Los años han pasado por mí y poco a poco, algunos, se han ocupado de fincar su huella en surcos sobre la piel de mi rostro... ellos no sabían que esas arrugas lograron que me vean con respeto y me sienta orgullosa de los años que ha vivido. Pues de todas y cada una de mis vivencias he aprendido de mil maneras diferentes: a veces riendo, a veces llorando, otras tantas asustándome por el silbido de las balas disparadas para acallar mi voz, mientras corría para salvar esta vida y poder contarles algo de lo aprendido.
Mientras hoy la voz ciudadana se vuelve a escuchar potente y sin el silbar de las balas en su contra, vinieron a mi mente los recuerdos de aquellas gestas vividas en mis años mozos... aquellas que con una piedra en cada mano y los pies listos a correr nos enfrentaron a la fuerza represiva de turno llevando tan solo un ideal en la mente para enfrentarles.
Fueron tiempos hermosos por la lucha tan desigual que arrostramos y que muchos, equivocadamente, empuñaron las armas como único medio para lograr lo que hoy tenemos: el desangrado país llamado Guatemala que se ha inscrito en el mundo como el único sitio del mundo donde el ordenamiento legal se retuerce a conveniencia del poder formal y el dinero. Donde veo que la sangre derramada por tantos amigos y amigas mías solamente ha servido para fertilizar la tierra que piadosa ha recibido sus cuerpos y, ante la barbarie cometida, el Estado ha servido solamente para adquirir compromisos que nunca ha cumplido y para instaurar como normal el engaño y la mentira.
No es que me sienta amargada ante tales cosas, porque también he estado inmersa en tal vorágine y ella me ha alcanzado al tornarme insensible ante tanto cinismo y desfachatez... Pero ¡Basta ya!
En Guatemala no mejoramos ni nos mantenemos sino retrocedemos cada vez más y vamos hacia un despeñadero...
Por un lado tenemos un Estado de Derecho fallido con visos de jamás ser revertido y el único asidero legal que poseemos es imperfecto y con enormes lagunas insoslayables a una mente crítica como la mía, además del ojo avizor de los "abogados del diablo" que defienden al culpable a cualquier costo, por dinero o conveniencia electorera. Poseemos, también autoridades que mediante sus disposiciones atropellan el orden jurídico e invaden otros ámbitos que no les competen y no hay como destituirlos. El tribunal de mayor jerarquía está completamente parcializado y de premio no cumple ni los plazos establecidos en la Constitución que dice defender e interpreta la misma a conveniencia del rico y más poderoso.
Me preocupa que no tengamos una identidad de país y menos una visión de hacia donde vamos, que todo mundo predique que vivimos en democracia, cuando es ello precisamente de lo que carecemos, que haya "vivos" que aprovechado cualquier coyuntura busquen por todos los medios el beneficio personal o partidario y no el bien de la patria en el presente o a futuro.
Ciertamente he vivido mucho y tengo mucho que aportar, como cualquier guatemalteco(a) consciente de nuestra triste realidad, pero se hace indispensable el apoyo de la Comunidad Internacional ante la debacle económica a que hemos sido conducidos de manera tan irreflexiva por los títeres de la oligarquía que nos han gobernado.
Ciertamente hemos de "refundar" nuestra república de acuerdo a la voz popular, porque las condiciones y coyunturas de 1985 ya no son las mismas que hoy en 2015... Han pasado largos 30 años que solo lograron que los índices de muertos sean los mismos de cuando estuvimos en guerra y que las causas que motivaron la guerra interna vivida no hayan desaparecido, y muy a nuestro pesar, hayan aumentado...
Seguiremos viviendo y buscando justicia para la mayoría, aunque en ello se nos quede la vida que aún nos resta.
Jolie Totò Ryzanek Voldan
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