ORIFICIO
Nuestro “Eliot Ness”
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Guatemala es un país tan atrasado en todos los ámbitos que
hasta hace unos años (en EE. UU. ocurrió en la década de 1940, para combatir lo
que históricamente se conoce como “Mafia Siciliana), y luego de una feroz
batalla legal nacional e internacional logró, que la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) costeara e implementara un cuerpo de investigación
completamente independiente a cualquier organismo estatal guatemalteco para
buscar las pruebas legales necesarias para el combate de los cuerpos paralelos
de delincuentes dentro y fuera del aparato estatal guatemalteco, -llamado
Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)- por medio de
la acción legal del Ministerio Público (MP).
Luego de algunos años de implementación, acomodamiento de
instalaciones y equipo, además del acreditamiento de sus funcionarios, a partir
de 2015 se ha consolidado como el ente investigador que el pueblo de Guatemala
esperaba, puesto que sus averiguaciones alcanzaron a las más altas autoridades
estatales (Presidente y Vicepresidenta, respectivamente) y a algunos –no todos,
desde luego- grandes empresarios que actuaban en contubernio con los ya
citados, para saquear indiscriminadamente el erario público en beneficio
propio.
Es en esta coyuntura, cuando empieza a sonar fuertemente el
nombre del titular de la CICIG, Iván Velásquez en el ámbito político y legal
guatemalteco, al igual que en los años 40 del siglo pasado apareció en EE. UU.
el nombre del líder de aquel grupo élite conocido como “Los intocables”.
Desde luego que de aquellos aciagos años en Estados Unidos a
la fecha (cuando muchas cosas se resolvían con allanamientos y enfrentamientos con
armas de grueso calibre), hay demasiados cambios que muchos (como los dueños de
los grandes capitales, y por ende “dueños del país”) quisieran que no
existieran, porque perjudican “sus” negocios (al ser propietarios simultáneamente
de los medios de producción y el sistema bancario nacional), de financiar a la
clase política que les conviene (léase corromper), para que estos últimos “les
devuelvan el financiamiento” recibido cuando estén el poder y recojan las
migajas que quedan de los inmensos beneficios que otorgan a sus financistas
mediante concesiones onerosas y perjudiciales para el país… Aló Oderbrecht, TCQ
y demás empresas que viven de los recursos del Estado guatemalteco.
La anterior (y muy sucinta) exposición nos hace entender muy
someramente (no con la rigurosidad de las investigaciones realizadas por la
CICIG), lo que estos grupos paralelos de poder y sus funcionarios títeres realizan
para lograr la cancelación del mandato de funcionamiento de la CICIG en
Guatemala y/o la expulsión de nuestro “Eliot Ness” del país, porque es de
esperar que en un futuro próximo, todos (con algunas muy honrosas excepciones) los
funcionarios y diputados actuales sean sentados en el banquillo de los acusados
y puestos a disposición de los tribunales de justicia.
Desde luego, hay un gremio que se encuentra feliz que tal
cosa acontezca, puesto que ven en tan vergonzante situación un modo de
enriquecerse mediante el cobro de altísimos honorarios por la representación
legal de quienes fueren acusados, y que por pura dignidad no debieran aceptar…
pero se entiende que estamos inmersos en un régimen capitalista que prioriza el
dinero ante la dignidad personal y patria…
Lo cierto de todo este embrollo judicial, monetario y de
poder es que lo único que deseamos los guatemaltecos es que “Nuestro Eliot Ness”
y su equipo sigan investigando como hasta ahora lo han hecho, para que nuestro deseo
de justicia (en lo que cabe dentro del sistema capitalista) siga rindiendo
resultados para el buen accionar del MP en los tribunales de justicia.
¡Larga y fructífera vida y labor al Lic. Iván Velásquez y a
la CICIG!
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