Lenguaje y futuro (20160126)
No me gusta escribir de forma negativa, pero, ¡Ya es demasiado!... Es demasiada la angustia y pena que siento. Cuando muera el o la última de mi generación -creo- que habrá muerto el lenguaje correcto y comunicativo: aquel que transmite inequívocamente el pensamiento o criterio del emisor al receptor.
Ciertamente, la tecnología ha logrado en poco tiempo que la comunicación entre los seres humanos sea infinitamente más fluida que antes, pero lo malo es que los emisores de tal comunicación cada vez escriben peor, ante el apremio del tiempo u otras causas variopintas, que solamente han logrado que en el mejor de los casos, a los escritos solamente los sometan al escrutinio del diccionario o corrector que tenga instalado el ordenador en que trabajan, y consideran que al seleccionar “omitir” para quitar todos los horrores que han escrito, el trabajo quedará listo... ¡Enorme engaño!
Y no es que escriba esta queja contra todos los escritos, porque mientras haya personas con dos dedos de frente que amen la correcta escritura, quizá quede alguna esperanza que pueda ser legada a la posteridad mediante el ejemplo y el estudio crítico de las variaciones que a diario surgen en nuestro idioma, precisamente, porque es un “idioma vivo”, característica de aquellos que se mantienen en constante evolución y no caen rápida o lentamente en la obsolescencia o desuso.
Comprendo que el asunto es complicado de manejar, y máxime en nuestros países tercermundistas por las altas tasas de analfabetismo real o funcional que poseemos, por la pésima cobertura educativa, por la obsolescencia de los conocimientos que se transmiten, pero, sobre todo, porque la mentalidad crítica ¡Ha desaparecido del contexto educativo!
Los ejemplos de gazapos, errores sintácticos, faltas de concordancia e incluso, las contradicciones y falacias que son publicadas en las redes sociales y circulan a nivel mundial son realmente innumerables, y semejan el ferrocarril en marcha con que ilustro este requiem.
Comprendo que esta voz de alerta llegará a pocos, pero si adoptamos una posición pusilánime será peor.
En nuestros esfuerzos queda legar el uso correcto del idioma más rico en vocablos y expresiones que conoce la humanidad.
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