ORIFICIO
Los seres pensantes (20151230)
Jolie Totò Ryzanek
Voldan
Parece que el final de
año es la época propicia para que surja el deseo de escribir una especie de “Recuento
de Daños” y que muchos seres se vean inmersos en una especie de “depresión colectiva”,
al ver que muchas de las cosas que quisieron hacer en lo personal fueron
logradas, mientras que otras más que no están en su control se han deteriorado
o han caído en la obsolescencia… precisamente, porque hemos de aceptar que nadie
posee el control de todo, y muchos de los males que nos aquejan como sociedad
han ido de mal en peor.
Citar ejemplos suena
insidioso, toda vez que los indicadores sociales y humanos de Guatemala en su
conjunto han ido en franco retroceso, y los motivos de alegría y satisfacción
social simplemente han desaparecido. Lo poco que se ha ganado en el campo de
los Derechos humanos de las personas ha quedado como algo escrito en un papel
echado al olvido y es más que obvio que cada vez se incumplen todos y cada uno
de los acuerdos u obligaciones adquiridas, precisamente, porque pese a vivir en
un colectivo, todos y cada uno de nosotros se rige por una mentalidad cada vez
más individualista.
Cada día se ve más
lejos el pensamiento social de solidaridad y superación colectiva que regía
nuestros pensamientos y actitudes en el pasado y, las instituciones llamadas a
su fomento (hogar, Estado, medios de comunicación e iglesias), cada vez
funcionan más en función de los intereses impuestos por esta sociedad tan
injusta, consumista e individualista que hemos llegado a construir.
Muchos creyentes (incluyendo
todas las denominaciones) han olvidado que el verdadero papel de las religiones
es la liberación de las personas y no su esclavitud…
Son miles de personas
que creen que con postrarse físicamente ante la deidad que reconozcan
alcanzarán la tan ansiada “Salvación”, y olvidan que debemos ayudarnos los unos
a los otros activamente y no solo tratar que todos crean lo que yo creo, y si no
es así, “no merecen” que hagamos algo por ellos…
Teológicamente, el
panorama es cada vez peor, puesto que a diario se pueden leer las publicaciones
que otorgan Personería Jurídica a nuevas iglesias (sectas) en el diario
oficial, y no es que no tengan derecho a ello, sino que tal nombramiento les
otorga la potestad de decir cualquier cosa, amparándose en que “es palabra de
Dios” y hacer o exigir el pago de cuotas diezmos o contribuciones para que sus
creyentes (léase incautos) alcancen la “Salvación”.
Yo me pregunto
entonces, ¿Dónde queda aquello de “Amarás
a tu prójimo como a ti mismo”, si hasta embargan futuros sueldos y ejecutan
hipotecas en favor de una institución llamada pomposamente “Iglesia”, sin que
lo sea?
¿Y qué decir del
Estado que se ha tornado en un aparato que obedece a los intereses de quienes
desde la llegada de los españoles a tierras americanas recibieron enormes riquezas
mediante la Encomienda?… Su rol de ser el “garante de la vida, salud y
bienestar general de los ciudadanos que lo integran”, es tan solo letra muerta
en todo el ordenamiento jurídico; porque ciertamente poseemos una enorme cantidad
de leyes contradictorias, enormes lagunas jurídicas, jueces parcializados y
abogados capaces de “defender” a costa de cualquier retorcimiento de las leyes
y empleando toda táctica dilatoria concebible a delincuentes que debieran ser
castigados con el mayor rigor posible, sin necesidad de juicio alguno.
Pero, dado que “la
ignorancia de la ley no justifica su transgresión”, la actitud pusilánime del
grueso de la población, es doblemente condenable, porque aunque no conozcan la
ley, padecen todo tipo de abusos sin hacer absolutamente nada, sin buscar salidas
negociadas, sin buscar consensos con los otros afectados y hacen una
demostración increíble de una “imbecilidad colectiva” fuera de cualquier
concepción que se quiera tener de un ser pensante y deliberante tendiente a la
mejora de sus condiciones de vida y las de su entorno…
Sí, la situación a que
hemos llegado como sociedad es ya casi insostenible, económicamente hablando, y,
mientras sus congéneres mueren por escasez o ausencia de lo más básico como
alimentos o medicina, siguen engañándose a sí mismos al decir que “mientras no le toque a él o ella, que sean
otros quienes arreen el macho”. Tal proceder a su vez ha logrado que todo
mundo se aferre con uñas y dientes a lo poco que tiene y a olvidarse de todo y
todos los demás.
La sociedad nuestra no
es otra cosa que un conjunto de átomos que no se conjuntan porque todos
desconfían de todos, porque es una sociedad sin valores ni principios y, si
estos existen son simples letras muertas… pero lo peor de todo es que cuando todo
explote (sociológicamente hablando), quizá no haya sobrevivientes, porque el “imbecilismo
colectivo” aludido haya cooptado a todos sus integrantes y, estarán condenados
quienes sobrevivan a ser gobernados por otros seres pensantes iguales o peor
que ellos, con lo que los seres pensantes guatemaltecos habrán desaparecido.
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