Apuntes de la invasión (20170917)
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Me ha gustado pensar lo impensable, porque la experiencia de vida que poseo dicta que “en Guatemala todo es posible”, que “acá se han visto muertos acarrear basura” y que “en Guatemala hasta las paredes oyen…”
Así que no teniendo más que la vida por perder, pensé lo que sucedería si fuésemos invadidos, ya que ante la ausencia total de Estado, nos es remoto que las piezas del tablero se movieran en tal sentido, aparte de la desastrosa lección dada por nuestro “glorioso” ejército de no haber ganado una sola batalla desde su creación, y no por su debilidad, sino por la imbecilidad de sus mandos, quienes, como lo dicta su Ley Constitutiva, “es obediente y no deliberante”.
Pero lo peor lo constituye el hecho que es una de las carteras gubernamentales que muchas veces ha poseído la mayor asignación presupuestaria (durante la sucesión de gobiernos militares así fue) o se la han complementado mediante transferencias presupuestarias en cada uno de los ejercicios presupuestarios de la nación (como ha sucedido durante casi todos los gobiernos civiles), para que toda la oficialidad y tropa posea comida, techo y salario SIEMPRE, aunque jamás se vea que hagan algo en favor del país. Baste citar el ejemplo del fallido resguardo de nuestras fronteras, ya que de hacerlo efectivo, Guatemala no sería “el puente de paso” del contrabando, drogas y personas hacia cualquier lado de ellas.
Tal conjunción de cosas (la no deliberancia y tener siempre cubiertas sus necesidades, confort y posterior jubilación), ha logrado que sea una especie de élite que no solo no trabaja, sino que tiene garantizado todo, y el poder que otorga la posesión de las armas…
Si a lo anterior sumamos la carencia de un Estado y el sentido de identidad patria de todos los guatemaltecos, no es remoto que a algún otro idiota se le ocurra invadir nuestro territorio, para sacar provecho del cobro de coimas, aranceles o sobornos por el “derecho de paso por el puente” que somos.
Con todo, se me ocurre que los únicos estados interesados pudieran ser: El Salvador por su necesidad de territorio, y México, para quedarse con todo y no solamente con Chiapas y Soconusco, pero tales extremos son completamente improbables, dada la actual y vigente intríngulis internacional.
Entonces, ¿no habrá quien desee invadirnos?, yo creo que sí, y que tal invasión ya viene de muchos años atrás, y se ha venido gestando muy silenciosamente y mediante la compra de voluntades de funcionarios y de la alta oficialidad del “glorioso”, puesto que es un secreto a voces que mientras hacen el gran escándalo publicitario de haber capturado un cargamento de drogas en una lancha tiburonera (por ejemplo), “casualmente” ingresa o sale todo un convoy custodiado por elementos del Ejército de Guatemala por alguna de nuestras desguarnecidas fronteras.
Exagerada o no, es algo que la evidencia demuestra: tal el caso de la solicitud de extradición con cargos de narcotráfico del exministro López Bonilla –ignoro el grado militar que poseía– por la justicia estadounidense, cuyo involucramiento fuera confirmado por las declaraciones del capitán Byron Lima, siendo eso y no el dominio en las cárceles del país la causa de su ejecución. Otro el ejemplo lo constituye la existencia del grupo denominado “Los Zetas” en la frontera mexicano-guatemalteca, cuyo involucramiento en narcotráfico es claro o la captura y extradición de aquel famoso alcalde zacapaneco “de cuyo nombre no deseo acordarme”, etc.
El caso es que la invasión de nuestro territorio es un hecho real y consumado por el narcotráfico y publicar este escrito me coloque en el lugar que ocupa la diana del tiro al blanco. En todo caso, quise publicar este escrito por varias razones a saber:
La primera, para que entendamos de una sola vez que poseemos y mantenemos en Guatemala un ejército carísimo y que no hace nada provechoso para el país, y está permeado a los más altos niveles por el narcotráfico.
La segunda, porque muy lamentablemente, nuestro Presidente es una persona proclive hacia los militares y pueda ser que él mismo reciba parte de “la tajada” o sea “el tonto útil” al servicio aparente de militares, que en realidad son narcotraficantes también.
Y la tercera, como lo aseveré al inicio de este escrito, ya no tango nada diferente a la vida que perder, pero sí mucho que aportar al conocimiento de la realidad guatemalteca en nuestro territorio y fuera de él.
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