miércoles, 30 de octubre de 2013

Hablemos de impuestos (20040130)

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ORIFICIO.


Hablemos de impuestos

Jolie Totò Ryzanek Voldan.

He querido compartir algunos criterios “en lenguaje entendible para todos”, para que aunque no seamos profesionales en economía, entendamos de mejor manera el entramado económico en que vivimos. Entregando así, un pequeño aporte que pudiera darnos “algunas luces” en cuanto al asunto de los impuestos; ya que se escuchan todo tipo de comentarios, que van desde lo descabellado e irracional, hasta verdaderas propuestas de vanguardia económica.
Sin embargo, inicialmente, debemos entender que LOS GOBIERNOS NO PRODUCEN RIQUEZA, sino son quienes la administran, para que puedan subsistir sus habitantes, y consecuentemente el estado como tal. Es por ello que el aumento de los impuestos, no es culpa del Gobierno, sino antes bien, es de todos; ya que el Gobierno tendrá que tomar las medidas necesarias para garantizar que sus habitantes gocen de un ambiente propicio para su propio e individual desarrollo. Pero sucede que ¡NADIE HA DEJADO DE HACER HIJOS! y ello hace que hayan más necesidades cada día, aumentando inexorablemente los problemas de todos los estados, ya que cada vez habrá más bocas que alimentar, más vivienda que proporcionar, más necesidad de agua entubada, y un larguísimo etcétera.
El otro concepto que debemos fijarnos en la mente es que LA RIQUEZA LA PRODUCEN LOS EMPRESARIOS, buscando su propio beneficio. Es por ello que bien o mal habido el capital con que inician sus negocios, toman el riesgo de “poner a trabajar el capital”, para que el mismo se vea incrementado por medio del trabajo personal y de la inversión en los negocios de otros, obteniendose un beneficio económico mutuo.
Por simple lógica, quienes no somos ni Gobierno ni empresarios, somos asalariados de cualquiera de los descritos o estamos desempleados. ¡Pero vivimos dentro del estado!
Ya que los empresarios velan por sus personales intereses (económicos desde luego),queda claro que es el Gobierno el que se obliga a velar por todos (empresarios o asalariados), puesto que todos somos ciudadanos. Por lo cual debe hacer frente cada vez a problemas mayores, y de ahí la necesidad de recursos económicos cada vez mayores... Lo cual es una realidad dolorosa pero igualmente certera.
De lo anterior se colige que si el Gobierno necesita mayores ingresos, nosotros también los necesitamos para hacer frente a mayores compromisos económicos. Acá es cuando saltan las soluciones simplistas en las cuales los asalariados claman por un mejor salario o sueldo... Pero nadie se pregunta de donde saldrá el dinero necesario, para cumplir la demandada mejora salarial. Creen que el empresario por el mero hecho de serlo tiene para dar y repartir... ¿hasta quedarse sin nada?
El asunto no es tan simple, puesto que si el empresario tomó el riesgo de trabajar su dinero, fue precisamente para tener más, ¡nunca menos! En todo caso, ponderará el hecho de cerrar la fuente de trabajo e invertir en otro negocio que le sea rentable, antes que repartir sus bienes de capital; ¡con todas las secuelas que ello conlleve!.. De las cuales, las que cualquiera entiende son el desempleo y, en el caso del Gobierno, la pérdida de los impuestos que el empresario aporta al fisco.
Precisamente por lo anterior, es que un Gobierno lucha por bajar el índice de desempleo, puesto que es un indicador indirecto del hambre que pasan los ciudadanos del estado que gobierna y, entiende que el Gobierno por si mismo, no produce riqueza, sino que por el contrario, gasta la riqueza que otros han producido. El Gobierno pues, deberá controlar en primera instancia, la producción de riqueza de los empresarios, pues en la medida que los empresarios produzcan más, ganarán más. Para tal efecto existe un índice que se llama: PIB (iniciales de Producto Interno Bruto), en el cual se encuentra la suma cuantificada en dinero de las ventas realizadas por los empresarios y se obtiene de las respectivas declaraciones juradas de los contadores al final del año fiscal, además mediante la contabilización de las licencias de exportación, generándose así el parámetro por el cual los empresarios pagan sus impuestos.
Conocedores que las demandas crecen cada año (porque crece la población mundial y los empresarios cada vez desean ganar más), es que se proyecta un crecimiento del PIB cada año, con lo cual el Gobierno presupuesta sus ingresos y desde luego sus gastos.
En cuanto al dinero, en una situación ideal (que no es la nuestra), es emitido, tan solo por la cantidad que haya reflejado el PIB más las reservas que el estado posee, (es decir, los billetes “representan” lo que vale la producción, más el oro que se tenga depositado y las reservas –dólares, puesto que es la única moneda convertible a oro- que se posean).
Pero sucede que en todos los países como el nuestro, tercermundistas o subdesarrollados, las necesidades de la población son infinitamente mayores al valor de su producción y reservas, y se recurre al “endeudamiento” (interno y/o externo), con lo cual el Gobierno completa su presupuesto, prestando dinero a interés a quienes si lo poseen y desean invertir con seguridad, ya que es improbable que un estado deje de pagar.
Paralelamente a los planteamientos anteriores, en Guatemala existe una ley, que data del tiempo del extinto presidente Ramiro De León Carpio, la cual impide que el Gobierno “imprima billetes sin respaldo”, puesto que ello genera inflación, (porque aumenta la cantidad de dinero circulante, lo cual conlleva que el valor –de la producción y la reserva de oro depositada- representado por cada billete, sea menor). “obligando” al Gobierno a cubrir sus necesidades financieras por medio de la banca privada (en caso de ser endeudamiento interno); con lo cual ¡el Gobierno estará siempre a disposición de la banca privada y de los intereses que deseen devengar!
Para el caso del endeudamiento externo, el Gobierno suple sus necesidades prestando dinero en fuentes (bancos) fuera del país, con lo cual se “hipoteca” la soberanía del país, ya que en más de una ocasión los mencionados entes financieros (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Etc.) vienen a “fiscalizar” (a evaluar nuestra economía, conforme sus intereses) y nosotros los guatemaltecos, deberemos cumplir las “sugerencias” de sus representantes, lo cual obviamente es incorrecto, puesto que nos veda el derecho de decidir, en cuanto a nuestro futuro económico.
Luego de la anterior (y muy escueta) exposición, caemos en la cuenta que no es tan sencillo hablar de impuestos, sobre todo cuando estamos inmersos en una economía tan maltrecha como la nuestra. Hay muchos factores no solo económicos para considerar; como los políticos, sociales, internacionales, etcétera. Los cuales no analizaremos, por razones de espacio, pero que los conocemos de manera empírica o por experiencia... Baste decir que “a ninguno nos agradan sus implicaciones”.
Lo que si queda claro para todos, son tres puntos esenciales:

