EDITORIAL
Una
tensa calma
Al momento de escribir el presente, la cauda de muertos
asociada al actual proceso electoral ya ronda la docena de víctimas, con lo que
sin ser alarmistas podemos decir que aumentará.
Adicionalmente, se han detectado que en los ingresos de
varios poblados han colocado mantas o vallas con leyendas como: “Si vienes
acarreado a votar, ten cuidado, porque no lo lograrás”, y lo firma “población
organizada” o cosas por el estilo…
Lo anterior nos demuestra palpablemente, que el clima preelectoral
relativamente pacífico no lo es tanto en todo el territorio nacional, toda vez
que ocurre el fenómeno nunca antes visto que, además de los partidos que
disputan los diferentes puestos de elección, hay ciudadanos que tomando el
ejemplo de las manifestaciones populares que culminaron con la renuncia del
presidente, se han organizado para impedir “el voto acarreado” en sus
comunidades.
Pero cabe también la posibilidad, que sean grupos de
simpatizantes de un partido que desean impedir el voto de sus adversarios, y
para no ser detectados, “se disfrazan” de pueblo…
Es decir, hay una tensa calma en el ambiente y una serie
de hechos aparentemente aislados que hacen temer una tormenta en cualquier
momento… casi como cuando se está en una ciudad asediada por el enemigo en una
guerra y se espera el momento del asalto final.
Es en ese ambiente que celebramos las elecciones de hoy,
unas elecciones que se han tornado virulentas a falta de mejores argumentos o
carisma de los(as) candidatos(as), y que saben que ninguno(a) tiene garantizada
la victoria, porque la ciudadanía en general les rechaza a todos(as) por igual,
y que esa misma ciudadanía ha despertado del letargo en que permaneció durante
muchos años.
Lo que debiera ser una fiesta cívica tiene hoy un tinte
adicional que no conocíamos, un tinte que solapadamente ha estado presente y
amenaza con provocar el estallido social que la ciudadanía ha estado evitando,
pese a estar ella misma en una actitud beligerante, porque ya se cansó de estar
votando “a los mismos” y que estos sean los únicos beneficiados del dinero del
erario público que debiera ser para beneficio de todos, o cuando menos, de
quienes no tienen tanto como los demás.
En esta tensa calma hacemos nuevamente un llamado a que
asista a votar, pero hágalo pensando en su país: vote por quien crea que no es
tan malo como los otros, pero vote válido, no vote nulo ni deje en blanco las
papeletas.
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