Decisiones
(Teatro
escolar)
Trama inspirada en la novela de Lily Aguirre: estigma, Editorial Landívar, Guatemala,
23 de diciembre de 1957.
Nota importante:
Teniendo en cuenta que es una obra escolar que
se montará el año de 2010, que debe pertenecer al género literario del drama y
no será representada por actrices y actores profesionales ni en un teatro, la
presente no es una mera adaptación de la novela en cuestión, es, antes bien,
una historia que pretende poner de manifiesto las decisiones que se pueden
tomar para salir airosa ante los valladares y paradigmas mentales que la
protagonista debe vencer dentro del contexto de un conglomerado cargado de
prejuicios.
PERSONAJES:
Voz en off narradora
Conchita protagonista
Doña Fifina madre
de Conchita
Pepe primer
novio de Conchita
Henry esposo
de Conchita
Dick amigo
de Henry
Doña Marta madrina
de Conchita
AMBIENTACIÓN:
Un extremo del escenario será implementado
como una sala de casa. El centro del escenario estará completamente vacío (para
que en ese sitio se desarrollen todas las acciones que son fuera de casa). El
otro extremo parecerá un dormitorio.
Voz en off La sociedad
guatemalteca contemporánea tiende a discriminar a las personas por diferentes
causas, entre las que se incluyen los apellidos, que determinan si se es
indígena o no; si se es hijo de matrimonio o si se es hijo de madre soltera,
etcétera.
La historia que
verán es la de una muchacha que es hija de una madre soltera, y los obstáculos
que tiene que vencer para ser integrarse a una sociedad ultraconservadora,
cargada de prejuicios y con muchos paradigmas mentales que, finalmente, dejan
mucho que desear de quienes los practican y llevan a cabo, aunque se confiesen:
“cristianos”, porque en la práctica: no aman a su prójimo como a sí mismo.
En la sala de la casa de Conchita se encuentra doña Fifina y
llega Conchita
Conchita ¡Fíjese
mamaíta que me voy a casar!
Doña Fifina (con tono socarrón)
¡Ya era hora que se decidiera Pepe!, y, ¿cuándo piensan casarse?
Conchita No mama, no me
casaré con Pepe… sino ¡con el amor de mi vida que he conocido hoy mismo!
Doña Fifina (alarmada) ¡Hay
Dios mío! ¿Qué le estará pasando a mi niña?
Conchita No mami (recostándose en su regazo), déjeme que
le cuente y ya verá que las cosas no son para que se asuste tanto… Sucede que
hoy que fui a la casa de Clara me piropeó un hombre que, aunque es mayor, lo
fleché de inmediato, platicamos y me dijo que sus intenciones eran buenas para
conmigo, tanto así que luego de sentarnos en el parque me suplicó que le dijera
mi nombre y yo se lo dije…, me dijo que se llamaba Henry, que era gringo, que
era su primer día como diplomático jubilado y que había tenido la dicha de
haberse topado conmigo, que yo inmediatamente le había robado el corazón, y que
lo que más deseaba en esta vida era compartir su vida conmigo (suspiro), ¡viera
que montón de cosas bellas y hermosas me dijo!
Doña Fifina (melancólica) ¡Hay mi’ja! Y la gente qué
va a decir de ti luego de verte por años de novia de Pepe, que es de tan buena
familia…
Conchita (socarrona) ¡buena familia!… (enojada) ¡ja!, ¡buena para nada bueno!
Con decirle que por eso precisamente rompí mi compromiso con Pepe, ya que la
tal familia no mira con buenos ojos que yo sea su novia y menos su esposa;
porque yo llevo solo su apellido, que saben que no tengo papá y que para colmo
de todo su papá ya está en presencia del Señor (santiguándose) ¡que Dios lo acoja en su seno!
