Legado
y Polifacetismo
Jolie Totò Ryzanek
Voldan.
Introducción
El
presente pretende ser un aporte para mi posteridad, para cuando ya no esté
físicamente presente en el mundo, para cuando haya muerto y esté “descansando
en paz”. Es, en sí mismo, la suma de observaciones de todo tipo realizadas
durante mi vida. Que no por ello deben ser verdades absolutas, mas sí pretenden
ser una especie de faro que ilumine
el pensamiento de personas más especializadas en sus respectivos campos de
influencia, para que quizá, algún día, se pueda tener una mejor visión de las
causales que originaron el mundo que se viva, si no se ha extinguido la especie
humana. No se debe tener el afán desmedido de calificarlas como “visiones del
futuro” o cualquiera de los sinónimos que se le apliquen al tópico.
Es
una extraña mezcla de conocimientos que he deseado compartir con usted, amigo
lector; con usted, con ese alguien que no conozco y que posiblemente se
interese por la(s) solución(es) que pudiera tener cualquiera de los problemas o
situaciones que se enfocan.
Reconozco,
igualmente, que no soy poseedora (ni pretendo serlo) de la verdad absoluta ni
mucho menos. Creo estar, sí, en la posición de poder decir y criticar ciertas
iniquidades, inconformidades y comportamientos de diversa índole, puesto que
deseo que el futuro nefasto que veo para la humanidad, no lo sea tanto para las
generaciones futuras y, cuando menos, se mejore su “calidad de vida” (aplicando
el concepto médico a la cotidianeidad); o se prolongue la agonía de la especie humana. Con lo anterior, no pretendo ser: ni
alarmista ni negativa, simplemente pretendo “poner el dedo en la llaga” (como
dicen en Guatemala) o, expresar el meollo del asunto. Plantear disyuntivas, en
algunos casos; proponer soluciones, a veces; y, reconocer la falibilidad de mis
pensamientos, respecto de otras tantas situaciones.
No
pretendo “componer el mundo”, antes bien, deseo aportar y plantear el pensamiento
de una mayoría latinoamericana que se ve de manera forzosa, inmersa en una
vorágine de consecuencias impredecibles hasta el momento (inicios del año 2010).
Como
quiera que sea, me parece que a Pablo Neruda le acudía toda la razón cuando
afirmó que “El hombre, para dejar ‘huella’ en este mundo debía: plantar un
árbol (yo ya perdí la cuenta de cuantos he sembrado), engendrar un hijo (yo lo
hice dos veces) y escribir un libro (esta es la quinta vez que lo hago)”; y a Einstein
también, quien tenía razón cuando aseveró que “La conducta humana tiene dos
extremos: la sabiduría y la estupidez” (realmente no deseo morir sin haber
hecho el intento de alejarme del último de esos extremos).
Sinceramente
deseo: hacer escuchar mi voz, para que con la imbricación de todo el acervo y
conocimiento humano se busquen denodadamente soluciones, que al implementarse,
vayan encaminadas hacia una más humana y armoniosa convivencia de toda la
especie.
La autora.
La falibilidad
humana
Mientras
he vivido, me he dado cuenta que toda concepción humana es imperfecta, por
cuanto en el marco teórico se sustentan teorías o sistemas que no pretendo
cuestionar oponiendo argumentos o sistemas improbados, porque de una manera u
otra al ser llevadas a la práctica, “fallan” por cualquier razón, a saber: a
causa de su implementación, desarrollo, efectos o por la misma falibilidad de quienes
las llevan a cabo.
En
palabras sencillas y por experiencia propia, se puede decir que: “son
imperfectas”, precisamente, porque la conducta humana es impredecible (El
sistema vigente nos enseña que “puedes hacer lo que desees, toda vez que no
esté prohibido por alguna ley”.
Lo
cual nos lleva a “mantener una conducta que nos permita vivir en sociedad”. De
donde se colige que todo aquel que no observe esa “conducta” será excluido o
perseguido por el aparato represor de la sociedad. Y es aquí donde empiezan a
surgir las contradicciones, puesto que “te es lícito ‘hacer’ o ‘pensar’
diferente, solamente si la sociedad y sus ‘controles’ te autorizan de manera a priori”, lo cual per se es una abierta violación a tu propia libertad. En otras
palabras, puedes hacer o pensar “diferente”, si la sociedad obtiene algún
beneficio de ello, o no le afectas en su funcionar “normal” (lo cual es
sumamente relativo); es decir, si nos beneficiamos y/o no pasa “nada”; en suma,
cada cual establece su propia valoración de hasta dónde es válida una actitud o
pensamiento y hasta dónde no.
Lo
anterior me ha obligado muchas veces a contener
en cierto grado mi proceder, por cuanto de alguna manera (y para muchos), soy
una persona “diferente”, “revolucionaria”, “rebelde” y para colmo: Transgénero
Femenina Activa, lo cual quiere decir que desde que nací fui “clasificada” como
perteneciente al género masculino (tomando como base para ello mis genitales),
aunque desde los ocho años de edad me di cuenta que yo deseaba ser mujer,
pero poseía genitales de varón. Cuando llegué a la pubertad conocí el placer
sexual, puesto que mis órganos funcionaron perfectamente, y tomé el “rumbo” que
la sociedad y mi familia cercana esperaban, pero nunca nada me fue suficiente,
siempre encontré cosas o situaciones que intenté cambiar y/o mejorar, obteniendo
algunas satisfacciones; otras veces, grandes decepciones y rotundos fracasos al
“estrellarme” contra todo un muro social.
