ORIFICIO
El cómo (20170320)
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Y es que con todo cuanto se ha escrito y dicho de la falta
de atención del Gobierno y la endémica pusilanimidad de una población que
permanece dormida mientras los ladrones saquean su casa, solo se refrenda la
triste historia de este pedazo del mundo llamado Guatemala.
No acabamos de enterarnos de un saqueo o una calamidad,
cuando ya tenemos otra; lo malo es que ahora hemos de agregar que las
inconformidades han llegado al punto que muchos de quienes protestan contra
algo o por algo terminan siendo las víctimas de una nueva tragedia…
Guatemala, es un país de verdaderos contrastes, pues
mientras más funcionarios hay, menos cerebros funcionales y fondos hay para
mitigar las tragedias. Mientras los funcionarios devengan sueldos exorbitantes,
el 70% de su población se debate entre la pobreza y la extrema pobreza.
Guatemala pomposamente encabeza el listado de países del
mundo donde menos se tributa y somos igualmente, los primeros en la lista de
los países con la mayor brecha socioeconómica de toda Latinoamérica, somos un
Estado laico que inicia su Constitución “invocando el nombre de Dios”, que votó
a un ciudadano como Presidente él no deja de “bendecir” cada vez que abre la
boca para equivocarse o contestar sandeces y poner en situaciones vergonzosas
al pueblo ante la Comunidad Internacional, y un largo etcétera que porque me
arde tanto y que se me acabaría la tinta antes de escribirla toda.
No es que no hayan soluciones, ¡claro que hay!, pero estas
pasan por la vivencia de un auténtico patriotismo, inexistente hoy en día entre
los tomadores de decisiones… porque, ¿Cuántos de ellos estarían dispuestos a
una rebaja sustancial de sus emolumentos y a trabajar sin descanso, para
conseguir los fondos necesarios para sacar a nuestro vilipendiado pueblo de la
pobreza, la falta de educación y brindarle un servicio de salud medianamente
aceptable y digno?
Lejos han quedado los ideales y actitudes de aquella
gloriosa e irrepetible “Generación del 40” que conformaron nuestros padres, y
en muchos casos los abuelos de las actuales generaciones. De nada han servido
las gestas estudiantiles de los años 60 ni el asesinato de sus líderes, pues
seguimos exactamente igual que antes y, a veces peor.
La solución pasa por la toma del poder por el pueblo, y ésta,
por el desaforo de los diputados y diputadas al Congreso por el propio pueblo,
para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente que tome las medidas
transitorias para garantizar que los actuales políticos y sus allegados no
puedan ser electos jamás para cargo alguno, y que pueda participar cualquier
ciudadano(a) honrado(a) y con conocimiento de la función a que se postule.
Ciertamente, no es nada fácil lo que propongo, porque el
títere que funge como Presidente intentará por todos los medios de vetar lo que
se decrete y en consecuencia, habrá que recordarle que tal privilegio le era
otorgado por la legislación derogada y de no hacer caso, habrá que
defenestrarle también, si es que antes el propio pueblo no lo hace.
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