Doña Fifina Pero si eso ya lo
sabía Pepe y seguro que ya le habrá contado a su familia que tu papá se perdió
en México hace muchos años, incluso antes que tu nacieras y por eso nos venimos
a vivir a La Antigua Guatemala… buscando paz y tranquilidad, además de un lugar
donde nadie nos conociera, para que nadie dijera nada
Conchita (en tono lastimero)
¡Hay mami! ¿Usted en qué mundo vive?, si todo el pueblo no deja de hablar de mi
noviazgo con Pepe, que es de buena familia, y yo que no tengo a nadie más que a
usted por familia, que usted es la costurera del pueblo y que aparte de la casa
esta que nos dejó el abuelo no tenemos nada… y (enojada) ¡hoy Clara me invitó a
su casa para que Pepe me hablara sin que nadie nos viera!… Y ¿sabe? El tal Pepe
me dijo que pospusiéramos nuestro matrimonio por unos años, mientras él se iba
a estudiar a Europa y que luego, ya graduado, lo podríamos hacer, (burlescamente) ¡porque su familia así lo
quería!, ¿sabe?, yo no lo pensé dos veces, porque aunque lo quiero, (enojada) ¡no voy a ser la pelele de esa
familia! Y le dije que cuando él volviera yo ya estaría ¡vieja o casada!, pero
que no me importaba el pretexto que se inventara él o su familia, porque el
hecho que yo solo la tenga a usted y su apellido, no quiere decir que hagan
conmigo lo que se les dé la gana, (explicando) di la vuelta y me vine a la
casa.
Voz en off Lo que Conchita no
dijo a su madre fue que aunque Pepe la quiso detener, ella, en su enojo, estaba
literalmente: “hecha pedazos”, porque el hombre que amaba era un títere de los
deseos de su familia, que por ser adinerada gozaba de una posición envidiable
en los círculos sociales antigüeños. Tampoco dijo que al salir de la casa de
Clara se fue a vagar por la calle de La Alameda y que fue allí, precisamente,
donde se cruzó con Henry y este al verla sola y tan linda como era, no vaciló
en acercarse para intentar conocerla, lo cual consiguió al aceptar la bella
damisela los piropos que le decía él, mientras en la mente de aquella linda
mujer se fraguaba un siniestro plan que le permitiría vengarse de Pepe y
largarse lejos de aquel pueblo cochino e indecente (según su pensamiento de
aquel momento) –lejos estaba el gringo incauto de prever que, a partir de ese
momento, sería usado como “trampolín de escape” por aquella dama de porte
angelical–. Aquella lindísima mujer por fuera, pensaba y actuaba a la velocidad
del rayo y, sabedora de todos sus atractivos, sacó lo mejor de sí para envolver
completamente a aquel desconocido caballero que, con gran prestancia y porte
era su interlocutor. Conchita tampoco dijo que buscando el desahogo de sus
penas, convirtió aquel momento de vagancia en un “ahora es cuando me toca a mí”
y lo fraguó a velocidad indescriptible, llevando a su víctima paso a paso hasta
el final de La Alameda, luego hacia el parque, donde se acomodaron por largo
rato en una de sus bancas, y luego, ya cuando el gringo estaba loco por ella,
lo invitó a que la acompañara a la puerta de su casa donde el tonto personaje
le dijo al despedirse que lo mejor que le había ocurrido en la vida, aparte de
hacer una gran fortuna, había sido conocerla y que solicitaba poder verla
nuevamente, a lo cual ella accedió invitándolo a cenar la noche siguiente, a
las ocho de la noche, para que conociera a su madre y pudiera charlar con ella
respecto del futuro de ambos, le dio un tierno beso y el hombre quedó de una
pieza en la puerta diciendo: yes my
darling, yes my darling.
En el
dormitorio
Voz en off Aquella noche
Conchita, ya sola en su dormitorio meditaba:
Conchita Ya que el
pusilánime de Pepe está visto que es un bueno para nada y me tuvo engañada
todos estos años con flores, regalos, cartas y papelitos, le voy a demostrar
que con la dignidad de una mujer verdadera (enojada)
¡no se juega!, me voy a casar con este gringo adinerado y así podré hacer lo
que quiera y tener otro apellido… (sollozando) cómo pude ser tan tonta de
desperdiciar mi tiempo con Pepe (empieza a romper cartas, fotos, desechar
recuerdos, etc.), siendo yo la chica más linda de este pueblo… ¡ah! Qué pueblo
más ingrato con la gente, ¡¿De qué les sirve ir a la iglesia y ofrendar
bastante, si cuando salen son unos verdaderos envidiosos y egoístas?!… ¡Qué
Dios tenga misericordia de ellos!