1.    El Gobierno subsiste con mayores ingresos, únicamente en la medida que los empresarios que rige, son capaces de producir más riqueza.

2.    Nuestra economía ha estado y está completamente desequilibrada. Puesto que, las necesidades son mayores que los ingresos.

3.    Las únicas fuentes de ingresos que posee el Gobierno son los impuestos y el endeudamiento. En el caso de los impuestos, los paga el pueblo, sacrificando su propio bienestar, para que otros menos favorecidos, logren subsistir (en teoría, al menos); en el caso de recurrir al endeudamiento, éste también lo paga el pueblo, solo que a largo plazo más los respectivos intereses; amén de “hipotecar” el futuro y la capacidad de decisión de las futuras generaciones, al “heredarles” una deuda cada vez más difícil de manejar.

Consiguientemente, queda claro que la mejor manera de “salir avante” de la crisis en que nos encontramos, radica precisamente en el estímulo de la producción, lo cual no se logra aumentando los impuestos. Ya que posee la grave complicación de desmotivar los esfuerzos empresariales y, producir resultados a ¡un año plazo!, consiguientemente no resuelven nuestros problemas económicos de hoy... Lo cual me lleva a pensar en una solución integral que describo en la toma de tres acciones concretas:

  • Que se plantee un impuesto único en el cual se contemple el aporte de los guatemaltecos, para el rescate de nuestra economía, y con duración de un ejercicio fiscal (un año) solamente.
  • Que paralelamente a lo anterior se “desgrave paulatinamente la producción” (que se vayan rebajando los impuestos a la producción), y se establezca un plan de incentivación fiscal, basado en el incremento de las ventas. (Es decir, a mayor crecimiento de ventas, menor tasa de impuestos a pagar).

  • Invitar a la comunidad internacional, para que invierta en Guatemala a largo plazo, para que pueda participar de el plan descrito de desgravación fiscal, basándose en su propia competitividad, con la condición que emplee mano de obra guatemalteca en el 90 % de sus plazas como mínimo.


Con la fe y esperanza puesta en nuestro país, y aportando cada cual lo mejor de si, estoy seguro que saldremos adelante.

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