PENSAMIENTO SOCIAl
GUATEMALTECO.
–Ensayo teológico–
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Dedicatoria:
A todo “ser racional”, que se niegue a vivir como: “ser irracional”.
ÍNDICE
Introducción
Nuestra realidad
Ejemplos de pensamiento
Breve historia
La dignidad humana
Consideraciones acerca del pecado
Criterio final
Epílogo
Introducción
A falta de publicaciones de apreciaciones teológicas relativas a asuntos sociales decidí que es saludable abordar temas de esa índole, ya que aparentemente “todos temen” abordar temas de dicha connotación de nuestra realidad vivencial... Evidenciando de esta manera, la doble moralidad que poseemos y, la carencia de congruencia entre nuestro pensar y nuestro actuar.
Igualmente reconozco que el presente ensayo teológico no debe desmeritarse en cuanto a su contenido, por cuanto está escrito para “brindar un pequeñísimo aporte iluminador” en medio de la ilogicidad existente entre nuestro pensar y actuar.
Es igualmente, una exposición de ideas y conceptos empíricos, sujetos, consecuentemente, a la comprobación científica que he deseado compartir con todos por sus implicaciones morales.
No pretendo que sean perfectas ¡ni mucho menos!... Pretendo, eso sí, brindar una visión teológica de la realidad inquietante que día a día trastoca nuestros valores (que debieran ser absolutos), modificando nuestro pensar y por ende nuestro accionar en la sociedad.
Le invito a que comparta una sana crítica de las exposiciones y realicemos, así, un real esfuerzo de profundización, en la búsqueda de una claridad de pensar; para que iniciemos una superación conjunta y tomemos un nuevo derrotero que nos depare un mejor futuro y logremos una toma de consciencia respecto de la necesidad de cambio de nuestra mentalidad, enfocada hacia el encuentro de otra mucho más crítica y hacia una mejor convivencia; fundamentada en la criticidad de nuestro pensar; empezando a romper los esquemas que delimitan nuestras actitudes ante los hechos de la vida y los hechos por los demás.
La autora.
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Nuestra realidad
Inicialmente observamos que casi toda Guatemala, se queja de la falta de principios morales y de ética en la cotidianidad. Puesto que en cualquier parte, punto, hora o situación, campea la discriminación y la violencia en cualesquiera de sus múltiples manifestaciones.
Otros que vivieron “años mejores”, se dedican a pregonar que hemos “ido de mal en peor”. Que “en sus tiempos” el respeto, la seguridad y el orden, eran puestos de manifiesto en todas y cada una de las actuaciones de la población.
Teniendo con ello, algo que pudiéramos definir de manera a–priori como “conducta social”, donde no tenían cabida de ninguna manera o forma las atrocidades que vivimos hoy en día, puesto que los trasgresores de la ley eran severamente castigados y ¡hasta asesinados! –generalmente a manos de las “fuerzas de seguridad” –.
Aún hoy, cualquier cantidad de personas clama por un gobierno “al estilo” del presidido por el nefasto general: Jorge Ubico.
A quien le brindan todo tipo de elogios, puesto que guardan “gratos” recuerdos; por cuanto en medio de la dictadura, ¡se podía vivir! y el dinero “alcanzaba” para lo necesario.
Surge entonces, la pregunta: ¿Si tan bueno era, por qué fue derrocado?... ¿por qué el pueblo dijo: “¡basta ya!”?...
En otras palabras, el tan pregonado “respeto, seguridades, orden y bonanzas” tenían un costo tan alto que los mismos “beneficiarios” de la sociedad (además de quienes realmente pagaban el precio en las cárceles, tumba o exilio, por el delito (?) de pensar y/o actuar ante tanta atrocidad y denunciar tan oprobioso proceder); se vieron fortalecidos por una buena parte del ejército que, harto de tanta sangre inocente derramada... En un momento de auténtico nacionalismo ¡conjuraron y triunfaron! –02–
La historia es clara y aplica de manera infalible para este caso, la verdad expresada en el proverbio popular que dice: “Tanto va en agua al cántaro, que al final se revienta”.
El pueblo tenía de todo; menos derecho a vivir y a pensar –ya no digamos disentir–. En tres palabras: CARECÍA DE LIBERTAD.
Aprendió “a fuerza de palos y balas que debía callar” y “ocultar aquello que no fuera conveniente” si quería conservar lo poco o mucho que poseyera (la vida incluida).
Dicha actitud, desde luego ya venía practicándose desde la llegada de los conquistadores españoles y determina el “proceder de las etnias indígenas”, como respuesta al sojuzgamiento, esquilmación y discriminación impuestos. [N/A: Asunto que ampliaré en el capítulo referente al aspecto histórico].
Posteriormente –en el tiempo actual (albores del siglo XXI)–, ha llegado a constituirse como “un actuar” ante el proceder a todas luces inmoral y de negación de la propia dignidad humana [N/A: Ver apartado referente al tópico].
Lo más aberrante del caso, es que “invita a la pasividad y la indiferencia social”; surgiendo así un patrón de “conducta social sui–géneris guatemalteco”.
El mencionado patrón, a su vez, está determinado por un “conservacionismo general” (mantenimiento invariable de las cosas), puesto que muy pocos se han dado cuenta que el cambio hacia el futuro, y no hacia el pasado nos es indispensable. Dicho “pensamiento conservacionista” nos ha sido implantado con el devenir de los años, de una forma envolvente, con el único fin de: “Mantener una cultura y valores en nuestra sociedad”; ¡Que obviamente “conviene” a los poderosos! Por innumerables razones y situaciones económicas, esencialmente.
Baste para el caso que nos ocupa, observar el proceso de “enriquecimiento” que denotan los
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“pastores” de las iglesias y sectas protestantes a costa de los diezmos y esfuerzos de sus seguidores... –que arribaron a nuestras latitudes luego que un tal: “Reformador” expulsara del país a la “ultra–conservadora iglesia Católica” del entonces, por acaparadora de bienes–. Y abrió el país, ¡al arquetipo de “comerciantes de la fe”!
Realmente es penoso y vergonzoso que estos mismos seguidores de los pastores observen el “desarrollo del enriquecimiento del líder y sus allegados –en el mejor de los casos”– y, sigan sin acordarse que Jesucristo mismo, optó preferentemente por los pobres, marginados y excluidos... Aunque Él “no tuviera siquiera, en dónde recostar la cabeza” (MT. 8, 20). Que todos somos iguales en dignidad, puesto que fuimos hechos “a imagen y semejanza de Dios” (Gen. 2, 27). [N/A: Expresión que dimensionaré correctamente en el capítulo referente a la Dignidad Humana]
¿Será que Dios “se equivocó” al dotarnos con un cerebro que tiene la función de pensar y con ello definir nuestro actuar?...
¿Cómo entonces, vemos que las cosas suceden día con día? Y... ¡Nadie hace nada por remediarlas!
Vistos así los acontecimientos, definimos un esquema generalizado de pensar y actuar social que se resume en: Una aberrante posición de aceptación, pasividad y aislamiento ante todo cuanto nos afecta y... ¡nos determina social, política, religiosa y económicamente en nuestra sociedad!
Si a lo anterior sumamos las secuelas de la “guerra fría” que aún subsisten en Guatemala, donde cualquier persona que denuncia las atrocidades e injusticias vistas o vividas, ¡es comunista! [N/A: Forma peyorativa con que se califica la búsqueda de justicia y verdad en Guatemala], tendremos una perspectiva bastante real del pensamiento social que mueve el actuar del país.