Voz en off Aquella larga
noche, entre sollozos y suspiros, Conchita dio rienda suelta a toda su cólera, murmurando
para no ser escuchada, tiró al cesto de basura todo aquello que le ataba al
pasado… se propuso iniciar una nueva vida con aquel norteamericano de ojos
color de acero y dulce mirar; aquel hombre que le doblaba la edad y que
bondadosamente le tendió la mano en el momento más oportuno y no le importó
nada que no fuera ella. Así que con el transcurso de las horas entre sollozos,
cabeceos de sueño, adormilamientos, cólera y punzantes pensamientos, trazó
mentalmente el plan de su venganza, de su reivindicación, ¡y la conquista que
haría del mundo que anhelaba!… Apenas alboreaba la aurora cuando recordó que no
le había dicho a su madre que su futuro esposo llegaría a cenar esa noche para
conocerla y hablar del futuro de ambos como matrimonio; ¡Había que hacer los
arreglos del caso para recibirlo adecuadamente!, saltó de la cama y presurosa
fue a despertar a su madre para contarle.
Conchita Mami linda, ayer a
causa de la emoción que me embargaba se me olvidó contarle que Henry vendrá a
cenar a casa a las 8 de la noche para conocerla y pedir mi mano en matrimonio
Doña Fifina Bueno, voy a
revisar qué me falta y le prepararé una buena cena, eso sí, necesitaré que me
ayudes a prepararla, ¿quieres?
Conchita ¡Claro mama!,
¿acaso no cree que sea mi deseo que se luzca?
Voz en off A partir de aquel momento doña Fifina se
afanó en preparar la carne, las verduras, preparar una ensalada y hasta hizo un
postre para mantenerse completamente ocupada y así disimular el terror que le
provocaba saber que tendría que confesar a su futuro yerno aquel secreto que tan
celosamente había guardado.
Entrando y
acomodándose en la sala
Doña Fifina Pase adelante y
acomódese por favor
Henry Vaya que es una
excelente cocinera doña Fifina, la cena estuvo ¡delicius! Y como Conchita le
habrá contado nos hemos enamorado y deseo pedirle me conceda el honor de
desposarla para hacerla mi mujer ¿Qué decir?
Conchita Perdón por retirarme,
pero sucede que debo ir a polvearme la nariz, y mientras, ustedes podrán
platicar más cómodamente, ¿les parece?
Henry Yes darling
Conchita se
retira
Henry ¿Me iba a decir
señora?
Doña Fifina Bueno, en esta vida
hay cosas que una se debe guardar y usted comprenderá que si se las voy a decir
es porque es justo que las sepa por mí y que posteriormente no diga que le
hemos ocultado la verdad, al fin y al cabo ustedes son los que se quieren y mal
haría yo en negarle a mi hija que persiga la felicidad que tanto ha esperado y
que no ha conseguido… espero que usted sea capaz de dársela, porque ella, mejor
que nadie se la merece…
Henry ¡Claro señora! Mi
tener una buena posición y el tiempo necesario para bridarlo todo a su hija,
aparte del dinero necesario para viajar por el mundo y comprar lo que su hija
desee
Doña Fifina ¿Cuándo piensan
casarse?
Henry A inicios del
próximo mes, mi solo tener que avisar a la embajada y comprar los regalos de su
hija y estar listo
Doña Fifina (escandalizada) ¡Válgame Dios!, ¡No me
daría tiempo a hacer el vestido de mi hija!
Henry Bueno, entonces
que sea para fin del mes entrante. Usted solo dígame que necesitar y yo
comprarlo todo mañana mismo
Doña Fifina (apenada) Bueno, si ese es su deseo, así
será. Mañana mismo le entrego la lista, tenga la bondad de venir mañana
temprano por ella.
Henry (entusiasmado) ¡De acuerdo!
