EDITORIAL
Consideraciones
acerca de una renuncia
Hace varios meses se ha venido dado un pulso entre la
población y el presidente, quien merced de la inmunidad que ostenta no ha
podido ser investigado, aunque hay claros indicios que está involucrado en actos
delictivos.
Así, unos exigen que renuncie y enfrente la justicia,
mientras que él se niega a renunciar, aduciendo que es inocente y que debe
conservar el orden institucional, por lo que entregará la banda presidencial
hasta el 14 de enero a las 14 horas.
Los inconformes amparan su petitorio en medios
probatorios hechos públicos por el Ministerio Público (MP) y la Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), y en el desencanto
generalizado por su mala gestión, además que han sido desvelados otros actos de
corrupción en diferentes entidades llevados a cabo por funcionarios nombrados
durante su gestión.
Tal estado de cosas ha provocado un interdicto jurídico,
puesto que por un lado, él se niega a renunciar porque tiene todo el derecho a
terminar el período para el que fue electo constitucionalmente; y por el otro
lado, el pueblo que le otorgó el mandato, ahora se retracta ejerciendo la
soberanía que por definición posee.
Así las cosas, resulta que ambos tienen razón y las
posiciones se han polarizado en extremo, por lo que lo conducente sería que un
tribunal de arbitraje mediara en el asunto, pero difícilmente habrá alguno que
desee mediar en tan delicado asunto legal, porque aunque lo hiciera, su
dictamen seguramente podrá ser apelado en otro órgano judicial de mayor
jerarquía, con lo que el estira y encoje continuará.
Adicional a lo expuesto, y, como algo más que debe ser
tenido en cuenta al momento de llevar a cabo la “refundación del Estado” que el
pueblo solicita, es que debe existir un mecanismo claro y práctico que el
pueblo pueda emplear para desaforar a los diputados que hubiere electo, y otro
para despedir sin más a los funcionarios que incumplieren su labor y/o abusaran
de ellas.
En todo caso, es de suma importancia que la figura del
antejuicio desaparezca de nuestro ordenamiento legal, pero, es aún más
importante que se implementen mecanismos de control para el hacer de los
funcionarios, y ellos tengan la obligación de rendir cuentas de su gestión ante
el pueblo.
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