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ORIFICIO:
Uso
y abuso
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
Aquella tierra, agua y
cielo luego de la creación fue poblándose de animales y plantas. ¡Todos vivían felices! Hasta que al “animal racional” se le ocurrió que
él podía abusar de otros, y puesto que no simplemente actuaba dentro de la
creación, sino que era capaz de modificarla.... ¡Se lanzó a la aventura! Haciendo uso de sus instintos y pensamientos,
principió a hacer cuanto creía que le era conveniente y que le gustara; en todo caso intuyó que ya que había
suficiente de todo, un errorcito por aquí y otro por allá...no alteraban en
nada su especial gusto por la conquista y el descubrimiento. Se mantenía de todo aquello que deseara y que
la tierra le proveyera...No conforme con esto, persistía en la búsqueda de
nuevas experiencias, buscaba cada día más y más... ¡Nada le era suficiente!... Continuaba buscando e
ingeniándoselas, para buscar aquello que ¡ni él mismo sabía que
encontraría! Manteniéndose en una
búsqueda constante, a falta de algo mejor que hacer... Ya teniendo para si todo
lo de su entorno; paulatinamente se obligaba a ir más lejos cada vez, y
retornaba a veces lleno y a veces vacío, de aquello que anhelaba (aunque no
supiera que era), aquello que le gustaba por su sabor, o su color, o por lo
bonito, Etc. Cuando no encontró más que
recolectar, porque ya lo tuvo todo, se dio cuenta que habían otros que tenían
algo que él no tenía y se dispuso a conseguirlo, surgiendo el intercambio
comercial y la violencia de manera simultanea, puesto que “ya habituado” a tomar cuanto deseara, lo tomaba a las buenas o a las
malas....ganado y perdiendo, ¡todo dependía de la fortaleza o debilidad del
contrincante!....
Si le suena familiar y
conocida la historia de la “evolución humana” y la compara con lo que
actualmente pasa a nivel mundial, concluirá que: “no hemos cambiado casi nada, desde la creación” (indiferentemente
de sus creencias al respecto). Todos sin
excepción “usamos” todo aquello que esté a nuestro alcance (frutos, palos,
rocas, agua, Etc); en la actualidad la lista de “cosas usables” se ha ampliado ostensiblemente, porque tanto el espíritu
conquistador y el espíritu descubridor tienen como compañero al: espíritu inventor
¡si, ese que “buscando progreso” a veces lo logra y
otras lo pierde! Dejando inamovible la
ecuación inicial de ganar, a veces, y perder también, a veces...
El asunto que realmente me ha cuestionado,
no es el tan pregonado progreso, sino el final que se persigue con el susodicho
“progreso”...
Pese a todo cuanto se intente incluir en la definición de la palabra en
cuestión, siempre habrá quien abuse de ella, en su propio beneficio, o
en beneficio de otros intereses. La
mayoría de las veces, usamos las cosas,
¡abusando de los otros! Las usamos en nuestro propio beneficio, y de
manera casi inadvertida perjudicamos a los demás. Veamos algunos casos simples: conocimos que
el agua corre por el declive de la pendiente, y que es factible “entubarla”
para conducir de ésta manera el cauce.
Ahora resulta que las “aguas servidas” (por no decir contaminadas, que
es lo mismo) son entubadas y enviadas a otros cauces para dar paso a las nuevas
aguas servidas. Todo estaba bonito hasta
allí, el problema surge cuando las personas (que cada vez somos más)
necesitamos el agua que corre corriente abajo, pero que ya ha sido contaminada
río arriba. Debemos “descontaminarla”
para que podamos volverla a utilizar y ya “servida” (contaminada) se la
“enviemos” a otras comunidades y personas de río abajo...
El real problema surge
cuando los de río abajo “no pueden” costear la purificación de las aguas
servidas... Generándose una agudización
del problema conforme el río se aleja de las urbes, ya que las condiciones de vida
de los pobladores de río abajo son cada vez peores, y el río aumenta su caudal
al recibir más afluentes, contaminados igual o peor.