Voz en off Doña Fifina se armó
entonces de valor y le confesó a Henry que Conchita era su única hija y su más
preciado tesoro, que era una chica consentida y acostumbrada a tener todo lo
que quería, porque doña Fifina sabía que su hija era el resultado de un
desborde de pasión que ella tuvo con aquel que fue el amor de su vida y que en
un momento de locura y falta de raciocinio pasó a más con su novio, quien luego
de ello le contó que lo habían trasladado en el trabajo y no supo nunca más de
él… ¡Aquel a quien tanto quiso solamente la engañó! Su padre, como buen médico,
al darse cuenta del embarazo cerró su clínica, vendió cuanto poseía y tomando a
su hija se vino a vivir a La Antigua, buscando el sosiego de su alma y poder
dar la protección que necesitaba su hija, pero el destino cruel le había marcado
con la desgracia de contraer un cáncer fulminante que, en poco tiempo le llevó
a la tumba. Por ello, doña Fifina quedó sola con su hija en un país extraño y
contó tan solo con la ayuda de algunas empleadas eventuales que le ayudaron a
criar a su hija y a esparcir la habladuría de la madre soltera por todo el
pueblo… todo lo cual doña Fifina guardaba celosamente y nunca comentó con
nadie, ¡ni Conchita lo sabía!
Fin
del primer acto
Voz en off Como Henry era
protestante y Conchita católica, la boda se realizó en la casa de doña Fifina,
se invitó a cuanta gente se le ocurrió a todos y los asistentes llenaron por
completo la casa, pese a ello, hubo comida y bebida suficiente para todos, pues
Henry era por naturaleza un desconsiderado para gastar el dinero… muchos
pensaron que lo hacía por ser presumido y gastar hasta lo que no tenía. Pocos
sabían que en realidad Henry era un verdadero millonario y que al final de
cuentas ¡lo que menos le faltaba era dinero!… En fin, al día siguiente llegó
una limosina enorme por los esposos, para llevarlos a Guatemala, donde
abordarían un avión para irse de viaje de bodas a ¡Estados Unidos y Europa!
Para que Conchita conociera a su nueva familia y tuviera la oportunidad de
conocer todo cuanto quisiera, ¡y por el tiempo que quisiera!… Finalmente,
dispusieron fijar su lugar de residencia en París, la ciudad del amor, del arte
y de la belleza, donde Conchita tenía acceso a cuanto quería y a asistir a
cuanto evento cultural deseara, lo cual incluyó el rozarse con la crema y nata
de la sociedad parisina, quienes no dudaron en invitar a la pareja a cenas,
banquetes y bufetes, con lo cual la pareja mantenía una agenda de compromisos
sociales que les dejaba tan extenuados que cuando retornaban a su casa, iban
directamente a dormir unas pocas horas, porque luego deberían arreglarse
nuevamente para salir al siguiente compromiso social (era realmente una vida
social exageradamente intensa). Lo que sí es cierto es que doquiera que
Conchita se presentaba, acaparaba la atención de todos por su porte, su belleza
y su cultura general… de Henry, ni hablar, ¡era un diplomático de carrera!
Durante el baile de una de tantas recepciones, Conchita observó que un
individuo muy bien parecido no despegaba sus ojos de ella y, aunque bailaba con
Henry, no podía dejar de sentir el estremecimiento que le producía aquella
mirada tan especial, por lo que sintiéndose incómoda, pidió a su esposo salir a
tomar un poco el aire fresco de la noche y, se encaminó directamente hacia
donde estaba el responsable de su incomodidad, quien al notar la maniobra, se
encaminó hacia ellos y
Dick (saludando) ¡Hola
Henry!, ¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti!
Henry (deteniéndose)
Dick, te presento a mi esposa Conchita, es de Guatemala, y nos dirigimos a
tomar un poco de aire fresco, ¿nos acompañas?
Conchita (saludando) mucho
gusto… ¿hace mucho que se conocen?
Dick ¡Desde niños! Y,
¿sabe? Henry me enseñó todo lo que sé y, por si fuera poco, me colocó en el
servicio diplomático poco antes de su retiro ¡realmente es el mentor de mi
vida!, aparte de mi mejor amigo.
