miércoles, 30 de octubre de 2013

Tradición y teología 20041006)

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Orificio

Tradición y teología

Jolie Totò Ryzanek Voldan

SUBTÍTULO
El llamado al “recogimiento espiritual” de la Cuaresma en Guatemala ha generado todo tipo de aberraciones.

ENTRADILLA
Para la gran mayoría (católicos y no-católicos) la Semana Santa no es muy diferente a la Natividad del Señor (Navidad).


El llamado al “recogimiento espiritual” de la Cuaresma en Guatemala ha generado todo tipo de aberraciones, por cuanto la inmensa mayoría so pretexto de “mantener la tradición”, hemos cerrado nuestros ojos y nuestro corazón a la visión teológica aprobada por la Iglesia Católica de “encontrarnos con el Dios vivo”.
Nos hemos quedado con la imagen que representa a aquel “Dios de las Tres Potencias” que cayó otras tantas veces por el peso de la Cruz, aquel “Dios del Amor” que es una imagen cuyo rostro denota un inmenso dolor, aquella imagen de “Jesús del Consuelo” que con su mirada “dice” que el único consuelo que existe es el dolor y así podría seguir describiendo los contrasentidos que con todo respeto y a modo de ejemplo he traído a colación para llamar a una real reflexión teológica acerca del significado que realmente conlleva el llamado al “recogimiento espiritual”.
Para la gran mayoría (católicos y no-católicos) la Semana Santa no es muy diferente a la Natividad del Señor (Navidad); una fiesta religiosa por excelencia que es sinónimo de ¡asueto o descanso!, una oportunidad de visitar a la familia lejana o simplemente veranear¼ mientras que para el grueso de la población autodenominada “católica” es la oportunidad de presenciar los fastuosos cortejos “tradicionales”, que a la luz de lo que Cristo vivió y predicó, nada que ver (para emplear el lenguaje coloquial en boga ).
En fin, lo que sí es claro del asunto es que la concepción de nuestras “tradiciones” está completamente aberrada, ya que cualquiera de “los creyentes” jura y perjura que a quien llevan en hombros es al mismísimo Jesucristo y no su imagen, y peor aún, ante el deseo de muchos “creyentes” de expiar los pecados cometidos mediante “la mortificación de la creación de Dios” (el hombre como especie), nuestra jerarquía ha tomando decisiones encaminadas a dañar físicamente (si no psicológicamente también) la obra que el mismo hijo de Dios vino a redimir del pecado.
Por doloroso que sea reconocerlo, hemos estado muy equivocados al conservar nuestras “tradiciones”, ya que nuestras costumbres nos impelen a “conservar lo mismo todos los años”.
Realmente el “recogimiento espiritual” debe encaminarse hacia un encuentro con el DIOS-VIVO, para darnos cuenta de nuestra “inacción” con nosotros mismos y con los demás¼ caer en la cuenta que hemos hecho poco o nada por nosotros mismos, espiritualmente hablando, y ya no digamos por nuestro prójimo.

El mejor consejo que puedo ofrecer es aquella respuesta dada por Cristo cuando le preguntaron “¿Cuál es el mandamiento más importante?, y El respondió: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

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