Algunos secretos de
la noche trans
Pequeño
reportaje que desnuda algunas de las falencias de nuestro ordenamiento
jurídico, la lenidad de los operadores de justicia y las carencias del sistema
de Salud en Guatemala.
Jolie T. Ryzanek
V.- A
la sombra de los programas de ONUSIDA y varios de DD.HH., financiados por
países cooperantes, han surgido una serie de ONG especializadas en la atención
y servicio a diferentes segmentos de la población que conforma la diversidad
sexual en el país (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersexuales –LGTBI-).
Tal minoría poblacional ha crecido al mismo ritmo que crece la población en
general, y a la fecha, se estima que es conformada por más de 200,000 personas,
cantidad ya nada despreciable, si se toma en consideración que tienen en común
la discriminación que sufren y que en cada familia hay cuando menos uno de sus
integrantes con una orientación sexual “no heterosexual”.
Pues
bien, si a todos estos factores le sumamos la coyuntura nacional de inseguridad,
la cultura de guerra y agresión que posee el guatemalteco promedio, y el
superlativo índice de impunidad imperante en el país por todo y ante todo, el
panorama para la población trans se torna poco menos que dantesco, por cuanto
estas personas exhiben abiertamente su orientación sexual y su identidad de
género (que no es lo mismo que su sexualidad), lo que les convierte ipso facto en el blanco de todo tipo de
abusos de cualquiera, y es esta persona sola quien ha de luchar contra la
gavilla de delincuentes que conforma una de las ONG que debiera velar por su
atención y sus derechos, cuando menos.
Las
denuncias contra l@s dirigentes e integrantes de Otrans Reinas de la Noche en
el Ministerio Público (MP) son ya numerosas y, como estas personas no poseen
nombres legales conocidos ni domicilios permanentes, el resultado es que NO SON
NOTIFICADAS, puesto que solamente se sabe de ellas su nombre “de trabajo”
(sexual) y el lugar donde generalmente suelen ejercerlo. Para colmo de la
situación, se presentan a trabajar únicamente de noche.
Los
abusos tuvieron su origen en el “apoyo” a algunas de ellas que por haber
quebrantado las leyes vigentes se encontraban privadas de libertad, y
pretendieron ayudarles quienes gozaban de libertad, estableciéndose una especie
de contribución voluntaria que posteriormente se convirtió en obligatoria y,
“las entusiastas recaudadoras” se dieron cuenta que fácilmente podían tener una
fuerte fuente de ingresos, para financiar sus operaciones estéticas para lucir
una mejor silueta y satisfacer los requerimientos propios de su orientación
sexual trans.
La
obligación aludida propició que afloraran medios de coerción para lograr que todas
pagaran y quienes no lo hacían empezaron a ser vapuleadas en grupo o mediante
el empleo de delincuentes (varones) que obtenían a cambio favores sexuales de
sus contratantes.
Tal
situación se fue agravando con el tiempo, y el colmo de tal actuar se gestó la
noche del jueves 18 de septiembre, cuando la transgénero William Osvaldo Ortiz Pineda,
de 27 años, conocida como Chantal Ortiz,
de nacionalidad guatemalteca, fue apuñalada en el vientre por “varias
compañeras” trans en su sitio habitual de trabajo (esquina de la 3ª. avenida y
10ª. calle zona 1), como venganza, ya que ella las había denunciado formalmente
por acoso y coacción anteriormente.
La
víctima de tal agresión se marchó a su casa luego del incidente y, cuando
sintió que “le dolía mucho”, dispuso presentarse al hospital general San Juan
de Dios, donde solamente le suturaron las heridas superficiales, sin percatarse
(quizá por no poseer los insumos necesarios, discriminación o haber sido
atendida por un practicante inexperto) que se desangraba internamente… ¡Aló
señor ministro de Salud!
Situación
última que le llevó al empeoramiento de su salud, y luego de tres días de luchar
por su vida, finalmente falleció el día lunes 22 de septiembre sin que nadie
fuera el o la responsable, pues no existe nadie contra quien enderezar la
acusación de su asesinato ni a quien acusar de negligencia médica, y menos los
nombres legales de sus agresores ni sus domicilios para los efectos que la ley
establece.
La
transgénero asesinada Chantal, cuando
fuera coronada en un certamen de belleza trans en el pasado.
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