ORIFICIO
Coincidencias
latinoamericanas
Jolie
Totò Ryzanek Voldan
La
convulsa región latinoamericana, aparte de la coincidencia que dio origen a su
nombre, posee coincidencias que no llamarían a la reflexión y análisis, si no
fuera porque los países de tal región las van experimentando coincidentalmente,
“casi al mismo tiempo”.
Revisando
a grandes saltos recordamos que hubo una época en que casi todos los países
estuvieron gobernados por militares; otra época en que casi todos estuvieron
librando conflictos armados internos, y otra en que casi todos optaron por las
elecciones para resolver sus diferencias e, iniciar así, su andar por la vía
democrática.
Aparentemente,
habíamos optado por la mejor alternativa de convivencia y respeto mutuo, pero,
quienes sintieron que habían sido derrotados seguían oponiéndose al recién
estrenado sistema, desgastándole al señalar sus falencias (que obviamente
posee, pero que no lo determinan esencialmente), surgiendo la globalización
informática y económica como el factor desequilibrante que los “derrotados”
capitalizaron de mejor manera al multiplicar exponencialmente sus capitales “en
riesgo” con la globalización económica y el avance de los medios informáticos.
Tal
coyuntura devino, en la facilidad y anonimato para llevar a cabo todo tipo de
triquiñuelas (sucias, legales e ilegales) que horadaron el sistema a grado tal
que, a la fecha, ya no se sabe qué es cierto, confiable y honesto y, que no lo
es.
Veamos
algunos ejemplos recientes: Ante el debacle de la economía estadounidense, tal
desajuste de la economía rectora “arrastró” a las economías satélites a una
situación que tuvieron que aceptar las “medidas emergentes” que los
norteamericanos implementaron para el rescate de su sistema bancario,
inyectándole cantidades estratosféricas de dinero respaldadas en un crecimiento
del PIB estadounidense y, en el aumento billonario del déficit fiscal
estadounidense…
Económicamente
hablando, la solución es completamente aceptable, de no ser porque en la
práctica tales medidas “dejan en el aire” al resto de economías satélites,
porque el PIB estadounidense no ha crecido, porque han perdido el liderazgo
mundial económico, y, porque luego de la crisis han entrado en una etapa de
ralentización económica que, ante su obcecación imperialista, les ha conducido
a abrir frentes de batalla en diversas partes del mundo con los consiguientes
costes que conlleva el sostenimiento de varias “guerras” (solamente calcule el
costo en combustible gastado por un portaviones al ir de un océano a otro y el
costo del combustible, de las balas y bombas de los aviones) destinadas a
mantener a sangre y fuego la ideología sustentada por los fanáticos
norteamericanos, contra quienes ellos tildan de fanáticos islamistas… ¡quedará
espantado(a) del resultado de sus cálculos y reflexiones!
Ante
tal coyuntura provocada por la voracidad de los dueños del capital del sistema
bancario y los resultados de la “alta gerencia” de los bancos, las
consecuencias no se hicieron esperar y la inicial debacle económica
norteamericana, alcanzó al sistema bancario mundial y en bloque (tal el caso de
la Unión Europea) o individualmente, cada cual debió velar por sus propios
intereses (Venezuela y Francia, por ejemplo, retiraron su oro de la reserva
creada desde el final de la Segunda Guerra Mundial).
Tal
desastre hizo que nuestra endeble economía colapsara, de no ser porque fue
salvada por las enormes riquezas acumuladas por los “derrotados” por la opción
“democrática” descrita inicialmente y, de paso, tuvieron la oportunidad de
acceder nuevamente al poder, con el aliciente de gobernar mediante la presión
económica, pues se adueñaron del sistema bancario nacional y, con ello
“gobiernan tras el trono” y en completo anonimato, el tener la protección de
los holdings o grupos financieros constituidos
en el país.
Al
final del proceso descrito, vemos que nuestro desarrollo como nación no solo no
se ha dado, sino que hemos tornado a la época feudal cuando el señor feudal
disponía de las riquezas y todos los súbditos le obedecían, so pena de ser
castigados, incluso, con su propia vida si el dueño del capital así lo dispone.
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