Y te puse una guirnalda en el pecho para que te vieran, para que no te confundieran con otra, respetaran, amaran y cuidaran de ti Madre Tierra querida que a todos nutres y cobijas en silente, amorosa y brutal entrega de todo cuanto posees.
Muchos hijos has tenido, crías y resguardas hasta el día que tornen a ti en silente retorno a quien la vida les dio.
Esos hijos e hijas de madre amorosa que segundo a segundo cobijaste, mientras ellos te destruían, horadaban tus entrañas, contaminaron todas tus venas vertiendo heces y venenos… y no contentos con ello, exprimieron tu suelo hasta agotar tu reserva de riqueza natural.
¡Ah! Ingrato dinero inventado por el hombre que le ha enceguecido, y por conseguirlo roban y se matan entre hermanos, insultando la igualdad con que nos has creado a todos los nacidos de tu seno.
Tenemos muchas iniquidades que superar para que sane tu cicatrizada y contaminada faz, y no muramos de hambre.
Tenemos muchas razones para vociferar nuestro descontento, pero hoy, Madre Tierra vilipendiada por tus hijos, nos pesa la conciencia y nos duele el alma, porque aparte de matarte a pausas y extraer todo lo que posees, el amor al dinero y a las posesiones materiales ha enceguecido completamente a algunos de tus hijos: aquellos que tienen poder y no se contentan con lo tuyo y ¡le quitan a los demás! Esos ingratos hijos tuyos que a pausas, matan… esos hermanos nuestros que han sentado nefasto precedente de todo cuanto no se debe hacer, y quienes borrachos de poder y prepotencia, agreden a todo un pueblo con un cinismo que no conoce límites, que tienen un cuerpo igual al de todos tus hijos y un inmenso cuero curtido por el sufrimiento de todos sus hermanos. Un enorme cuerpo de asesores ¡ladrones, cínicos y corruptos todos!
¡Déjame que grite mi cólera ante tal carencia de humanidad, sensibilidad ante el sufrimiento ajeno e ignorancia plena de las consecuencias de sus malos tinos para todo y por todo!
Ya no espero nada de ti, porque lo has dado todo para todos… mientras ellos lo quieren todo para sí. Ignoran la guirnalda y tu nombre, tu fecundidad maldicen y, a sus hermanos, roban y matan con cada una de sus decisiones.
Moriré gritando, como cuando vine a este mundo, cuando amorosa me cobijaste en tu seno y una nacionalidad me diste. Moriré gritando dije, que siendo todos hermanos e hijos de la misma Madre Tierra y vivamos como enemigos dañándonos a más no poder.
Lloraremos los buenos y reirán los malos en el eterno circo, porque la función sigue hasta el anhelado ocaso en que tendremos paz, cuando realmente nos amemos y pensemos antes en los demás.
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