martes, 3 de febrero de 2015

El ferrocarril -Parte final- (20150203)

yoli
De aquella hermosa época de promisión hacia el progreso mediante la maquinización y el surgimiento de la industria, quedan en Guatemala: los rieles oxidados de un ferrocarril que ya no circula… los durmientes plantados en su suelo que dibujan una cicatriz en el suelo patrio que, cual mudos testigos del circular de un ferrocarril que traería progreso a la nación, y que, constitucionalmente, era el transporte más barato para el pueblo…
Esas viejas estaciones de madera regadas a lo largo de las vías férreas que se han convertido en refugio de vagos, delincuentes y letrinas públicas con el devenir de los años, y que paradójicamente fueron construidas artesanalmente, viven como las luces que recuerdan el mejor intento de un pueblo que intentó ser parte del mundo industrial de ayer y hoy es informatizado…
Esa ofensa proferida a la patria por sus hijos traidores so pretexto de cuidar sus bienes de capital, es lo que nunca les perdonaremos quienes todavía poseemos la capacidad de pensar y proyectar los beneficios que hoy tuviéramos como país, amén del bienestar colectivo que gozaríamos a nivel social y cultural, si tan solo esos grandes dueños del capital no nos hubiesen arrancado el derecho al progreso industrial y agrícola a que toda persona honesta aspira.
Poseemos como nación, un escandaloso índice de delincuencia y violencia que nos sitúa casi en el viejo oeste norteamericano, solo que hoy sin duelos callejeros, sin honor y, con una profunda indiferencia hacia el valor de la vida de todas las personas.
Mientras, las ya vetustas e inservibles vías férreas señalan cual cicatrices, la herida profunda propinada al suelo patrio, a su gente y a sus hijos… El pito del tren ya no se escucha más, los pedazos de riel han ido a parar a un sinfín de talleres y a la chatarra, para ser reciclados, a cambio de una pingue suma de dinero, en este caso: “mal habida”.
Chucututuco, chucututuco: El tren del progreso histórico nos ha dejado varados en el oprobioso pasado de un sistema feudal, impropiamente llamado capitalista. Lo peor es que cada vez se aleja más de nosotros, mientras tus hijos, Guatemala, permanecen pusilánimes ante la barbarie de sus malos hijos que prefirieron su dinero ante el valor de una patria insertada dignamente en el concierto de las naciones civilizadas.
Chucututuco, chucututuco: El tren de la vida de quienes vivimos aquella hermosa visión nacionalista y patriótica está próximo a su última estación, en la paz de un cementerio.

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