Feminismo y
trans (20170301)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Muchas personas encuentran contradictorio que las personas
no heterosexuales hagan causa común con las feministas, tal el caso de algunos
gais y las personas trans, entre quienes se incluye a seres transgénero,
transexuales y travestidos (impropiamente llamados “travestis”), puesto que
para ellos (quienes enfrentan tal contradicción), somos simplemente homosexuales
que nacimos con un sexo biológico que no aceptamos, y nos comportamos y vivimos
como que fuésemos biológicamente del otro sexo.
Tal es el caso específico de las personas transgénero
femeninas, quienes aparte de lo ya descrito, también pensamos, sentimos y
reaccionamos como mujeres, sin que biológicamente lo seamos en el estricto (y
heteronormativo) concepto aceptado en ámbitos médicos.
Esta circunstancia agrava la situación, puesto que
inicialmente provoca una reacción de rechazo en el hogar mismo y tiene su
origen en el desconocimiento de nuestra problemática por las personas que nos
atienden, y seguidamente en la no aceptación de una situación que
simplistamente califican y categorizan como “anormal”, cuando realmente no es
así.
Este conflicto de ignorancia y falta de información se
traslada (antes o después) a los ámbitos legales con consecuencias nefastas
para todas las afectadas, al colmo que al estar inmersos dentro de un esquema
heteronormado y patriarcal, se llegue a “desaparecernos jurídicamente”, con lo
que todos los derechos legales son conculcados.
La mayoría de las veces, somos tratadas de acuerdo al
capricho de nuestros juzgadores, quienes a falta de mejores argumentos, se
ciñen a lo que dicen nuestros documentos legales y consecuentemente, somos
doblemente victimizadas, merced del capricho (por ignorancia) de quienes están,
contradictoriamente, para “velar por el bien común” de la ciudadanía.
De igual manera podríamos analizar los otros ámbitos del
vivir humano en la sociedades patriarcalmente reguladas, mas no es el caso ni
el objetivo de este escrito, por lo que nos enfocaremos en la necesidad de
romper este esquema tan disfuncional de nuestras sociedades contemporáneas,
porque es la única manera de lograr el doble objetivo de justicia e igualdad
para las mujeres biológicas, y la aceptación social de las personas sexualmente
diversas, específicamente, las personas trans.
Ante tan somero análisis (hecho así por razones de espacio),
podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no es que las personas trans
necesitemos del feminismo, como tampoco el feminismo necesita de nosotras, sino
que, tanto las mujeres biológicas como las personas trans necesitan un trato
igualitario, en todos los ámbitos sociales.
Tal articulación no ha sido una acción de alguna de las
partes para dar cabida a la otra, sino antes bien, ha sido el surgimiento de
una comunidad de intereses ante la necesidad mutua de ser escuchadas, una
necesidad de construir una sociedad no patriarcal ni heteronormada en favor de
los hombres que excluye todo aquello que no lo sea.
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