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Ejemplos de pensamiento
Cualquiera que se precie de “tener éxito”, deberá demostrarlo con posesiones materiales; enseña el esquema individualista que nos rige (y lanza a devorarnos mutuamente).
De las posesiones espirituales; se dice que “cada cual es libre de aceptarlas (o retorcerlas)” a conveniencia (¡económica, por supuesto!).
Veamos algunas respuestas clásicas (con negrillas) de guatemaltecos cuando se les hacen planteamientos de situaciones sociales concretas que nos afectan; con las respectivas observaciones teológicas (entre paréntesis) que derivan:
- No hombre, lo que sucede es que “Dios los ha bendecido un poco más” (¿Para que le quiten un poco más a los demás, todos los días, en provecho propio?...)
- Lo que sucede es que desde que se tiene memoria, hay quien tenga más que los demás. (¿Y la igualdad de todos los seres humanos pregonada por Jesucristo? ¿Dónde queda?)
- Alguien tenía que ser “el patrón y otros los empleados” (Entonces ¿por qué el patrón tiene y hasta le sobra, mientras que el empleado se muere de hambre por carecer de lo básico?)
- Cada cual debe velar por su propia superación material é intelectual. (¿Por qué será que los pobres y los habitantes de áreas rurales no tienen, en general, acceso a la superación?)
- Es el gobierno “el obligado” a velar por los desposeídos; ¡nosotros no!
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(Es acaso, la sentencia bíblica de: “Amar al prójimo como a sí mismo” (MT. 19, 19) ¿Únicamente para el gobierno?)
· Vea, la experiencia enseña que “quien se mete a redentor: sale crucificado” (Es, entonces que “Amar”, es simplemente decir expresiones tales como: “pobrecito”, “te amo”, “te quiero”, “vaya con Dios”, “tenga esta ayudita” (entregándole la menor cantidad posible), etc. ¿Jesucristo “pasó haciendo el bien” (Hech. 10, 38) tan solo para “presumir” que Él era el hijo de Dios?)
- No conviene “darse color” (provincialismo que denota: notoriedad) porque después, lo “andan llevando y trayendo a uno para todo y por todo” (¿Jesucristo se entregó de manera total, para que nosotros actuáramos como espectadores impasibles o para que siguiéramos su ejemplo?)
- Vea, no se supera, quien no quiere. (¡Claro!, todos quieren superarse, pero ¡antes tienen que vivir!, y no hay que ser un erudito en nuestro país para darse cuenta que, en Guatemala, solamente se sobrevive de manera precaria, y que las oportunidades de superación, existen para la clase pudiente que puede pagar por ellas. No para el grueso de la población que se debate entre la pobreza y la extrema pobreza)
- La iglesia, es para alabar a Dios, no para hacer política ni otras cosas. (Jesucristo tuvo una “política o patrón general” en su actuar, y fue: “Amar sin
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ningún límite”. Ello nos obliga a intentar cuando menos a hacer otro tanto con nuestros prójimos, si es que queremos dar testimonio de nuestro cristianismo.
Consecuentemente, y como ya se ha dicho anteriormente, amar es bastante más que decir: “te quiero”, antes bien, para los cristianos, es “hacer realidad en esta tierra el Reino de Dios para todos cuantos lo deseen... Aquello que dice: “Tuve hambre y me diste de comer; tuve frío y me abrigaste; fui forastero y me acogiste..”. (Mt. 25, 35 ss.). A Dios se le alaba “ayudando al necesitado”.
Además, “iglesia” es por definición consensuada –por todas las iglesias católicas y protestantes–:“Pueblo de Dios”, ¡no un edificio en donde se reúnen los creyentes1, teniendo en cuenta, que el edificio en mención, lejos de ser punto de llegada... ¡Es punto de partida! –En cuanto a la proyección real de los creyentes, hacia sus prójimos dentro o fuera de ella–.
¡Claro que en la iglesia se hace política! (Que por definición, son relaciones entre humanos) y... ¡Muchas cosas más en favor de los desposeídos!, sobre todo en favor de todo aquel humano excluido por el sistema –aunque no pertenezca al credo religioso del que procede el beneficio–.
LO QUE REALMENTE NO SE HACE, ES: POLÍTICA PARTIDISTA, ya que la misma tiene un fin inmediato (elecciones, por ejemplo), mientras que el proyecto del Reino, es una tarea iniciada por Jesucristo y finalizará cuando todos los humanos del mundo podamos vivir de manera armónica con la naturaleza; con dignidad, siendo solidarios, en paz, con justicia, y, amor mutuo. Sabiendo
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que: Si ya hubo algunos (Jesucristo, María y otros) que lo lograron, ¡Es factible su repetición por nosotros!... Ello, y no otra cosa, es la santidad).
Dado que también existen personas que se sienten impactadas por corrientes de pensamiento externas, “se valen de las mismas para escabullirse” de su papel como cristianos. Y expresan opiniones (con negrillas) como las siguientes, cuyas críticas teológicas se encontrarán entre paréntesis a continuación:
- Si no fuera por el neoliberalismo económico, todavía estaríamos con una industria artesanal y dependiendo de un comercio caprichoso y advenedizo. (¿Es acaso que dicha corriente de pensamiento no nos ha llevado donde estamos? ¡Un mundo donde los ricos son, cada día más ricos y los pobres más pobres! ¡Un mundo donde cada cual “hace lo necesario” (matar y robar, incluidos) para poseer más, “sin que importen” los demás! Un mundo en el cual la brecha entre ricos y pobres... ¡Es cada día más grande!).
- Con eso de “la globalización, nadie se puede sustraer de la realidad envolvente que nos abarca. (¡Claro porque a la par de crear nuevas y mayores expectativas de comercio, ¡cualquiera, que posea un capital, podrá aspirar a ser, más que un capitalista, un imperialista! (expresión económica que define a “los avorazados, que jamás se conforman con lo que poseen”).
Lo lógico –cristianamente hablando– sería
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que se aspirara a que la globalización sirviera para llevar oportunidades de superación a todo el mundo, para que al menos, el flagelo del hambre de nuestros países tercermundistas pudiera ser mitigado parcialmente y no solo obedeciera a los intereses de índole económica)
- La ley de oferta y demanda es la que rige los destinos de los hombres y de los pueblos. (¿Cómo es posible que alguien “se escude” en tal ley, para justificar la negación del derecho a la vida de sus prójimos?... Inicialmente vivimos...
Después y ¡solo después! Nos regimos por leyes –que ciertamente coadyuven a una mejor convivencia, no al exterminio de los seres humanos excluidos por el sistema–).
- No se puede “ir contra la corriente”. Ésta es, quizá, la peor de todas las respuestas que podamos recibir, porque lleva implícito “el reconocimiento de la propia debilidad de la persona”; pese a que le están sucediendo las cosas; –está siendo esquilmado, explotado, denigrado, etc.– Se da cuenta de ello ¡Y lo acepta resignadamente!...
Se le “olvidó” aquello que dice: “Yo he venido a este mundo para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn. 10,10). Donde “abundancia” es bastante más que tener muchos bienes y posesiones –innecesarios a la postre–. Antes bien, es tener lo necesario para una vida armoniosa con la naturaleza que ha creado Dios para nosotros... Esto implica necesariamente, entre otras cosas: Vida física; salud, alimentos, trabajo, respeto, vivienda,
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religión, educación, criterio formado, etc.
