miércoles, 28 de enero de 2015

El ferrocarril (Parte II) 20140127)

yoli

En ese esquema es que sur­ge la llamada “Generación del 40”, personas con un altísimo sentido patrio, que lejos de ser comunistas (como fueron til­dados por los propietarios del gran capital), buscaron “un poco de justicia social” para la situación de semi-esclavitud que se vivía en nuestro país tercermundista del entonces, logrando acceder al poder for­mal, mediante la llamada “Re­volución del 20 de Octubre de 1944”, por lo cual legislaron a favor de la población para: lograr la unificación de la mo­neda nacional, creando, entre otros: el Banco de Guatemala y la Superintendencia Gene­ral de Bancos de Guatemala, prohibiendo toda forma de es­clavitud y reconociendo por vez primera, el derecho al voto de las mujeres y la dignidad e igualdad de todas las per­sonas ante la ley, entre otros muchos logros.
Igualmente, tomaron conscien­cia que el principal problema que impedía la inserción de Guatemala en el mundo cada vez más industrializado del en­tonces radicaba en la posesión de los medios de producción, puesto que siendo Guatemala un país eminentemente agríco­la, el 80% de las tierras aptas para el cultivo, estaba en poder de tan solo el 2% de su pobla­ción.
Se procedió, entonces, a bus­car una manera de “redistri­buir” la riqueza nacional en­tre un mayor número de per­sonas y, para ello se creó el llamado Fondo Nacional de Tierras, que se constituyó con todas los terrenos ociosos ha­bidos en el territorio nacional, con la idea de otorgar tierra a toda persona que fuera capaz de hacerla producir y no man­tenerla ociosa.
Desde luego, esto no fue del agrado de los grandes pro­pietarios, quienes aunando capitales y tildando al go­bierno de “Comunista”, por las expropiaciones de lleva­ba a cabo, lograron que en aquel momento coyuntural mundial de la llamada Gue­rra Fría, sus planes traido­res fueran escuchados por los principales defensores de la ideología capitalista: Esta­dos Unidos.
Fue así que luego de 10 años de “Primavera democrática”, sobre­vino una contrarrevolución en el año de 1954 y fueron echados por tierra la mayoría de aque­llos ansiados y muy necesarios logros sociales alcanzados por los únicos dos gobiernos electos popular y democráticamente en Guatemala.
El inevitasble “salto hacia atrás” ha sido terrible para el país en todos los campos, eso­pecialmente en el cultural y educativo porque luego de que­rer insertarse en el mundo in­dustrial como país, no solo no lo logró, sino que la incipiente industria guatemalteca, ade­más de la posesión de las tie­rras cultivables de la nación, haya finalizado en poder de la misma clase social, calificada por muchos de “ultraconserva­dora y recalcitrante”.

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