Grito de un ángel (20160114)
A las mujeres se nos toma por ángeles en esta tierra, porque somos capaces de amar hasta el sacrificio. Pero hay otras que son criminales que cumplen a la perfección su función de justificar la existencia del bien por contraposición, al hacer el mayor mal imaginable.
¡Afortunadamente, son tan pocas! porque si fueran más, realmente estaríamos muy, pero muy mal, puesto que son sumamente efectivas y perseverantes en su inclinación a hacer el mal y, puesto que al igual que las primeras que son buenas, llegan hasta el sacrificio para lograr sus aviesos objetivos.
Tal contradicción entre el bien y el mal logra que seamos capaces de lograr el éxito en las situaciones más adversas, y ya no digamos cuando las circunstancias nos son favorables, con lo que somos en nosotras mismas unos seres angelicales, para bien o para mal.
Pues bien, el asunto es que nos inundan muchas incertidumbres hoy en día, puesto que la coyuntura social nacional e internacional logra que muchas de nuestras aspiraciones se tornen cuesta arriba y los condicionantes de tal entretejido social tiendan a aplastarnos de la manera más inmisericorde que podamos imaginar... pero ¡No nos dejaremos! y cuando menos, gritaremos por siempre, de ser necesario, nuestras aspiraciones y anhelos para que se logre una convivencia justa y armónica entre toda la especie que criamos en nuestros vientres de madres.
Protestamos porque el hambre que campea en nuestras comunidades tiende a aumentar y no a disminuir, precisamente, por la falta de accesos a la tierra fértil, a una mejor educación y que nuestros consortes lleguen a nosotras como proveedores de semen, y en algunos casos, de algún dinero que la mayoría de veces, solamente alcanza para hacer más lenta nuestra agonía y la de nuestras familias.
Protestamos, porque habitando en un país inmensamente rico y con la menor tasa impositiva del mundo, nos estemos muriendo de hambre, donde no hay una educación de calidad ni maestros que sean capaces de impartirla, salvo muy honrosas excepciones. Con una legislación completamente desfasada, un Gobierno corrupto e inoperante para cumplir con sus deberes ciudadanos, y que solamente obedece a consignas partidarias e intereses personales.
Protestamos porque los exiguos ingresos con que contamos no nos alcanzan para comer los tres tiempos de comida con la cantidad de nutrientes necesarios, y ello no es porque nos guste, sino porque tanto mujeres como hombres no tenemos accesos fáciles a una planificación familiar real, ya que no hemos podido asistir a las pocas escuelas que hay, porque antes hemos de trabajar desde nuestra misma niñez.
Protestamos porque la inmensa riqueza que posee nuestro país está en manos de un 20 por ciento de la población y el otro 80 por ciento de nosotros se debate entre la pobreza y la pobreza extrema.
Protestamos porque sabemos que todos moriremos, y vemos injusto que esto suceda a ciencia y paciencia de un sistema que privilegie que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, mientras los pobres morimos antes de tiempo.
Protestamos porque lo que recauda el Estado se gasta en el pago de onerosísimas facturas y sueldos, que finalmente no nos beneficia en nada como población y el grueso de lo recaudado va a parar a cuentas privadas de empresas y funcionarios corruptos que velan tan solo por sus propios intereses y no por los intereses de las mayorías desposeídas.
Este grito de ángel tiene como fondo: dar la bienvenida al Gobierno que hoy, 14 de enero asume en una Guatemala sumida en una bancarrota financiera nunca antes vista y dejada por sus antecesores que, aunque estén siendo juzgados y sean condenados o liberados, no dimensionan que mientras ello sucede, hay un pueblo muriendo literalmente, de hambre. Un conglomerado social carente de oportunidades de desarrollo, que es víctima de una cruel y despiadada exclusión y marginación por razones de edad, etnia, posición social, género y sexualidad.
El grito del ángel es por todos nosotros los guatemaltecos que nos debatimos entre la pobreza y la miseria...
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