Lo que es más censurable de la mencionada respuesta es: “que dice todo y no dice nada”, por cuanto no se ha definido el significado de la palabra: “corriente”. Pudiera decirse, eso sí, “que transita” por el mismo rumbo por “donde van todos”... Ello sería loable si todos actuaran “con plena convicción”, pero la experiencia observada es que “cada cual acarrea agua para su propio molino” y es precisamente el ejemplo más claro de lo que se considera, en la iglesia Católica, como “pecado estructural o social”. [N/A: Este concepto será ampliado en el capítulo referente al pecado].
Desde luego que he escuchado muchísimas respuestas más –estoy segura que usted también– sin embargo, lo importante para este trabajo, no es tanto la variedad, sino lo que se lee en el título del capítulo: “Ejemplos de pensamiento”, puestos con el objetivo de ejercitar un poco la memoria, para abordar de mejor manera la síntesis que de ellos se hace seguidamente, donde encontramos varios pensamientos de índole general a todos, aunque hayan sido expresados con otras palabras.
Algo así como quién descubre: un común denominador subyacente... Como que lográsemos “penetrar en lo que estaba pensando” quien lo expresó al momento de ser cuestionado. Encontrando de esta manera, varios criterios comunes que resumiremos así:
- Todos concuerdan en “pasarle a otro” los problemas.
- Nadie asume una posición definida, respecto de situaciones que “en apariencia” le son ajenas.
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- Todos se preocupan de su “propio bienestar”, olvidándose que ese mismo bienestar sería más halagüeño, si se uniera a sus semejantes y dejase de actuar individualmente.
- Todos utilizan “el criterio” que poseen “para defenderse” de un posible involucramiento (que pudiera tener oscuras intenciones) o para “excusarse de una manera elegante” (y no tener que reconocer que son unos perfectos idiotas y/o ignorantes del tema).
- Todos los pensamientos usados como ejemplo están fuertemente impactados por “la cultura de terror y traición” que caracteriza Guatemala.
- Algunos (casi todos) concuerdan en que “en todo caso, es culpa de otros...” Como si lo que se les preguntara fuera: “¿De quién es la culpa?” Contestando así, otra cosa; no lo preguntado. Desnudando así, su falta de atención o estupidez. (Sé que es altisonante, pero, ¿acaso no le ha sucedido a usted también?).
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Breve historia
Es importante incluir algunas acotaciones históricas, ya que mediante su conocimiento nos ubicaremos en una mejor posición para los razonamientos subsecuentes, respecto de la búsqueda de los condicionantes que han devenido en la conformación del “pensamiento sui–generis guatemalteco”.
Puesto que se tienen muy escasos datos del actuar, y menos del pensamiento de los indígenas antes de la llegada de los conquistadores españoles; es prudente iniciar nuestros razonamientos, a partir de la llegada de estos últimos a Guatemala.
El proceso (campaña militar) de la conquista por los españoles, tuvo dos aspectos fundamentales, a saber:
1. Un sojuzgamiento de la población encontrada; con el fin de obtener el pago de tributos a la corona española (que de paso y por la distancia, permitió el enriquecimiento de los conquistadores mediante “La Encomienda”).
2. Una “evangelización” de la población encontrada, para darles a conocer “el proyecto de salvación”. Siendo “autorizadas” por el obispo de Sevilla (encargado de la evangelización de todos los territorios descubiertos), dos órdenes misioneras: Los Dominicos y Los Franciscanos.
Las visiones de ambas órdenes diferían esencialmente en cuanto al método a emplear para la evangelización, ya que Los Dominicos inicialmente “catequizaban” (enseñaban la doctrina) y luego “bautizaban” a cuantos hubieran logrado
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convencer (lo cual se refleja hasta la fecha en las comunidades del norte de Guatemala, donde el “sentido de pertenencia a un credo religioso” es sumamente fuerte). Los Franciscanos por su parte, “creían que todo aquel que muriera sin bautizarse, sería condenado irremisiblemente”. En consecuencia, primero “bautizaban” y luego “catequizaban” (acá parece tener su origen la costumbre de bautizar a los recién nacidos, aunque ni ellos mismos sepan o entiendan el significado del asunto, menos aún, el concepto de “pertenencia a un credo religioso”).
Hasta aquí, las discrepancias quedaban en el plano religioso, pero sucedía que los mismos misioneros que les hablaban del “amor” eran protegidos por los conquistadores militares, que al saberse en desventaja numérica, ¡jamás vacilaban en matar, encarcelar, torturar o violar!...
Para la raza indígena del entonces, orgullosa (como cualquiera), era vergonzoso el sojuzgamiento... Pero peor era, “mezclarse” con el enemigo (de lo poco que se sabe de ellos anteriormente, es que hacían sacrificios de sangre a sus dioses, y en consecuencia la sangre “pura” era sumamente apreciada por la cultura indígena).
Todos sabemos los resultados de algunas violaciones de mujeres... Acá es donde surgen los primeros “mestizos” (no eran “legítimamente” españoles ni indígenas).
Pero, paralelamente a lo anterior, podemos asegurar que si no todos, la mayoría de los españoles conquistadores vinieron sin su consorte, motivo por el cual “tuvieron que ‘agenciarse’ una”.
Todo estaba bien hasta allí. El problema de los
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hijos “mestizos” principia cuando se decide su educación, por cuanto el “resentimiento indígena” les fue transmitido por sus madres desde el vientre mismo (al no ser esperados amorosamente porque serían repudiados).
Qué diríamos del idioma, si la mayoría de la población del entonces utilizaba el propio, y los españoles el de ellos. ¡Seguramente: eran bilingües!
El real problema se gesta cuando la sociedad indígena los rechaza por “impuros” y la sociedad constituida por los españoles también los rechaza por “mestizos”.
En resumen, “desde antes de su nacimiento, la raza mestiza del país es rechazada por cualquier razón que pudiera argüir alguien que se considerara puro, étnicamente hablando.
Con el advenimiento de La Encomienda Española, surgieron los grandes propietarios de latifundios en el país, a quienes “se les encomendó” el cuidado de grandes extensiones de territorio, para que “cuidaran” las tierras conquistadas para los reyes de España, y pagasen un tributo “establecido a capricho”, y podían justificar la mora o el impago de los mismos, mediante “donaciones a la Iglesia” (acá no faltaron las herencias universales).
Naciendo así la corrupción en nuestro país, puesto que todo ese entramado se prestaba a todo tipo de violaciones formales e informales, por los encomenderos españoles y/o sus afines.
La historia se repite inexorablemente durante los años y, aquel resentimiento subyacentemente (por la exclusión) de los mestizos, se torna en odio a las otras dos razas y sus descendientes... Hasta que “fermenta” en algunas escaramuzas inter-étnicas, con lo cual los mestizos van adquiriendo de manera inconsciente una noción de clase social y con la ayuda de algunos religiosos de la época empiezan a tener algún acceso a la educación formal y a los bienes de capital de la época,
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situación misma que, los impele a trastocar aquel odio subyacente en “una toma pacífica del poder”, logrando así (para sí mismos): “la independencia de España”.
Aunque el sistema capitalista, aún no existiera, “ya existía empíricamente” la denominada: “libre empresa”, aunque fuese de índole artesanal.
