Amistad hasta el final (20180512)
Presentación
Siendo una persona que escribe (diferente del concepto de
escritora), comparto estas líneas con quien tenga a bien leerlas, precisamente,
porque contienen en sí mismas la descripción de una conceptualización poco
frecuente entre los humanos, y que no tiene otro calificativo que el mismo
trillado y hasta banalizado concepto de “amistad”.
Inicialmente, debo decir que soy una persona transgénero
femenina y bisexual, es decir, que poseo genitales primarios de varón, que vivo
y me conceptualizo como mujer, y que me es indiferente el sexo que adopte
durante la intimidad, (desde luego, solo he copulado con personas por quienes
me he sentido atraída emocionalmente… enamoramiento que le llaman) pues obtengo
la misma satisfacción actuando en cualquiera de los roles que ella conlleva.
Era (hoy por razones de edad ya
no lo soy) una activista muy participativa por la plena vigencia de los DD.HH.
de la diversidad sexual guatemalteca y es rara la persona de este entorno que
no me conoce o sabe de mi actuar, con el añadido de poseer una escolaridad
superior, y una experiencia de vida que pocas personas guatemaltecas logran.
El inicio de la
relación
Un 29 de junio de hace años, luego de un desfile
conmemorativo del Día de la Diversidad Sexual conocí a Antonio Sasera Ferrer, cuando ambos coincidimos en salir del antro
donde nos encontrábamos (él conociendo y yo descansando) a fumar (en Guatemala
es prohibido fumar en áreas cerradas desde 1984).
Durante aquella charla iniciada por el abierto descontento ante
la molestia de “tener que salir a fumar afuera del antro”, surgió el hecho de
la sinceridad para decir las cosas como son y llamar a todo por su nombre,
siendo así que hube de explicarle mi Orientación Sexual y mi Sexualidad y él
confesó su heterosexualidad, por lo que acordamos como primera cosa que
“PODRÍAMOS SER GRANDES AMIGOS, PERO QUE SEXO ENTRE NOSOTROS JAMÁS LO HABRÍA”, con
lo cual ambos estuvimos conformes y lo vimos como el surgimiento de una muy
buena amistad que cultivaríamos con el tiempo, lo cual ocurrió, con el devenir
de los años y el hecho mismo de llegar a compartir la misma vivienda en un
ambiente de respeto mutuo y amistad sincera.
Como las vivencias compartidas
con Antonio fueron demasiadas, baste decir que “no nos alcanzaban los días para
charlar”, puesto que he de reconocer que era una persona sumamente culta y
conocedora del mundo, que le hacían poseedor de un enorme bagaje cultural y una
capacidad de análisis fuera de lo común, tanto así que a todo le buscábamos
aristas de análisis y formulábamos sesudas teorías explicativas, todo lo que
nos llevaba a larguísimas conversaciones y al compartimiento de prolijos puntos
de vista de todo. Tal intercambio de opiniones fue fomentando la
ejemplificación, en algunos casos, de situaciones propias de la niñez y
adolescencia de ambos, que tenían en común el haber marcado, de alguna manera
nuestras respectivas vidas. Llegando incluso a decir en tono de broma el uno
del otro que “nos conocíamos mejor que nuestro propio ginecólogo.
La tragedia
Aquel 9 de abril de 2018 que
Antonio salió de casa para no volver más, ha sido otra fecha que marcó mi vida,
puesto que diez días después y por indicaciones de las autoridades, me apersoné
a la morgue de Guatemala para reconocer legalmente el cadáver de mi querido
amigo…
Las amigas
Fue el inicio de una larguísima serie de trámites y
solicitudes de permisos legales que no ha concluido a la fecha (12-05-2018),
puesto que siendo de nacionalidad española no tenía familiares en Guatemala,
mas sí el apoyo y soporte de amigas incondicionales que hemos hecho y seguimos
haciendo cuanto ha estado a nuestro alcance para notificar lo conducente y
“cumplir con el amigo hasta el final”.
Realmente, ninguna esperamos reconocimiento alguno por
nuestro actuar, pero hemos de reconocer que estamos muy afectadas
emocionalmente por el desenlace de los acontecimientos, y en medio de una
incertidumbre total respecto de nuestro futuro, pues hemos tenido que enfrentar
un sinfín de valladares de todo tipo (legales, económicos y hasta afectivos)
para hacer (y deberemos continuar haciendo) cuanto hemos logrado hacer a la
fecha, puesto que ninguna contábamos con tal desenlace.
Mónica, Flor, Clelia y Jolie.