EDITORIAL
Ganadores y perdedor
Merced de la presión ciudadana, el hoy expresidente Otto
Fernando Pérez Molina debió renunciar a la Presidencia de Guatemala, con lo que
hemos vivido un nuevo capítulo de la historia de la llamada época democrática
guatemalteca.
Y es que no es para menos que un presidente
constitucionalmente electo no termine su período, porque renunció presionado
por el pueblo que le eligió, y posteriormente ese mismo pueblo, le exigió su
renuncia al cargo. Y aunque le faltaba poco para completar su período
constitucional, ni eso le importó al pueblo, porque sencillamente lo querían
fuera de la esfera gubernamental, por su manifiesta incapacidad para gobernar,
que se rodeó de personas con un oscuro pasado que llegaron solamente a
enriquecerse, que en términos generales no avanzamos positivamente en rubro
alguno y, contrariamente a lo esperado, retrocedimos en otros tantos.
Con mucho de razón, todo apunta a que ha inscrito su
gobierno como el peor de todos en la era democrática guatemalteca, al grado que
él mismo (Otto Pérez Molina) fue acorralado por la justicia del país, al ser
arraigado y ligado a un proceso penal por su participación en una bien
estructurada banda de defraudación aduanera, mediante la cual se enriqueció
durante años.
Las manifestaciones populares de satisfacción no se
hicieron esperar e incluso, durante la noche, no faltaron ciudadanos que hasta
salieron a la calle a celebrar el triunfo de una de las demandas populares,
sino que desde tempranas horas se hicieron presentes frente a la sede de
gobierno ondeando banderas nacionales, mientras que otros, se apostaron en las
cercanías del aeropuerto en un vano intento de evitar la fuga del mandatario,
quien se apersonó a los tribunales de justicia donde una multitud de ciudadanos
le esperaba para gritarle: “LADRÓN”, “CORRUPTO” y otros epítetos y
descalificativos.
El pleno de diputados al Congreso se reunió finalmente
incompleto, aunque sí con una mayoría más que calificada para conocer la
renuncia del mandatario y verificar su autenticidad, mientras el hasta ese
momento vicepresidente aguardaba en una de las salas contiguas el llamado para
ser juramentado como presidente interino, para completar el período del
renunciante.
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