… Con el paso del tiempo, los mestizos empezaron las disputas entre sí por el poder, surgiendo así dos grandes bandos rivales e irreconciliables: “Los Liberales” y “Los Conservadores”, que en el devenir de la historia fundaron varios partidos políticos reales y ficticios, para acceder al poder; y “disponer de los destinos de la patria” –¡Claro!... en función de sus propios intereses económicos, mismos de los que “la ultra–conservadora Iglesia” de la época no estaba exenta, por ser ya una institución poseedora de grandes extensiones territoriales dentro y fuera de las ciudades de la época–.
En aquel momento surge un caudillo que “dispone” cambiar un poco el estatus general existente; siendo llamado por ello: “El Reformador” (tanto así, que su estatua aún adorna una de las avenidas de Guatemala, que igualmente lleva su apelativo; subsiste una plaza con su nombre y una “mini–torre Eiffel” que sirve –cuando funciona– de faro para orientar los aviones hacia el aeropuerto... Y de estorbo cuando despegan... En fin... ¡Así es Guatemala!).
El tal “Reformador”, para lograr sus aviesos fines, fundó, organizó y armó por vez primera, El Ejército de Guatemala y proclamó la libertad de cultos religiosos, invitando a La Iglesia Evangélica Presbiteriana a radicarse en el país –tuvo, según él, el cuidado de tenerlos “cerquita” (atrás del palacio de gobierno) para “vigilarlos”...–
Inconforme, con la pequeña parcelita que era Guatemala; tuvo el sueño de “unificar nuevamente
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Centro América”. Siendo muerto en una de las primeras batallas que se libraron por dicha causa (“Batalla de Chalchuapa”, en El Salvador).
Sin embargo, como ya se dijo, algunas de sus “reformas” subsisten: la libertad de cultos religiosos; el Instituto para señoritas Belén (instalado en el expropiado convento de la congregación Belemita); la Sociedad de Historia (instalada en el expropiado convento de la congregación Dominica), etc.
Consideración por separado, merece El Ejército de Guatemala; por cuanto que siendo depositario de la fuerza de las armas. Ha tenido un desarrollo diferente a los fines para los que fue creado. Ya que, con el paso de los años, se ha consolidado como uno de los engranajes más importantes (si no el que más) que determina (por el poder que detenta) el pensar y actuar del pueblo guatemalteco.
El gobierno de turno, cualquiera que fuera, “dependía de su apoyo” para seguir en el poder... Si los gobernantes eran “liberales”, el ejercito aplacaba a los “conservadores”... ¡Y viceversa! Hubo un presidente conservador que se “perpetuó” –como casi todos los gobiernos del entonces– en el poder, por el apoyo que le brindaba el ejército del entonces... Propiciando, el momento más triste de la historia guatemalteca, por cuanto el mencionado dictador creó “por consejo” de la C.I.A. (de Estados Unidos de Norteamérica) el “Departamento de Inteligencia Militar” del Ejército de Guatemala y la primera “Policía Judicial”.
Ambas instancias tenían como propósito: el mantenimiento en el poder del dictador, y de paso “Carta Blanca” (permiso inconsulto) para torturar y “desaparecer” a todo aquel, que ellos consideraran enemigo del gobierno.
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Los gobiernos y dictaduras se siguieron sucediendo a lo largo de la historia, sin embargo, ¡nadie podía acceder al poder sin el apoyo del ejército! Mismo que hasta la fecha sostiene al gobierno de turno “si hace” lo que ellos (la milicia) le dice que haga... ¡Ellos y nadie más son el gobierno tras el trono! Situación mantenida en base a una enseñanza de sangre y muerte instaurada desde la década de 1930; que viene sufriendo el pueblo de Guatemala...
“Un secreto a voces” que hasta el más tonto sabe es que: “En Guatemala, hasta las paredes oyen” [N/A: Guatemaltequismo que denota la eficacia de los soplones –“orejas”– del gobierno].
Tal conducta es, en combinación con “el individualismo servil”, la que en definitiva le ha dado su “toque” tan peculiar al pensamiento sui–generis guatemalteco; por cuanto que: “Ya ninguno sabe a ciencia cierta quién es quién”... Lo cual es una práctica sumamente arraigada en nuestro medio y tan guatemalteca como cualquier otro componente de la sociedad.
Esta práctica ha tenido, decía, grandes repercusiones históricas que seguramente su nefasto creador ¡ni siquiera imaginó! Veamos algunas de las más notorias:
- Por “el temor de hablar y ser escuchado”, todos se abstienen de hacerlo, y “se han acostumbrado a aceptar todo tipo de atropellos en su contra y contra la sociedad”.
- Como “sub–producto” de la anterior situación, ¡La sociedad se ha “atomizado”! De tal manera, que cada cual ve tan solo sus propios intereses, y no los comunes, basándose en un “falso sentido de
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protección y resguardo de sus bienes e integridad”. Haciendo muy difíciles los esfuerzos de “unión social”, con que debiéramos convivir.
- Se ha perdido mayoritariamente, el “concepto de clase social” y todo integrante de la sociedad, la analiza y observa desde “su” particular punto de vista, y no desde el punto de vista social, pues carece de un “concepto de pertenencia a una clase” o una sociedad.
- Cualquiera “le teme” al Ejército y sus tentáculos formales e informales; (legales e ilegales); pues sabe que “hacen justicia (¿?) por mano propia”... Cuando debiera ser de manera contraria en la sociedad.
- Prácticamente ningún miembro de la población “confía” en su gobierno; ya que quienes lo integran dicen –dentro y fuera del país– una cosa muy diferente, a lo que realmente ocurre...
Y cuando surgen voces de denuncia, ¡surgen inmediatamente los calificativos de traición y subversión!... Que a la postre son un “sinónimo guatemalteco” equivalente a sentencia de muerte o exilio forzoso.
- El peor de todos los efectos es el observado a tenor del conjunto de los anteriores incisos... Aquel cuando los sujetos armados “disponen” por cuenta propia “arreglar las situaciones incómodas que les perjudican o donde son aludidos” [N/A: como el presente ensayo, por ejemplo], contribuyendo “con su granito de arena” a enlodar más la ya sangrienta imagen de Guatemala en el ámbito internacional, como “el país de la
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eterna matadera” y de paso, “enviar el mensaje subliminal de poder” al resto de la población.
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La Dignidad Humana
Dignidad es una palabra que muchos –la mayoría– “confunde” con la palabra orgullo, última que solamente en el mejor de sus sentidos es bastante compatible con la palabra dignidad. Sin embargo, en Guatemala, la palabra: “orgullo” es entendida como: la posesión de “algo en mi”, que me hace superior a los demás. Algo así como el hecho de aseverar que, “mi apellido es de mayor alcurnia” o “por mis venas corre sangre azul” [N/A: retomando conceptos medievales, falsos ad–argumentum] o “mi dignidad no puede ser pisoteada por nadie”, acaso no sería mejor decir: “mi orgullo no puede ser mancillado por nadie”, etc.
He de decir por ello, que en el 99% de los casos que he escuchado a personas aludiendo a “su dignidad” no apelan a otra cosa diferente que a “su propio orgullo”. Es decir: aquellas cosas, que aunque saben que son incorrectas, ¡se niegan a cambiar!
Consecuentemente, hemos de ser muy cuidadosos en el empleo de la palabra “dignidad”, por cuanto es una “calidad que nos ha otorgado Dios”, diferente de decir “no” o “si”, por orgullo.
Para el mejor entendimiento del mencionado concepto, me valdré de un ejemplo brillante, expuesto por uno de mis maestros de Teología (Teodoro Nieto), el cual parte de la concepción universalmente aceptada que: “Dios es perfecto” (es decir: lo puede todo y tiene todo).
