoría de países
tercermundistas), el resultado es dantesco, puesto que no solo no se cumplen y
honran los compromisos internacionales (que por mandato constitucional privan
sobre nuestro ordenamiento jurídico y la propia Constitución), sino que se ha
propiciado una coyuntura para que toda persona “adoctrine” a cualquier
ciudadano en creencias surgidas del odio hacia creyentes de otras confesiones,
y lleguen, incluso, a su estigmatización, fomentando el odio hacia ellos,
cuando debiera ser completamente lo contrario pues “todos somos hermanos(as) e
hijos(as) de Dios” (empleando términos cristianos).
La problemática
que se desea resaltar en esta investigación es que la persecución no ha cesado,
sino se ha hecho más sutil y hasta despiadada, porque ni desde el Estado ni
desde las diferentes instancias religiosas o sectarias se propicia la
convivencia armoniosa de la ciudadanía, precisamente porque NADIE HA SIDO CAPAZ
DE SEPARAR LA COSA PÚBLICA DE SUS CREENCIAS RELIGIOSAS, surgiendo así crasas
“lagunas jurídicas” y aberraciones tales como la contenida en el propio título
del Preámbulo de nuestra Constitución leemos: “INVOCANDO EL NOMBRE DE DIOS” y luego en el capítulo referente a
educación, se define tal función como “Laica,
obligatoria y gratuita”, pero en ningún otro artículo se aclara que el
Estado de Guatemala es un estado laico, propiciando así interpretaciones
legales que argumenten: “se entiende” que el Estado es laico, aunque no haya
sido definido como tal, sino por el contrario, se piense que es un Estado
teocrático, puesto que desde la tercera línea de ella, se invoque el nombre de
Dios y se “legalicen” los valores espirituales (que cada cual tendrá los
propios), deviniendo todo esto en infinidad de problemas jurídicos y en servir
de asidero de litigantes marrulleros que puedan apelar a creencias religiosas o
valores propios de cada persona como verdades jurídicas.
Otro enorme error
de nuestra Constitución radica en el hecho de definir que “todos los ciudadanos
poseen igualdad de derechos y obligaciones ante la ley”, pero luego, mediante
leyes posteriores o menores en jerarquía se le conculquen o disminuyan sus
derechos, tal el caso que el matrimonio es una institución creada para
regularizar la unión entre un hombre y una mujer con fines de procreación, lo
cual excluye a toda persona estéril, que no desee tener hijos y a toda la
diversidad sexual existente, como ya se apuntó, desde tiempos inmemoriales,
causando de esta manera que no puedan tener una serie de derechos civiles
adicionales como su inclusión en el plan de seguridad social, sucesión hereditaria,
etc. Porque cualquier ciudadano que no haya procreado hijos, queda
automáticamente fuera por no tener validez su matrimonio… Y contradice la
definición de una de las funciones del Estado, al no poder “garantizar el bien
común de sus ciudadanos”, por la vigencia de una ley completamente desfasada de
la realidad actual y atentatoria contra los Derechos Humanos vigentes en
tratados y convenios internacionales aceptados y ratificado por el Estado de
Guatemala.
En medio de tal
coyuntura legal, social y religiosa han de vivir “los perseguidos”
históricamente: Aquellas personas que por gracia de Dios han nacido con una
orientación sexual y/o sexualidad diferente a la heterosexual, y que por tal
circunstancia, han sido relegados de todos los quehaceres sociales y económicos
en general, que son vistos como una especie de “bichos(as)” o degenerados(as)
que no tienen derechos, más sí obligaciones.
El grueso de la
población, funcionarios y legisladores los ven como un estorbo y no ven que el
actual presidente estadounidense (Barack Obama) logró llegar a tal puesto
mediante el voto favorable de este sector poblacional que tiene en común la
discriminación de que es víctima y en determinado momento, puede inclinar la
victoria en una contienda electoral hacia un lado u otro.
Es tiempo ya, que cese una
persecución injustificada y carente de sentido alguno. Es tiempo ya de cambiar
hacia una sociedad inclusiva y no excluyente. Es el momento de quitarnos la
torpeza mental que nos ha enceguecido durante muchísimos años y ser capaces de
construir una sociedad guatemalteca donde todos seamos ciudadanos con igualdad
de derechos y cese la persecución milenaria contra las personas de la
diversidad sexual, porque finalmente, cada cual escoge a la persona que ama y,
la iglesia institucional o el Estado como tal deben ni pueden interferir en tal
alternativa de índole personal. Antes bien, debieran apoyar en aras de una
convivencia más armoniosa entre todos los integrantes de su área de influencia
y cada cual en el ámbito que le corresponda.