Luego viene a
preguntarse todo mundo, el por qué de la emigración de la gente del campo a la
ciudad, si allá gozan de: ¡toda el agua contaminada!, enviada por los
pobladores de río arriba. Misma que
contamina las siembras y enferma el ganado, ¡igual que a ellos! Y... Cuando
venden su cosecha les regatean el precio por “la distancia que se debe recorrer
para llegar a la urbe”. Por lo que
finalmente tienen que vender al “precio del mercado”, sin que el mismo
precio tenga mucho que ver con sus costos de producción y una ganancia decorosa
que le permita vivir y ¡costear el
proceso de descontaminación del agua que la urbe le envió! Resulta que las cosas son así, que todo mundo
lo ve como lo más natural del mundo ¡y
todo sigue igual!
Peor aun cuando tomamos
en cuenta el ritmo a que se pueblan las ciudades por los que vienen de afuera y
los que nacen dentro de ella, ¡cada vez es mayor la cantidad de aguas
servidas! Y... Por si ello no fuese suficiente, el tal “animal racional” ha ido buscando su propia
comodidad, al grado que “todo mundo se hace el loco” de sus primordiales
obligaciones para con los demás, tornándose comodón y empleando la cabeza para
idear la manera más cómoda de “hacer
lo menos posible por los demás y su planeta!
Fíjense ustedes que
hasta hubo algunos que ante el pedido de cuidado del planeta (paralelo al de
justicia, en éste caso), decidieron que “fueran
otros quienes lo hicieran por ellos”; los “otros”, por su
parte, hicieron “lo que se les dio la gana” (lo cual es sinónimo de la
misma irresponsabilidad de los primeros).
Así ha sido toda nuestra triste...¡muy triste historia!
El “animal racional” es el más “irracional” de todos. Ha
intentado y logrado hacer todo, menos, conocerse a si mismo; a medir las
consecuencias de sus actos y a ser consecuente con el mundo que heredará a sus
hijos, pero eso si ¡continúa haciendo hijos! Y... ¡les enseña a ser tan irresponsables
como él! Al grado que en su irresponsabilidad dispuso
“que fueran otros” los que lidiaran con los problemas que ellos mismos
generaban (autoridades y Gobierno, en general)....Sin detenerse a pensar la magnitud de las consecuencias
de semejante decisión,
ya que las mismas personas encargadas de “hacer algo” ¡son iguales que ellos!,
pensaron que ellos no abusarían de los
demás y que serían consecuentes en la búsqueda de soluciones a los problemas
generales. Se han vuelto comodones y...
Sabedores que “la oportunidad” ¡no se les repetirá!, dedicándose a los
intereses que les son convenientes en su momento (léase: “hacer lo que se les
de la gana”). Si no lo ha percibido aún,
evalúe el desempeño en general del tristemente recordado Gobierno eferregista,
que otros columnistas acertadamente han llamado: “desgobierno”, por cuanto que,
lejos de
paliar las crisis las han ido agudizando de manera paulatina e
inexorable.
No es necesario ser un
sabio para detectar que lo que realmente hace falta, no es una campaña
insensata de alfabetización (que persigue fines políticos al final), sino una
verdadera campaña de ilustración moral, enfocada hacia el cambio de consciencia
y de actitudes para consigo mismo y los demás, en la cual se ponderen criterios
morales en el interactuar de las personas con su entorno; que sea capaz de
buscar hacer el menor daño posible a sus semejantes y a su planeta. ¡No es aprendiendo a “garrapatear” su nombre y firma como se baja
la tasa de analfabetismo!, antes bien, es indispensable que el “alfabetizado”
conozca sus derechos y sus obligaciones!
Sé finalmente, que lo
expuesto “es fuerte” y motivo de preocupación
en contados sectores de pensadores; que es una realidad incontrovertible, que
nadie ha tomado en cuenta, excepto algunos moralistas y filósofos.
Ahora, deténgase a pensar si hay que esperar a
que no haya mundo donde vivir para que tome en serio y responsablemente sus
futuras actitudes. El pasado déjelo allí...Ya pasó, usted al
igual que todos, fuimos vilmente engañados con el significado de las palabras:
“progreso” y “uso”.
Tome una actitud crítica
respecto de lo anterior, y...deje de abusar “siendo comodón” y de “hacer lo que
se le da la gana”.
El cerebro sirve para
buscar la convivencia armoniosa y
entender los problemas, que de manera tan irresponsable hemos venido
generando.
Aporte ideas a los
demás; y divúlguelas, escuche y atienda comprendiendo el por qué , piense en
las consecuencias para los demás.
En resumen: “use, no abuse”.
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