Cuando ese “Dios perfecto”, en un inmenso acto de amor (para compartir su todo) realizó la Creación, también “creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza” (Gen. 2, 27).
Es decir que tanto el hombre como la mujer son imagen de Dios –vea como quedan acá, los alegatos protestantes en contra de las imágenes–.
O sea que somos iguales que Dios, menos “un poquito” que llamaremos “X” [N/A: para emplear un lenguaje comprensible], con lo cual nuestra
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“fórmula” sería planteada de la siguiente manera:
DIOS = HOMBRE (O MUJER) – “X”
(Donde “X” es el pecado –o imperfección–)
De ella colegimos que en la medida que “X” tienda a cero [N/A: sea menos cuantificable] nos acercamos más a la santidad, que nos es otra cosa diferente a la perfección de Dios –ya que cero, es “el neutro” de la operación diferencia [N/A: resta]–. ¿No sería ese el deseo del Creador cuando nos hizo así de imperfectos; pero con la capacidad de realizar los anteriores razonamientos con el cerebro con que nos dotó?...
Mínimamente, parece ser una “maravillosa meta a seguir”. Y no me extraña en lo absoluto, que haya quienes “lo persigan denodadamente durante su vida terrenal” y que la jerarquía católica lo reconozca mediante los procesos de beatificación y/o canonización.
Por ello hay una gran cantidad de personas llamadas “Santos” y “Santas”, precisamente porque han llegado a niveles superiores –donde “X” es casi cero– de santidad [N/A: otro “porrazo fuerte” para quienes dicen, sin razonar, que: “los santos no existen”].
Sí, la santidad es el reconocimiento terrenal que hace la jerarquía católica de la superación de la persona humana en la búsqueda del “cumplimiento del deseo de Dios”, puesto que nos creó “imperfectos”, para que “buscáramos la perfección”... Ello y no otra cosa, puede brindar un rumbo para nuestras vidas.
En suma, la dignidad es el hecho (no una cualidad o condición de calidad) de ser el culmen de la Creación de de Dios; los seres pensantes que Él concibió para compartir su todo, que es: amor.
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El Pecado
Inicialmente “debo decirle” que a continuación “intentaré” hacerle partícipe de razonamientos teológicos bastante profundos en un lenguaje coloquial –no porque sepa más que usted, amable lector–, sino porque pretendo hacer asequibles [N/A: entendibles] para todos, los conceptos más recientes de Teología, contenidos en varios documentos derivados de los acuerdos del Concilio Vaticano II; como los de: Medellín y Puebla [N/A: donde se habla de “injusticia” y más]. Para “empezar a manejarlos adecuadamente”, dentro de su realidad personal y situación social.
He de advertirle también que, por escandalosos que le parezcan los criterios que se describirán; TODOS están debidamente sustentados, moral y teológicamente. Su aceptación o rechazo, dependerá del “grado de formación y compromiso” que posea para en sus creencias y en EJERCICIO DE “LA LIBERTAD O ‘LIBRE ALBEDRÍO’ CON QUE FUE CREADO”.
A manera de definición de partida, puedo decirle que: “pecado”, no es un listado de ‘haceres’ prohibidos”. Sino es: el mal que hace el hombre –como especie– a sí mismo; a los demás y/o al entorno que le rodea.
Lo cual, resulta un tanto complicado a primera vista... Pero permítase unos momentos de reflexión, para ir aclarando cosa por cosa.
En palabras sencillas, podemos decir que “pecado” es hacer el mal contra cualquier persona o cosa en el mundo conocido.
“La tendencia natural” (o tomar decisiones equivocadas) del hombre por su propio origen imperfecto [N/A: el menos “X” del cual ya hablamos] a hacer el mal, es lo que se conoce como: “pecado original”. Lo cual dista mucho del discurso que hemos recibido la mayoría, donde se llama: “pecado original” a la relación sexual, desde Adán y Eva. –¿Acaso se equivocó Dios al proveernos de
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un medio físico, creado por Él, para “continuar su Creación”?...
En toda catequesis se habla del pecado, pero nadie lo define de manera precisa. Recurren a “hablar de otra cosa” que, algo tiene que ver con el problema, mas no lo enfrenta: Culpan a la carne; culpan al diablo, culpan a la tentación, etc. En suma: Cualquier persona o cosa es responsable o culpable del pecado, ¡menos quien los comete!
Es indudable que la situación no es así, puesto que entonces ¿Para qué nos dotó Dios de un cerebro con la capacidad de pensar y así definir nuestro actuar?... Más aún, ¿Para qué nos hizo libres, si nosotros “renunciamos al derecho de elegir” entre el bien y el mal?... ¡Toda persona “siempre puede elegir” entre hacer el bien o el mal!
Ser bueno (o hacer el bien) es: “El mantenimiento –de por vida, y por ello, de lucha constante– de un pensamiento crítico, destinado a la convivencia armoniosa, justa, en solidaridad con los demás y con el mundo que tenemos para vivir”.
Precisamente lo anterior, es lo que determina la importancia del “Criterio Crítico”, valga la redundancia, para evitar confusiones con otras acepciones de la palabra: “crítico” y pudiera pensarse que, es “algo” a punto de finalizar o extinguirse; u otras confusiones de índole peyorativa al “ser humano pensante”.
…Abramos pues, nuestras mentes y ¡Lancémonos a la búsqueda seria de la real dimensión de la verdad respecto de: “el, o los criterios de pecado”!
Consideraremos acá, desde: “pecados pequeños o insignificantes”, hasta los que van en contra de la humanidad completa, llamados: “de lesa humanidad”, para que vislumbremos la estrecha relación que se mantiene entre ellos, ya que a todos se aplica el calificativo de pecado.
[N/A: La clasificación usada, es para emplear un lenguaje coloquial]
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Consideremos pues, a modo de ejemplo: el pecado de apropiarse de aquello que no nos pertenece, conocido como: “robar” –supongo que todos coincidimos en que realizarlo es malo, puesto va en contra de los demás–.
Veamos cómo se desarrolla la concepción al respecto:
- Inicialmente, es tomado como: “una travesurita” del niño(a), cuando “se queda para él mismo, el vuelto (cambio) de mamá” y no pide que le sea regalado.
[N/A: Observe que desde aquí, ya existe la estructura de pecado original –de los padres y del niño–]
· Posteriormente el niño(a), crece y empieza a tomar conciencia que sus padres: “ganan el dinero” que se gasta en casa. Y puesto que ellos “solo piden y les dan”, se acostumbran a que en la mayoría (si no en todos los casos) “siempre hay dinero para ellos”, para complacer sus deseos y caprichos.
- Conforme el niño crece, va siendo “educado” por sus padres, “para ser una persona útil”, lo cual conlleva la educación para el trabajo, en el mejor de los casos, y el cultivo de la mentalidad de: aprender a velar por sus propios intereses, generando así toda una cultura de egoísmo, que crece paralelamente con el niño(a) y su conciencia o noción de cuanto sucede en derredor suyo. ¡Comienza a ver “los subterfugios y trucos” de papá y mamá!... para que “alcance el dinero” para todo cuanto sea posible. En otras palabras, dentro del proceso de “aprendizaje por ejemplo” de los padres; el niño, ¡también
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aprende las marrullerías o trucos sucios de sus padres!... Peor aún, los empieza a “imitar, a escala o conveniencia” con los padres, con los amigos, con los maestros, ¡doquiera que esté!… Cuando “es sorprendido”, recurre a la mentira –que también es pecado– huyendo así de quien lo sorprendió para evitar la vergüenza y/o el castigo.
