lunes, 6 de octubre de 2014

Coincidencias latinoamericanas (20141006)

ORIFICIO

Coincidencias latinoamericanas

Jolie Totò Ryzanek Voldan


La convulsa región latinoamericana, aparte de la coincidencia que dio origen a su nombre, posee coincidencias que no llamarían a la reflexión y análisis, si no fuera porque los países de tal región las van experimentando coincidentalmente, “casi al mismo tiempo”.
Revisando a grandes saltos recordamos que hubo una época en que casi todos los países estuvieron gobernados por militares; otra época en que casi todos estuvieron librando conflictos armados internos, y otra en que casi todos optaron por las elecciones para resolver sus diferencias e, iniciar así, su andar por la vía democrática.
Aparentemente, habíamos optado por la mejor alternativa de convivencia y respeto mutuo, pero, quienes sintieron que habían sido derrotados seguían oponiéndose al recién estrenado sistema, desgastándole al señalar sus falencias (que obviamente posee, pero que no lo determinan esencialmente), surgiendo la globalización informática y económica como el factor desequilibrante que los “derrotados” capitalizaron de mejor manera al multiplicar exponencialmente sus capitales “en riesgo” con la globalización económica y el avance de los medios informáticos.
Tal coyuntura devino, en la facilidad y anonimato para llevar a cabo todo tipo de triquiñuelas (sucias, legales e ilegales) que horadaron el sistema a grado tal que, a la fecha, ya no se sabe qué es cierto, confiable y honesto y, que no lo es.
Veamos algunos ejemplos recientes: Ante el debacle de la economía estadounidense, tal desajuste de la economía rectora “arrastró” a las economías satélites a una situación que tuvieron que aceptar las “medidas emergentes” que los norteamericanos implementaron para el rescate de su sistema bancario, inyectándole cantidades estratosféricas de dinero respaldadas en un crecimiento del PIB estadounidense y, en el aumento billonario del déficit fiscal estadounidense…
Económicamente hablando, la solución es completamente aceptable, de no ser porque en la práctica tales medidas “dejan en el aire” al resto de economías satélites, porque el PIB estadounidense no ha crecido, porque han perdido el liderazgo mundial económico, y, porque luego de la crisis han entrado en una etapa de ralentización económica que, ante su obcecación imperialista, les ha conducido a abrir frentes de batalla en diversas partes del mundo con los consiguientes costes que conlleva el sostenimiento de varias “guerras” (solamente calcule el costo en combustible gastado por un portaviones al ir de un océano a otro y el costo del combustible, de las balas y bombas de los aviones) destinadas a mantener a sangre y fuego la ideología sustentada por los fanáticos norteamericanos, contra quienes ellos tildan de fanáticos islamistas… ¡quedará espantado(a) del resultado de sus cálculos y reflexiones!
Ante tal coyuntura provocada por la voracidad de los dueños del capital del sistema bancario y los resultados de la “alta gerencia” de los bancos, las consecuencias no se hicieron esperar y la inicial debacle económica norteamericana, alcanzó al sistema bancario mundial y en bloque (tal el caso de la Unión Europea) o individualmente, cada cual debió velar por sus propios intereses (Venezuela y Francia, por ejemplo, retiraron su oro de la reserva creada desde el final de la Segunda Guerra Mundial).
Tal desastre hizo que nuestra endeble economía colapsara, de no ser porque fue salvada por las enormes riquezas acumuladas por los “derrotados” por la opción “democrática” descrita inicialmente y, de paso, tuvieron la oportunidad de acceder nuevamente al poder, con el aliciente de gobernar mediante la presión económica, pues se adueñaron del sistema bancario nacional y, con ello “gobiernan tras el trono” y en completo anonimato, el tener la protección de los holdings o grupos financieros constituidos en el país.
Al final del proceso descrito, vemos que nuestro desarrollo como nación no solo no se ha dado, sino que hemos tornado a la época feudal cuando el señor feudal disponía de las riquezas y todos los súbditos le obedecían, so pena de ser castigados, incluso, con su propia vida si el dueño del capital así lo dispone.

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