Cuando hablamos de libertad asociamos, casi inmediatamente la idea de volar. Sí, volar como una especie de materialización de aquello que no podemos hacer... es una especie de complejo heredado del desobediente Ícaro, quien al sentirse libre voló tan alto que el sol derritió la cera con que estaban adheridas las plumas de sus alas, y cayó al mar donde murió.
Tan funesto destino quizá sea también, el origen de muchos de los temores que hemos heredado, quizá porque la naturaleza del guatemalteco sea la desobediencia de cualquier regla que coarte, elimine o niegue su conceptualización (errónea por cierto) de libertad...
En Guatemala, como en muchas partes del mundo se cumple indefectiblemente la regla que reza: “hecha la ley, hecha la trampa”, con lo que tenemos un poco de todo y mucho de nada, puesto que se posee un maremagnum de leyes e indefectiblemente surgen las formas de evitarlas, evadirlas o eludirlas, con lo que cada guatemalteco tiende a ser desconfiado y por esa misma causa es, timado casi por cualquiera con un poco o mucho poder o influencia...
Así las cosas en esto que pomposamente llamamos Patria, hay un Estado que solamente existe como pretexto para tener funcionarios que se beneficien de él, aunque reconozco que algunas excepciones habrá, pero siendo tan pocas no logran que la conceptualización cambie.
El punto medular de esto es que todos sabemos que estamos mal y debemos cambiar tal manera de apenas sobrevivir, puesto que solamente unos pocos pueden tener una vida digna en esto que llamamos Patria, pero que no despega su vuelo como estado precisamente por los miedos y la desconfianza de todos sus integrantes (entre quienes me incluyo), porque es tal la escuela histórica y actual de traiciones, tranzas y engaños que resulta que el vuelo conjunto es imposible, con lo que cada cual intenta volar solo y a su propia conveniencia...
Lejos y olvidado ha quedado el concepto de superación personal, si este no está supeditado al cobro de estipendios por servicios que se sabe, solamente será por una vez en la vida y, por tal circunstancia deberá ser del mayor beneficio posible para quien lo lleve a cabo, en términos del acrecentamiento de su propio peculio e intereses monetarios...
No podemos pensar en volar hacia la libertad, precisamente, porque no somos capaces de otorgarla a los demás, porque de antemano sabemos que tal concesión será trastocada en libertinaje para el o los favorecidos...
Esta coyuntura tan especial de este desastre llamado Guatemala ha logrado finalmente, que sean beneficiados únicamente los mismos que detentan actualmente el poder, y aunque nadie los quiere más en sus puestos, tampoco existen reemplazos probos de ellos, en quienes podamos confiar para empezar a volar...
Este cículo vicioso ha llevado al país a un entorno explosivo y conflictivo donde nadie se fía de nadie, ninguno quiere lo que tiene y para colmo, todos protestan sin proponer soluciones viables que no impliquen el rompimiento total de un sistema que se sostiene merced de la opresión que ejerce contra sus propios integrantes. Opresión misma que no escatima esfuerzos para mantener el mismo orden de cosas que nadie quiere y, aunque cambie las caras públicas, tales caras indefectiblemente serán parte de los mismos opresores que buscan solamente no dejarnos volar.
Jolie Totò Ryzanek Voldan
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