Columna de opinión.
ORIFICIO
Pensamientos
prolijos
Jolie
Totò Ryzanek Voldan.
Creo que ningún
guatemalteco logra “desenredar” la situación económico-político-social del
país, puesto que cuando se adopta una medida económica se debe basar en decisiones
políticas, las que a su vez están condicionadas o presionadas por aspectos
sociales.
Vemos que la tasa de
natalidad en nuestro país es una de las más altas del mundo y, lejos de bajar
ostensiblemente -como se desearía-, se mantiene y ¡eventualmente aumenta!, con
lo cual cada día hay más guatemaltecos que demandan alimentos, cobijo y
servicios básicos.
El gobierno actual ha
hecho cuanto desea, ya que posee “derecho y mandato” para hacerlo, porque los
votaron con la creencia errada que acabarían con la espiral delincuencial, y
por el precedente sentado por su dirigente máximo en el pasado… los resultados
están a la vista, la delincuencia y violencia lejos de disminuir ha aumentado, y
el pueblo que los eligió se da cuenta que no cuentan con las personas idóneas,
y menos con las capacitadas para llevar a feliz término lo ofrecido en campaña,
y, como colofón hilarante del asunto, ¡no poseen los fondos para realizarlo!,
por lo cual recurren al endeudamiento interno y externo.
Realmente la
situación tercermundista es sumamente prolija, ya que debemos realizar los
cambios necesarios para lograr una vida más digna para todos, lo cual es casi
imposible de lograr con una población generadora de una gigantesca explosión
demográfica, donde la situación de atraso e incultura ha sido igualmente
generada por la exclusión y los prejuicios desde la época de la conquista
española.
Vivimos en una
sociedad gobernada por personas condicionadas para velar tan solo por “sus” derechos
y donde cada cual es víctima del individualismo e igualmente vela tan solo por el
entorno que le conviene, económicamente hablando.
En tanto avanzan los
otros países y nada puede detenerlos, acá todo mundo sigue sin entender la
íntima correlación existente entre lo político, lo económico y lo social por su
prolijocidad y ¡nadie dice ni hace nada sustancial al respecto!
El reto real estriba
precisamente en entender este tipo de prolijocidades que, no por ser prolijas,
deban ser desechadas de nuestro pensar y de nuestro quehacer cotidiano.
Es más que deseable
que las personas despertemos del “letargo inactivo pensante” con que fuimos
condicionados y en que crecimos, no podemos ver tan solo la flor, ¡debemos ver
el campo!…
Cuando dejemos de
vernos a nosotros mismos y veamos nuestras familias, cuando veamos nuestras sociedades,
cuando veamos la interdependencia propia del planeta y lo prolijo de las
relaciones interplanetarias… entonces y solo entonces, estaremos en la búsqueda
de las soluciones integrales que necesitamos.
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