ORIFICIO
Desnudez (20160529)
Jolie Totò Ryzanek Voldan
De las poquísimas cosas que no he experimentado en mi larga
vida, hay una que quizá sea el culmen de muchos de mis anhelos… Me encantaría
encontrar a ese alguien que he esperado toda mi vida, esa persona ante quien me
pudiera desnudar completamente, no porque terminemos teniendo sexo, sino para
platicar larga y profundamente de las cosas y situaciones de la vida, de
aquellas cosas que suceden en la cotidianeidad y nadie presta atención,
aquellas que simplemente se hacen porque sí, porque “siempre han sido hechas
así” y nadie les presta atención por ser una especie de reacción inmediata ante
algún hecho o situación.
Así, he venido cayendo en cuenta que el movimiento nudista
tiene muchas cosas iniciadas, pero casi ninguna cumplida, puesto que se reúnen para
hacer lo que deseen, sin que haya el interés animal a la postre, de copular,
pero, se han quedado en la mera parte exterior y no han desnudado su alma y su
pensar ante los demás. Casi como quien se desnuda de sus ropas y se tapa sus
genitales con las manos, pretendiendo que nadie los vea, porque se avergüenza
de mostrarse tal cual es, tal cual Dios lo ha creado, si es creyente, o tal
cual la naturaleza le ha definido, si es no creyente.
Caigo en cuenta, entonces, que más allá de las meras
creencias y convicciones religiosas hay, todo un estamento de prejuicios que
nos impiden ser plenamente humanos para desnudarnos ante los demás y mostrarnos
tal cual somos, porque de alguna manera nos plegamos a normas de conducta
social que nos indican que debemos presentarnos de tal o cual manera en cada
uno de los eventos y que nuestra vestimenta debe ser acorde a las
circunstancias y la hora del evento. Así, las mujeres nos presentamos con
vestido largo si la reunión es de noche y elegante, mientras que si es de día,
lo hacemos con un vestido tipo cóctel y los hombres con traje oscuro completo y
corbata, si el evento es formal y de noche, mientras que si el evento es
durante el día, el traje no tiene que ser necesariamente oscuro y la corbata
puede tener “colores vivos”. Y así, puedo citar muchos casos más, pero, en ninguno
de todos los casos ni hombres ni mujeres nos presentamos desnudos, y en ninguna
circunstancia desnudamos nuestra alma ni nuestro ser ante los demás, con lo
cual concluyo que tal análisis de las cosas y circunstancias me lleva a pensar
que vivimos en una sociedad de mentiras, que es justificada como una costumbre
social nacida de la necesidad primaria de resguardar nuestro cuerpo de las
inclemencias del tiempo, y que con el tiempo ha llegado a construir todo un “mundo
de la moda” y demás superficialidades, que solo tienden a agrandar la
especulación respecto de nuestros cuerpos, que debieran ser vistos con la mayor
naturalidad del mundo, y no como una invitación a la lujuria y/o
descalificación por su gordura o delgadez, por el largo de sus piernas o la longitud
de su torso, por el volumen exagerado o la pequeñez del busto de las mujeres,
etc.
Creo que el “ocultamiento” de nuestros cuerpos tiene más que
ver con nuestra pobreza mental al no aceptarnos tal cual somos, que con una
mera situación climática o de lo que pomposamente llamamos “elegancia y
presentación”.
Pero, aparte de lo dicho de las prendas de vestir y, a
sabiendas que ninguno gustará de salir desnudo(a) siquiera a la calle o a
evento alguno, me preocupa el asunto de la pobreza mental aludida, porque, ¿Cuántas
de las actuales personas son capaces de cerrar la puerta de su habitación
estando su pareja adentro, desnudarse, acostarse en la cama, acariciarse e
incluso besarse y tener una linda charla con su consorte respecto de cualquier
cotidianeidad o evento especial, sin que haya al final de todo lo mismo: sexo?
A mí, personalmente, me encantaría conocer a ese alguien con
quien poder charlar de esa manera, con quien poder reír y llorar en su regazo,
escuchar sus cuitas, mientras acaricio su pelo o cualquier parte de su cuerpo,
para sentirnos confortados mutuamente, que la otra persona que me ama y conozco
visual y emocionalmente al detalle, no me oculta nada y ella sabe todo lo que a
mí me inquieta y me gusta.