Me niego a creer que en nuestro suelo somos una masa descompuesta de seres y que la inteligencia ha muerto, cuando me consta que hay personas que están pensando la manera de salir adelante y empujar a una patria saqueada inmisericordemente y, como nunca habíamos visto (por este gobierno), para construir nuevos derroteros que nos provean un día más de vida, cuando menos…
Me niego, igualmente, a creer que el gusto por lo estético haya desaparecido (aunque tengamos como ministro de Cultura a un futbolista), porque veo que en el ámbito artístico se sigue haciendo arte adentro y afuera de las fronteras patrias de manera innovadora, prolífica, con nuevas tendencias, con nuevas técnicas, con nueva tecnología y con una nueva visión artística que en suma, nos coloca entre la vanguardia del movimiento cultural latinoamericano, aunque en pleno siglo XXI hubo cuando menos una obra censurada, porque “no era adecuada a la mentalidad cerrada de los guatemaltecos”…
Estas señales tan “esperanzadoras” me brindan cierta paz, por cuanto saber que hay quienes continúan en la brega individual o colectiva de hacer algo, por y para los demás, va muchísimo más allá del mero capricho personal, del deseo individualista de ser mejor y del espíritu consumista que pretenden inculturar en nuestra muy aberrada y descompuesta sociedad actual, quienes han hecho del dinero su razón de existir.
Holgada razón tiene el papa Francisco al criticar tan severamente al “dios dinero”, porque no es el dinero en sí lo que es malo, sino la actitud humana de endiosarlo y hacer de él su razón de vivir y existir. Y como en todo lo humano hay sus más y sus menos, estamos en presencia del origen mismo de la descomposición aludida en el primer párrafo de esta entrega, porque ciertamente se llega a gobernar este país solamente una vez en la vida, puesto que no hay reelección y por ende, quien lo logra “aprovecha” la oportunidad al máximo, lo cual es completamente entendible para cualquiera.
El ingrato “pero” surge cuando rompen los esquemas preconcebidos del imaginario social que los ha electo o que debe soportar su presencia, aunque no esté de acuerdo con su elección.
En buen guatemalteco decimos: “se salen del huacal”, porque todos saben que optan a esas posiciones porque en ellas ganarán demasiado bien y tendrán la oportunidad de obtener alguna “comisión” por conceder alguna concesión o firmar algún convenio, lo cual todo mundo sabe y acepta aunque no sea precisamente esa la visión que debiera prevalecer, sino la de servicio honesto a la patria.
Pero con todo, alguien habrá de ser, y como el sistema no permite que sea cualquiera, es generalmente electo quien tiene acceso a cantidades millonarias para su campaña y esto no es para los ciudadanos de a pie, honrados a carta cabal y con sólidos principios éticos que le lleven a poseer y practicar sus conocimientos y valores éticos.
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