Voz en off Conchita no pudo
evitar continuar la conversación en el balcón, mientras Henry le acompañaba
solícitamente y escuchaba la amena charla de su esposa con el amigo. En la
cual, y como de costumbre, Conchita fue la voz cantante que acaparó la atención
de ambos con sus bromas oportunas, sus directas observaciones, su femenil
gracia, cortesía y buenos modales… Las horas pasaron y la música cesó, marcando
el final de la recepción, mientras ellos seguían en el balcón en amena charla y
tuvieron que forzar la despedida, porque de no hacerlo, ¡hubieran amanecido
conversando!… cuando iban rumbo a su casa, Conchita platicó con Henry así:
Todo lo que
sigue es en off (hasta que se escriba lo contrario)
Conchita Henry: desde hace tiempo he notado que ambos vivimos cansados
por tanto desvelo y que nuestras vidas transcurren al revés, porque dormimos de
día y estamos despiertos de noche, ¿te has dado cuenta?
Henry ¡Claro!, y sí es
cierto, ya que todo cuanto he hecho ha sido por complacerte, pero hoy sí que te
has divertido con Dick ¿no?
Conchita Sí, pero no me
cambies el tema por favor, ya que lo que en realidad quiero decirte es que te
veo cansado y yo lo estoy también, así que quisiera alejarme un poco de todo
esto y tomarme un buen descanso ¿si?
Henry Sabes, yo te lo he
querido decir desde hace tiempo, pero como parecías ser tan feliz con esa
manera alocada de vivir, no quise romper el encanto
Conchita Hay cielo, tú siempre
tan complaciente conmigo. Pero hoy sí, ¡ya no aceptaremos compromisos ni
invitaciones para nada! Y cuando hayamos concluido con todo, nos iremos a
descansar por una temporada a la costa francesa ¿te parece?
Henry Yes darling
Conchita Ves, por eso no te
cambio y, aunque no hemos tenido hijos, quiero decirte que me has hecho muy
feliz, ¡gracias querido! (sonido de beso)
Voz en off Una vez que
hubieron concluido la agenda social pendiente, se fueron al mejor hotel de la
Riviera francesa y se dedicaron a dormir, a comer y descansar… hasta que cierta
mañana Conchita se despertó al escuchar un fuerte gemido que decía:
Henry (con voz de
alguien que está muy enfermo) Conchita, my Darling, I love you
Voz en off Hubo un momento de
silencio y Conchita al voltear a ver a su esposo, notó que ya no respiraba y
que estaba palideciendo rápidamente… ¡Henry había muerto!
Conchita (gritando de
dolor) ¡¡¡Nooo!!!
Voz en off Aquella triste
mañana, Conchita no tuvo más remedio que llorar y avisar a la familia que Henry
había muerto… Y luego de las exequias, decidió volver a Guatemala, porque al
igual que cuando conoció a Henry, no quería tener nada que se lo recordase,
porque aunque no lo quiso como esposa, sí lo llegó a querer entrañablemente y
cualquier cosa era suficiente para que ella rompiera en llanto. A su llegada a
Guatemala, al salir del aeropuerto, notó que una anciana le hacía señas y se
dirigía hacia ella con los brazos extendidos a abrazarla y
Final del
off
Doña Marta ¡Mi’ja linda!,
¡bienvenida a Guatemala!, espero que hora que estás por acá te quedes unos días
en mi casa ¿recuerdas que me lo prometiste en una de tus cartas?
Conchita ¡Claro madrina!,
hoy sí le cumpliré, porque lo prometido es deuda. Trajo carro o nos vamos en
taxi
Doña Marta ¿Ves cómo pasan los
años?, a mi edad ya no me dan licencia y luego ¿para qué la quiero, si ya vendí
mi carro?, así que ¡vámonos en taxi, yo lo pago!, porque tú no dejas que tu
madrina haga algo por ti y, al fin y al cabo yo sí sé cuánto es lo que cobran.
Conchita Ay mi madrina,
nunca cambiará ¿verdad?
Doña Marta Lo que pasa chula es
que cuando te ven tan elegante y tan bonita se quieren aprovechar y… ¡más
cuando ven ese volcán de maletas que traes!