A todo lo anterior, debemos agregar el “ingrediente egoísta” que provee el sistema capitalista que nos rige. Donde el individuo, so pretexto de vivir cómodamente, se lanza en una lucha frenética para: “Comprar lo necesario”, y así justificar su estatus y nivel de vida: Comprando la mayoría de las veces “un montón de cosas y bienes” que le son útiles, más que para la vida... para la satisfacción de su orgullo personal (no su dignidad, puesto que tod@s la tenemos ya), volviendo a pecar, de manera sucesiva e interminable –salvo que muera físicamente, y probablemente mate a otros, por uno de “esos gustitos” que le induce a conducir ebri@ y/o a excesiva velocidad en el vehículo, último modelo que recién compró “para presumir ante los demás”.
Si acaso el individuo en cuestión no muere –porque no hay que ser tan negativos–, continuará dentro del mismo rol o papel, ya que a esas alturas, está “completamente adaptado al sistema” y por ende, luchará (incluso robará y matará) con todas sus fuerzas para obtener todo cuanto desee. Cosa que dista mucho de ser bueno y mantenerse haciendo el bien... pecando ¡una y otra vez!
· Conforme sigue el proceso, se vuelve más inventivo, con tal de “tener más plata”
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[N/A: guatemaltequismo sinónimo de: “tener dinero”]. Si es empresario, busca ganar más y pagar menos a sus empleados y/o les exige “más productividad” por igual salario..., buscará “trucos legales” para no pagar tantos impuestos y “echárselos a su bolsa”... Y ¡sigue pecando, al robarle al gobierno!... [N/A: ingenioso y pecaminoso ¿no?]. Pero, ¡no todos son empresarios! También hay una mayoría que son empleados, y al igual que su patrón roban “lo que sea”: Tiempo por el cual les pagan y descansan; llegan tarde y salen en punto de la jornada; si el salario es por día laborado, hacen los trabajos a “velocidad de gobierno” (lento, parado y despacio); se reportan enfermos, para ir de compras, o porque la noche anterior, debido a su irresponsabilidad, se pasaron de tragos; etc.
Con la exposición anterior vemos que, todos “hacen lo mismo”, la sociedad completa ha trastocado su ideal de ser armoniosa y ha ido hacia una realidad muy triste a saber: ser “cueva de ladrones”, violadores, matones (con arma o de hambre a sus empleados y familias), explotadores, aprovechados, ventajistas, haraganes, usureros, lambiscones, evasores de impuestos, contrabandistas, narcotraficantes, etc.
Surge así, “el poco conocido y menos divulgado” concepto de: “PECADO ESTRUCTURAL O SOCIAL”, que no es otra cosa que el “resultado expandido e institucionalizado”, debido a la ignorancia de todos (o manipulación de algunos), que la sociedad en su conjunto fomenta y proyecta contra ella y la Creación divina.
En una “frase más digerible” es el pecado que cometemos todos, y del cual ¡no nos damos cuenta! Por no tratar de “conocerlo por sus frutos”
(MT. 7, 15–20), ¡aunque los tengamos a la vista!
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Teniendo en cuenta lo anterior, es necesario hacer un análisis más detenido del asunto, en función del desconocimiento y algunas ideas que aún quedan vacías porque “la gran mayoría de la población no ha sido educada en Teología”, y puedan darse interpretaciones erróneas.
Inicialmente, recibe el nombre de “estructural”, porque hasta aquí, venimos a caer en cuenta, que “estamos inmersos en una estructura inmoral”... Ya que prácticamente ninguno se ha percatado que casi desde que abandonamos el vientre materno, empezamos a ser indoctrinados; situación que dista mucho de: “educados”… Veamos como ejemplo el siguiente caso:
¿A cuántos de nosotros nos han “enseñado” la verdad del pensamiento que reza: “NINGUNA FORTUNA DE ESTE MUNDO, HA SIDO LOGRADA O CONSTRUIDA EN BASE A LA JUSTICIA Y EQUIDAD”?
Es maravilloso que los padres nos quieran mucho, pero es malo que pretendan dárnoslo todo, porque más tarde o más temprano se están “auto–empujando” a “ingeniarse la manera de tener dinero” para todo tipo de caprichos presentes y futuros... Lo cual, de por sí, es: avorazamiento y/o esclavitud, y por ende, pecado.
Sinceramente creo que el “proceder ideal” debiera conceptualizarse de manera diferente y no por la cuantificación de los bienes y posesiones del esquema consumista que nos rige.
Hemos sido “educados” [N/A: o, domesticados] hacia la superación en términos monetarios y el sistema imperante es esencialmente individualista y la concepción de solidaridad, ha sido reducida al concepto de caridad paupérrima (en el mejor de los casos); los valores de las personas, son medidos en función de cualquier categoría, menos en términos de su dignidad de hijos de Dios y para colmo de males:
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¡La sociedad aprueba y fomenta dicho proceder!
Que dicho está: ES COMPLETAMENTE INJUSTO Y ANTICRISTIANO, porque indistintamente de cómo lo juzguemos, percibamos o vivamos, es completamente claro que: Todos somos hijos de Dios, y si Dios nos puso en el mundo fue precisamente para que nos “amáramos los unos a los otros” (Rom. 13, 9), no para que nos: “Excluyéramos, robáramos o matáramos los unos a los otros”... Que ciertamente “son los frutos que conocemos” [N/A: parafraseando MT. 7, 15–20].
Concluimos pues, que, “EL EFECTO MULTIPLICADOR DE LOS PECADOS PERSONALES, NO SOLO HA CORROMPIDO LA SOCIEDAD, SINO LA EMPUJA EN SU CONJUNTO, A LA APROBACIÓN Y SUSTENTACIÓN DE UN PROCEDER INJUSTO”, por cuanto que lo que hace uno, es emulado y amplificado, por otros y, al final, por todos. Situación que nos ha construido la sociedad corrupta e injusta en que vivimos.
Por este injusto proceder, es que la Iglesia (pueblo de Dios) y como institución, levanta y hace escuchar su voz, cada vez con más fuerza. Ya que en definitiva, no puede ni podrá jamás, estar de acuerdo con que haya excluidos, discriminados, explotados, aprovechados, corruptos, delincuentes e inescrupulosos “comerciantes de la fe” que a la postre no contribuyen en nada a las soluciones, mas sí, a agravar los problemas de nuestra sociedad.
Entiendo que lo expresado, “le pondrá los pelos de punta” y pensará en la manera de destruir semejantes concepciones, –o dejar de leer el presente ensayo–. Ante lo cual solamente puedo decirle que, la dimensión teológica y las connotaciones éticas, morales, sociales y económicas no son fáciles de manejar. Consecuentemente, les recuerdo que vamos analizando cosa por cosa. “Aunque no le sean
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convenientes”.
Igualmente sé que, más allá de mis pensamientos y los de la Iglesia (pueblo de Dios), los resultados son sufridos y vistos por todos.
