lunes, 6 de octubre de 2014

Algunos secretos de la noche trans (20141006)

Algunos secretos de la noche trans

Pequeño reportaje que desnuda algunas de las falencias de nuestro ordenamiento jurídico, la lenidad de los operadores de justicia y las carencias del sistema de Salud en Guatemala.


Jolie T. Ryzanek V.- A la sombra de los programas de ONUSIDA y varios de DD.HH., financiados por países cooperantes, han surgido una serie de ONG especializadas en la atención y servicio a diferentes segmentos de la población que conforma la diversidad sexual en el país (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersexuales –LGTBI-). Tal minoría poblacional ha crecido al mismo ritmo que crece la población en general, y a la fecha, se estima que es conformada por más de 200,000 personas, cantidad ya nada despreciable, si se toma en consideración que tienen en común la discriminación que sufren y que en cada familia hay cuando menos uno de sus integrantes con una orientación sexual “no heterosexual”.

Pues bien, si a todos estos factores le sumamos la coyuntura nacional de inseguridad, la cultura de guerra y agresión que posee el guatemalteco promedio, y el superlativo índice de impunidad imperante en el país por todo y ante todo, el panorama para la población trans se torna poco menos que dantesco, por cuanto estas personas exhiben abiertamente su orientación sexual y su identidad de género (que no es lo mismo que su sexualidad), lo que les convierte ipso facto en el blanco de todo tipo de abusos de cualquiera, y es esta persona sola quien ha de luchar contra la gavilla de delincuentes que conforma una de las ONG que debiera velar por su atención y sus derechos, cuando menos.

Las denuncias contra l@s dirigentes e integrantes de Otrans Reinas de la Noche en el Ministerio Público (MP) son ya numerosas y, como estas personas no poseen nombres legales conocidos ni domicilios permanentes, el resultado es que NO SON NOTIFICADAS, puesto que solamente se sabe de ellas su nombre “de trabajo” (sexual) y el lugar donde generalmente suelen ejercerlo. Para colmo de la situación, se presentan a trabajar únicamente de noche.

Los abusos tuvieron su origen en el “apoyo” a algunas de ellas que por haber quebrantado las leyes vigentes se encontraban privadas de libertad, y pretendieron ayudarles quienes gozaban de libertad, estableciéndose una especie de contribución voluntaria que posteriormente se convirtió en obligatoria y, “las entusiastas recaudadoras” se dieron cuenta que fácilmente podían tener una fuerte fuente de ingresos, para financiar sus operaciones estéticas para lucir una mejor silueta y satisfacer los requerimientos propios de su orientación sexual trans.

La obligación aludida propició que afloraran medios de coerción para lograr que todas pagaran y quienes no lo hacían empezaron a ser vapuleadas en grupo o mediante el empleo de delincuentes (varones) que obtenían a cambio favores sexuales de sus contratantes.

Tal situación se fue agravando con el tiempo, y el colmo de tal actuar se gestó la noche del jueves 18 de septiembre, cuando la transgénero William Osvaldo Ortiz Pineda, de 27 años, conocida como Chantal Ortiz, de nacionalidad guatemalteca, fue apuñalada en el vientre por “varias compañeras” trans en su sitio habitual de trabajo (esquina de la 3ª. avenida y 10ª. calle zona 1), como venganza, ya que ella las había denunciado formalmente por acoso y coacción anteriormente.

La víctima de tal agresión se marchó a su casa luego del incidente y, cuando sintió que “le dolía mucho”, dispuso presentarse al hospital general San Juan de Dios, donde solamente le suturaron las heridas superficiales, sin percatarse (quizá por no poseer los insumos necesarios, discriminación o haber sido atendida por un practicante inexperto) que se desangraba internamente… ¡Aló señor ministro de Salud!

Situación última que le llevó al empeoramiento de su salud, y luego de tres días de luchar por su vida, finalmente falleció el día lunes 22 de septiembre sin que nadie fuera el o la responsable, pues no existe nadie contra quien enderezar la acusación de su asesinato ni a quien acusar de negligencia médica, y menos los nombres legales de sus agresores ni sus domicilios para los efectos que la ley establece.
La transgénero asesinada Chantal, cuando fuera coronada en un certamen de belleza trans en el pasado.

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