Conchita No se preocupe
madrina las maletas esas (señalando) no son mías, así que yo vengo sola con mi
bolso de mano ¿ve? Mis maletas vienen en el vuelo de carga porque es más barato
¿ya ve que no se me ha olvidado cómo somos las de Guatemala? Ja, ja, ja
Entrando al
área vacía
Doña Marta Mi’jita, ¿Qué piensas
hacer ahora que ya estás de vuelta en tu país?
Conchita Pues luego de
pasar unos días con usted, me iré a vivir con mi mami, a La Antigua Guatemala,
porque como ya sabe, los bocinazos que se oyen en las calles del centro de
guate, realmente no le dejan paz a una
Doña Marta Tienes razón, ¡a mí
eso ya me tiene cansada!, pero creo que después de tantos años de oírlo, creo
que me harían falta.
Fin del segundo acto
Voz en off El tiempo pasó y
Conchita se quedó a vivir con su madre, doña Fifina, en La Antigua, hasta que
cierto día un personaje sucio y desgreñado tocó a la puerta de la casa mientras
las mujeres estaban cosiendo en la sala y
Sonido de
cuando alguien llama a una puerta
Conchita (incorporándose de
la silla) Yo voy a ver mama.
Doña Fifina Bueno.
Conchita (al abrir la
puerta) ¿Qué desea señor?
Pepe ¡Conchita! ¡Nunca
pude olvidarte!
Conchita (sorprendida y
asustada) ¿Pepe?
Pepe Sí Conchita, mira
cómo paré por tu amor…
Interrumpiendo
Conchita ¡Ah no!, a mí no
me vengas con esos cuentos (socarronamente) de que por mi amor, ya me habían
contado que andabas por ahí, metido en problemas de drogas, pero si vienes para
que te regale algo estás mal, porque ahora compruebo que hice bien al no
casarme contigo ¡sería la mujer de un drogadicto!
Pepe No Conchita, yo
jamás pude olvidar que me rechazaste porque no hice lo que querías sino lo que
mi familia quería y, ciertamente estuve en Francia, igual que tú, pero pese a
que te busqué, nunca te encontré
Interrumpiendo
Conchita ¡Gracias a Dios!
Pepe Pero lo que es cierto
de todo es que no me concentraba en los estudios, y empecé a rendir cada día
menos, hasta que alguien me dijo que probara un poquito y que viera como era de
bueno estar un tiempo fuera de todo y sin tener que pensar en nada y yo,
pensando que ello me haría olvidarte, lo probé y… ¡no sirvió de nada!, tu
imagen vino con más fuerza a mis ojos y como un loco corrí para huir de ti
Interrumpiendo
Conchita (enojada) ¡Claro!
Como cuando huías de mí por ir a estudiar a Europa ¿recuerdas?
Pepe No, la cosa no es
así, lo que sucedió es que… es que, es que…
Conchita (enojada) ¿Ves?
Por eso te dejé, porque como hombre nunca supiste hacer aprecio de mí y mi amor
por ti, jamás pudiste tomar una decisión sin que tu familia te la ordenara y
luego vienes a tratar de justificar tu vicio conmigo diciendo que fue por causa
mía. No Pepe, yo no te dije que probaras un poquito de nada, fue la primera
decisión que tomaste y la tomaste mal, porque te equivocaste, porque no estaba
tu familia para ordenarte que hacer, porque un hombre es aquel que respeta lo
que dice y promete, el que hace aprecio de la mujer que ama, el que reconoce
sus errores y los enmienda. ¿Has hecho tú algo parecido? No Pepe, eres lo que
quisiste ser y no otra cosa, así que no vengas ahora con el cuento que fue por
mi amor, fueron tus malas decisiones
Sin decir
más, Pepe da la vuelta y se retira en silencio
Voz en off Aquel apuesto
muchacho de antaño tuvo que reconocer su vergüenza ante los argumentos de una
mujer que sí supo tomar decisiones adecuadas a sus circunstancias y que, aunque
no fueron las mejores, supo mantener los valores de respeto inherentes a la
dignidad de las personas.
Fin
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