ORIFICIO
La marca de la vejez (20160106)
Jolie Totò Ryzanek
Voldan
Era casi el
mediodía cuando salí a la puerta de mi casa a fumar un cigarrillo, para
despejar mi mente un poco, luego de revisar varias publicaciones en las redes
sociales.
Al situarme apenas
bajo el umbral de la puerta, me percaté que delante de mí se encontraba aquella
sufrida señora, cuyos dos únicos hijos ya había tenido que enterrar y, a falta
de socorro en su vejez, sobrelleva muchísimos años e ingratos recuerdos por los
ya demasiados años vividos.
Ella, educadamente
me dio un saludo que yo correspondí y me preguntó que cómo estaba, a lo que respondí
que me encontraba bien y le inquirí respecto de cómo estaba ella… fue la charla
casual y cortés de dos vecinas de toda la vida en que no hay algún tema
específico a tratar, sino solo la correspondencia de un ligero cambio de
saludos e impresiones de situaciones completamente banales, como las variantes
recientes del clima y cosas por el estilo.
La verdad es que
ella camina ya por trechos y debe descansar al final de cada uno de ellos,
porque a mí ya me pasa igual: caminamos y descansamos, luego seguimos y
repetimos la historia. ¡Es tan hermoso llegar a vieja –pensé-!
Así que luego de
aquella pequeña charla mientras ella de pie descansaba, muy amable como
siempre, se despidió e inició la marcha hacia su casa, mientras yo terminaba de
fumar mi cigarrillo y volteaba a verla arrastrar sus pies cansados por el
pavimento de la calle y noté que donde había estado parada había un pequeño
charco de orines que se deslizaba por el declive propio de la calle, puse
atención a sus tobillos y vi que sus medias las llevaba mojadas y que ella era
la autora inconsciente de aquella marca en la calle…
¡No quiero llegar a
ser tan vieja –pensé-!
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