Pensamientos en la cama (2016115)
Siempre he estado convencida que lo más probable es “que no muera en una cama” sino en alguna calle, porque desde que empecé a escribir ya formalmente, en el ya lejano año de 1968, caí en cuenta que mi escritura “era peligrosa” para el sistema y quienes lo defienden.
Me confieso una marxista ultraortodoxa, porque veo que desde aquel año -1968- pocas o ninguna cosa ha cambiado, antes bien, me parece que con el crecimiento poblacional y el surgimiento de la era informática los cambios no se han dado, merced de la lucha por la personal sobrevivencia en un mundo cada vez peor, y por el imbecilismo que acarrea la informatización del mundo.
De el último de los factores señalado, cabe resaltar que si bien es cierto ha facilitado de manera exponencial la comunicación entre humanos, también es cierto que ha servido para tener entes cada vez más deshumanizados y menos formados, con lo que el resultado final es que hemos llegado a formar una generación de entes informatizados completamente estúpidos y ajenos al acontecer que les rodea.
Irónicamente, mi creencia marxista ultraortodoxa también evolucionó hacia la igualdad total y absoluta, como resultado de mi concepción cristiana y la búsqueda de paliativos a la cada vez peor situación de las grandes mayorías poblacionales y el empeoramiento económico en general, como resultado de la voracidad de un capitalismo salvaje que esquilma cada vez más a los países tercermundistas en un saqueo sin fin y sin ninguna regla clara que pueda aplicarse.
Realmente moriré en un mundo mucho peor cualitativamente del mundo en que nací. Y moriré asesinada, desaparecida, de hambre o de vieja, pero con la convicción que mi rebeldía obedece a la búsqueda incesante e inacabada de la equidad para las personas del mundo y de nuestros países, mal llamados capitalistas que viven en un estado feudal en pleno siglo XXI.
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
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