Lo anterior lleva entonces a, “darle otro palazo” a las religiones y sectas que se llaman: “cristianas” y que por sus pensamientos y acciones (los frutos) ¡no lo son!... Por cuanto “no luchan por la igualdad y el amor”... Menos han llegado [N/A: ni llegarán] a “la concepción de la imperfección (“X”) con que Dios nos creó”; pero sí han contribuido a la propagación de una creencia social que, en medida de imperfección es, “cada vez peor”... siguen, impunemente, tratando de lograr “aceptaciones de fe corrompidas”; que en el mejor de los casos aceptan que: la sociedad está mala y que por ello “hay que aceptar a Cristo en sus vidas ¡hoy!”... Algo así como que fuera una “venta de ocasión”; o como gritan los vendedores en el mercado cercano a mi residencia: “¡Aproveche ahora ‘doñita’, porque mañana ya no hay!”
Lo verdaderamente fuera de toda razón es que, la mayoría de dichas sectas [N/A: porque no tienen Teología que las sustente] es, que proclaman a voces que: “Solo ellos alcanzarán la salvación y que quienes no acepten, serán condenados eternamente”.
“Asustando con el petate del muerto” y siendo tan “perfectos” que “conocen el pensamiento de Dios”... ¡presentan: “un Dios castigador” y se olvidan del Dios del amor, del perdón y de la misericordia infinita!
Peor aún, han construido sus creencias, basados en el odio que sienten por las personas que pensamos y actuamos en favor de los demás, y no vacilan en llamarnos “hijos del diablo” y cosas por el estilo, los más fanáticos; los más moderados, nos llaman: “comunistas o anarquistas”, porque no alcanzan a comprender
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que la verdad es un valor absoluto. Recurren, a la descalificación y ¡hasta el asesinato! [N/A: los ejemplos abundan en la historia catequética–católica guatemalteca]. Decir la verdad de las cosas y llamarlas por su nombre, en muchos de los casos ¡cuesta la vida o el exilio en Guatemala!
En el país vecino de: El Salvador, situado a solo 120 Kilómetros de la capital guatemalteca, hubo un poeta –no recuerdo el nombre– que expresaba, en algunos versos “su amarga realidad” así:
“Todo está perdido
el mundo está completamente podrido
ya nada puede salvarse.
En nombre de la podredumbre
y del estiércol en que nado... Amén”
El contenido del mensaje escrito por el poeta, no puede ser más claro: “está completamente derrotado por el sistema, y no tiene por qué luchar y vivir”; es, sin lugar a dudas, el “conformista social y sin ideales a perseguir”...
Pero tiene un lado positivo, en medio de todo, el “hecho profético” de denunciar “la podredumbre en que vivimos”, lo cual señala de manera entrelineada, que al menos él, ¡Se dio cuenta de la aberrante situación! Lo triste del asunto es que no aporta soluciones, mas no por ello deja de poner el dedo en el meollo del asunto.
Como puede verse, “los signos de los tiempos” (LC. 12, 54) abundan por doquier. Y el hecho mismo de observar las actitudes que las determinan; brindan un claro índice del “modelo sui–géneris de pensar” de un individuo o conglomerado.
Retomando entonces el pecado, vemos claramente que, como ya se ha dicho, “es mucho más complicado de lo que pensábamos y aún más de lo que sabíamos o entendíamos”. Lo cual nos envía directamente a una seria reflexión... En
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el último de todos los casos, estoy segura que concordamos en que: “Si hoy fuéramos examinados por nuestros actos: reprobaríamos irremisiblemente”.
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Implicaciones sociales
Luego de la “espeluznante” exposición del concepto de pecado; surgen varios pensamientos que aplicaré a nuestra situación actuante –es decir, a “lo que hacemos”, como resultante de nuestros pensamientos–.
Cualquiera es capaz de identificar la injusticia, y clama contra ella por contraposición. Sin embargo, “el pensamiento sui–generis guatemalteco” le condiciona para que: no lo diga; para que se haga el desentendido; que no reclame lo que en derecho le corresponde, y por ello arriesgue la vida; que no “vaya contra la corriente”; que aprenda a sufrir silenciosamente, etc. Lo cual sería aceptable en “algo no humano”, que fuera irracional, mas ¡no en un ser humano pensante e hijo de Dios, destinado a “dominar la creación”! (Gen. 1, 26–28)
Lo peor del caso, es que dicho actuar es: “imitado, corregido y aumentado” por todos los demás en un concierto sin final, orquestado por el propio sistema individualista y consumista ¡que hemos creado nosotros mismos! En contraposición a la propuesta entrelineada en la
Biblia que nos dice: “toda la creación se os da para que hagan el mejor uso de ella, sin menoscabo de la misma”.
En palabras menos académicas y en aras de “una toma de conciencia” del problema, podemos decir, que: cuando Dios en un inmenso acto de amor solidario, se quiso compartir con nosotros –sus hijos predilectos y culmen de su Creación– ¡nos hizo un universo completo para nosotros! Para que allí, estuviera nuestro planeta, como el sitio para que creciéramos y nos perfeccionáramos, no solamente en ciencia y tecnología que, aunque son de gran utilidad, solo proporcionan algunas herramientas y conocimientos que nos sirven para encontrarnos, muchas veces, con mayores interrogantes; mientras que los valores absolutos
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como la libertad, la justicia y el amor, son valorados de manera antojadiza y a conveniencia de quien hace la valoración.
Descubrimos así que el libre albedrío que proclaman muchos, les sirve tan solo para condicionar a sus hermanos en función de sus intereses económicos y políticos, logrando: que hagan lo que desee quien dicta el criterio, política, o ley, so pretexto de llevarnos a una mejor convivencia.
Observamos así que el mal es de mucho mayor envergadura que un simple cambio de sistema económico y que va muchísimo más allá de lo que cualquiera hubiese imaginado de manera coherente, antes de haber terminado de leer esta serie de razonamientos.
Implica necesariamente, un cambio de manera de pensar y de actuar para “administrar de una forma coherente y eficiente” el mundo que habitamos. Situación misma que se logrará, solamente, con una mentalidad critica positiva y con el objetivo final de “no destruirnos mutuamente” (o sea brindándonos amor desinteresado y siendo solidarios con los demás), y protegiendo el planeta que nos cobija actualmente además de: el o los que nos cobijen en el futuro, ¡Cuando ya no quepamos en el actual!
Reconozco que llegar a esta profundidad de razonamientos que hemos compartido, no ha sido fácil, pero tampoco podemos permanecer impávidos ante semejante cantidad de aberraciones y retorcimientos, enfocados a fines inmediatos y condicionados por un sistema por demás injusto y contrario a los fines de la Creación. Antes bien, todos tenemos un rol o papel que desarrollar en este mundo, antes que lleguemos a ser víctimas de nuestra propia inamovilidad y desenfado por los problemas que
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afligen a los demás, por el mero hecho de ser iguales y, con los mismos derechos y obligaciones ante los demás y el mundo que nos rodea.
Nos vemos en la penosa necesidad de reconocer y confesar abiertamente nuestra propia incapacidad para resolver el asunto fundamental de lograr una vida armoniosa entre nosotros mismos y con el mundo…
Misma que será factible si inicialmente abrimos nuestras mentes y las “ponemos a volar” contra todos y cada uno de los pensamientos que condicionan nuestro actuar... Teniendo un rumbo ideal que seguir, que obviamente está mucho más allá de todas las cosas materiales conocidas hasta hoy; pero que nos puedan ser útiles para la consecución de una mejor sociedad y un mundo verdaderamente justo.
Llegamos así al concepto de justicia, “el resto de cosas se os dará por añadidura” (LC. 12, 31), por cuanto: Quienes conocen y valoran la justicia abandonan realmente el modelo de pensamiento sui–generis guatemalteco” que durante tanto tiempo nos ha mantenido en la ignorancia y mediocridad.
