En ese esquema es que surge la llamada “Generación del 40”, personas con un altísimo sentido patrio, que lejos de ser comunistas (como fueron tildados por los propietarios del gran capital), buscaron “un poco de justicia social” para la situación de semi-esclavitud que se vivía en nuestro país tercermundista del entonces, logrando acceder al poder formal, mediante la llamada “Revolución del 20 de Octubre de 1944”, por lo cual legislaron a favor de la población para: lograr la unificación de la moneda nacional, creando, entre otros: el Banco de Guatemala y la Superintendencia General de Bancos de Guatemala, prohibiendo toda forma de esclavitud y reconociendo por vez primera, el derecho al voto de las mujeres y la dignidad e igualdad de todas las personas ante la ley, entre otros muchos logros.
Igualmente, tomaron consciencia que el principal problema que impedía la inserción de Guatemala en el mundo cada vez más industrializado del entonces radicaba en la posesión de los medios de producción, puesto que siendo Guatemala un país eminentemente agrícola, el 80% de las tierras aptas para el cultivo, estaba en poder de tan solo el 2% de su población.
Se procedió, entonces, a buscar una manera de “redistribuir” la riqueza nacional entre un mayor número de personas y, para ello se creó el llamado Fondo Nacional de Tierras, que se constituyó con todas los terrenos ociosos habidos en el territorio nacional, con la idea de otorgar tierra a toda persona que fuera capaz de hacerla producir y no mantenerla ociosa.
Desde luego, esto no fue del agrado de los grandes propietarios, quienes aunando capitales y tildando al gobierno de “Comunista”, por las expropiaciones de llevaba a cabo, lograron que en aquel momento coyuntural mundial de la llamada Guerra Fría, sus planes traidores fueran escuchados por los principales defensores de la ideología capitalista: Estados Unidos.
Fue así que luego de 10 años de “Primavera democrática”, sobrevino una contrarrevolución en el año de 1954 y fueron echados por tierra la mayoría de aquellos ansiados y muy necesarios logros sociales alcanzados por los únicos dos gobiernos electos popular y democráticamente en Guatemala.
El inevitasble “salto hacia atrás” ha sido terrible para el país en todos los campos, esopecialmente en el cultural y educativo porque luego de querer insertarse en el mundo industrial como país, no solo no lo logró, sino que la incipiente industria guatemalteca, además de la posesión de las tierras cultivables de la nación, haya finalizado en poder de la misma clase social, calificada por muchos de “ultraconservadora y recalcitrante”.