Sé que no he descubierto, “la receta del agua azucarada” [N/A: guatemaltequismo sinónimo de: “La receta salvífica”] pero, entiendo que por alguna parte se debe principiar a impulsar de manera coherente la búsqueda de los valores absolutos que nos permitan aspirar a la santidad (perfección divina) para la que fuimos creados y que nos permitan heredar a las generaciones futuras un mundo donde vivir... Que de manera ideal se vislumbraría como el proclamado en la Biblia, un mundo de paz, armonía, felicidad, abundancia, igualdad, respeto, concordia y diálogo fraterno... Un mundo aquel: donde las guerras y los odios no existan; donde el interés de todos esté enfocado hacia la superación en conjunto y no a la individualidad; un mundo no excluyente, por ninguna causa... En suma: La
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utopía que inició Jesucristo en su andar por este mundo al combatir la hipocresía, la mentira, el odio y la injusticia reinantes hasta hoy... Oponiendo a estos “pecados originales y estructurales”: la honradez; la sinceridad; el amor; la justicia; la solidaridad; el respeto; otorgamiento de la dignidad; la libertad; la misericordia y el perdón. Estos últimos son en realidad valores absolutos que hemos tenido en el olvido [N/A: o que nos han obligado a olvidar], verdades que han dejado de ser “verdades absolutas” de vida y han sido sustituidas por conveniencias personales, financieras y por ende políticas y religiosas (si se puede llamar así, a todas las sectas que nos han invadido, con el fin perverso de trastocar los valores del Reino de Dios, por valores contables que obedezcan a intereses económicos).
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Criterio final
Quizá la valoración final que expondré carezca de sentido práctico para cualquiera; pero en el fondo –entre usted que ha leído el presente, y yo– tendremos otros conceptos, aunque no estemos totalmente de acuerdo en todos los puntos y conceptos expresados en este trabajo. Estoy segura que coincidimos en que:
· “El pensamiento sui–generis guatemalteco” y sus consecuencias nos ha llevado, y nos seguirá llevando, de no cambiar, a una situación nefasta”.
· La tarea más que grande, ¡es de proporciones gigantescas! Por cuanto el cambiar una mentalidad generalizada y un sistema aceptado, es de suyo complicado y difícil de lograr... Pero igualmente sabemos que “esa es la misión” que nos fue encomendada por Jesucristo cuando sentenció: “Id y predicad la buena nueva” (MT. 10, 5–16). Ya que Él, nos amó hasta el extremo de morir por nosotros y resucitar glorioso para enseñarnos el camino que deberemos seguir, si realmente deseamos llamarnos: “Cristianos”.
Así pues, el juicio tiene dos sentidos: Uno personal y otro estructural...
El personal, porque hemos de reconocer nuestro condicionamiento para pensar en el mundo antes que en nosotros mismos y, nuestra cobardía para iniciar el cambio que nos es indispensable para lograrlo.
El estructural porque, pese a reconocer que la estructura es mala y nos daña, persistimos en mantenerla y fomentarla como una verdad inamovible, en lugar de luchar denodadamente
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por su adecuación a valores absolutos y convicciones de aceptación general.
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Epílogo
Ya que usted es un “ser humano pensante” en torno del problema abordado en el presente, y ante las interrogantes respecto a “posibles soluciones” al problema planteado a lo largo del presente trabajo, haré un listado de actitudes personales, que “pudieran funcionar en mi persona”, pero no por ello, podrán generalizarse hacia todas. Puesto que no todos hemos sido creados en el ambiente que me ha tocado vivir.
Sin embargo, las incluyo, como una ilustración de los cambios que pudieran hacerse en una persona, precisamente “para mejorar la parte que le corresponde” en la martirizada sociedad que nos vio nacer.
· Con palabras de Juan Pablo II: “NO MÁS DIVORCIO ENTRE FE Y VIDA”, actúe congruentemente con la fe que ilumina el entendimiento de las situaciones de su diario vivir.
· “Estudie Teología”. Ello nos obliga a formarnos –educarnos– constantemente y cuestionarnos seriamente, con tanta frecuencia como sea posible.
- Practique –por difícil que sea– los conocimientos teológicos que posea, de “manera entendible” para que todos cuantos le escuchen o vean aprendan “algo”.
· “Aspire siempre a la santidad” por medio de actos de amor (entendidos en su correcto sentido).
· No tema a los demás por ninguna causa, puesto que “todos somos iguales en dignidad”.
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- No se deje engañar “con el petate del muerto” que proclaman las sectas de “los iluminados”. Conviértase en “luz en la oscuridad” (MT. 6, 23) para los demás.
- Mantenga siempre, la convicción plena de ser “creación de Dios”; LIBRE Y PENSANTE.
- Jamás pretenda ser: “otro(a) iluminado(a)”, puesto que ello, solo agrava los problemas que ya poseemos.
- Haga un compromiso incondicional con la búsqueda de la verdad por todos los medios a su alcance.
- Mantenga su mente y espíritu, abiertos a nuevos y mejores conocimientos, que nos conduzcan a una armoniosa convivencia general.
- Entienda que para comprender muchas cosas, deberá “situarse fuera de ellas”, para buscar los beneficios generales a todos, y poder compararlos con los daños que ocasione u ocasionará.
- Busque “la reconciliación” con: usted mismo, sus prójimos y el mundo.
- Derribe las barreras que le impiden “ser mejor cada día, como conjunto social”.
- Nunca dé por sentado algo, sin haberlo examinado minuciosamente y de ser posible proyecte “los frutos” resultantes. Reconociéndolo, o negándolo cuando acierte o equivoque, respectivamente.
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- Organice a la sociedad, estableciendo: frentes comunes de encuentro, (¡no de lucha!) que vayan en beneficio de todos, sin menoscabo de la dignidad de otros.
- Jamás pretenda que posee “todo el conocimiento de todo” (eso es potestad de Dios). Pero no abandone jamás la búsqueda de la verdad, llamando a todo por su nombre.
- Nunca cierre los ojos a la realidad que le rodea.
· Rompa con los esquemas que impidan el reconocimiento y respeto de la dignidad de mujeres y hombres.
- Busque apoyo en todo aquel que desee participar en “un cambio de pensar que emule el heredado por Jesucristo”
- Jamás vacile en pensar, para determinar su actuar personal y social ante los problemas económicos, políticos, religiosos, sociales y humanos.
- Involucre a otros en el proceso de observación de los males sociales y bríndeles el espacio necesario para el aporten soluciones a los problemas comunes.
- Sea creativo é innovador en la búsqueda de métodos y técnicas de observación, criticando sus propios resultados, para ponerlos a prueba.
- Sea siempre usted mismo. Alejándose del grupo de “seres irracionales” que se
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niegan a cambiar su pensamiento y su actuar, en función de sus intereses personales.
- Luche, siempre, en el plano intelectual. Para evitar caer en “el juego” de los “seres irracionales”.
- No condene nada ni a nadie sin conocer razones o circunstancias. Recuerde que “aunque todo pueda tener una justificación, no siempre le acudirá la razón”.
- Recuerde que: “Pecado es todo mal que ocasionamos a la Creación”. Procure “ser justo y ecuánime”, siempre.
- Brinde amor desinteresado doquiera que vaya o esté. Esto es: “Dar el ejemplo a los demás”.
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