Conforme
fueron pasando los años, me ocupé en estudiar, trabajar, procrear y, todo
aquello que “se esperaba que hiciera”, hasta que finalmente tomé “la muy viril decisión de ser mujer”
(esta expresión la utilicé en el libro –aún inédito– titulado: El tercer sexo), siendo rechazada, en la
mayoría de los casos; humillada, a veces; discriminada, casi por tod@s y el
sistema. Lo cual me obligó a decidir: “que debía soportar todo eso y más, con
tal de demostrar que mi transgeneridad no ha afectado en lo absoluto mis
capacidades intelectuales y que debía conformarme a “no ser empleada –en
relación de dependencia– nunca más, aunque ello significara ‘morir de hambre’”.
Al
final, lo importante de la descripción anterior es que cuando haces algo que no
está “dentro” de los cánones sociales, automáticamente te conviertes en víctima
de la forma y manera que cada cual decida; lo que la sociedad aprueba y las
leyes permiten (puesto que “nadie” ha querido ser testigo –cuando han existido–
mío en los tribunales), logrando que perviva la cultura de impunidad en
Guatemala, y que la “triste historia” sea emulada igualmente por tod@s,
variando únicamente los actores vivenciales.
Lo
anterior, al imbricarlo con “el progreso” jurídico de nuestra sociedad, perfila
una seria contradicción, ya que aunque existen leyes de observancia general no
se cumplen; y la ratificación de acuerdos internacionales por nuestros
representantes sea una cuestión “protocolaria y no vinculante” para nuestro
gobierno y población. Por lo cual la construcción mental del guatemalteco
promedio, está fundamentada en una serie de aberraciones que le han “enseñado”
y, por ende, asentadas en el marco del colectivo cultural donde se desarrolle
(puesto que tod@s actúan de igual manera).
Si
a lo descrito le sumamos que somos (Guatemala) un país multiétnico,
pluricultural y multilingüe, es sumamente fácil deducir el por qué del pensar y
actuar del ciudadano promedio guatemalteco (con lo cual se demuestra la certeza
de uno de los postulados de supervivencia kaibil [N/A:
nombre del grupo élite del Ejército de Guatemala especializado en sobrevivencia] que reza:
“Actúe como los nativos del lugar”), que nuestr@s legislador@s y autoridades se
han negado enfrentar, sosteniendo con ese muy irresponsable actuar, el actual statu quo que nos mantiene regidos por LEYES
QUE NINGUNO CUMPLE A CABALIDAD Y AL MOMENTO QUE SE EXIGE SU APLICACIÓN, SON
FACTIBLES DE SER ‘RETORCIDAS’ A CONVENIENCIA de alguna de las partes”, con lo
cual se demuestra que tanto las situaciones como las “soluciones” humanas son,
falibles y, por ello, imperfectas.
Claro
que alcanzar la perfección teórica y práctica en la realidad guatemalteca es
una tarea más que titánica, pero en la medida que realmente se logre re-educar
a nuestra generación y educar (no aberrando mentes como se ha hecho hasta hoy)
a una nueva generación, quizá podamos decir que los frutos de esta criticidad (acá
se deduce el por qué de alguno de los calificativos que me han endilgado) empiezan
a aflorar.
La criticidad
constructiva y no destructiva
El
panorama aparentemente desalentador planteado en el apartado precedente, no es
en manera alguna “impedimento” para que el ciudadano promedio “deje de pensar y
actuar”, por el contrario, es, precisamente, lo que brinda pie a hacerlo,
porque es el “caldo de fermento ideal” para que pueda expresarse de la forma que
desee, lo cual no le exime, desde luego, de las consecuencias (temporales a la
postre) de sus pensamientos y actuaciones, puesto que si está inmerso en la
realidad guatemalteca, de antemano: sabe lo que puede esperar.
Personalmente
creo que ES UN ACTO SUPREMO DE “VALENTÍA”: SER QUIEN DESEAS SER, y que
si no te decides a hacerlo realidad, proseguiremos como hasta ahora (siendo un
país “tercermundista” y tú: un pusilánime, cuando tenemos tanto que aportar y
decir por propia experiencia. Creo, dije, que en suerte me ha tocado antes que
todos tomar mi “valiente” decisión y aceptar sus consecuencias, porque ya estoy
harta, dije en la introducción, de observar tantas iniquidades. Algo así como
que se hubiera hecho realidad en mí el refrán que reza: “tanto va el agua al
cántaro, que al fin lo revienta”.
También
propuse como una posible “solución” la re-educación propia de nuestra
generación y la educación de una nueva (generación), como posible “solución” de
algunos de los problemas que nos aquejan a los guatemaltecos. Lo cual nos lleva
a las disyuntivas: ¿quiénes lo harán?, ¿cómo lo harán?, ¿cómo serán
financiados? y ¿cuándo lo harán?
Personalmente
creo que todo ello sucederá de manera paulatina, pero sucederá inevitablemente,
cuando otros (ideal sería que todos, pero tampoco soy ilusa al respecto) tomen su
“valiente” decisión, porque hayan sufrido tanto como yo o, se harten de
observar pusilánimemente la situación. Es una cuestión de paciencia y tiempo,
por cuanto el refrán del agua y el cántaro empleado para mi persona, es de
aplicación general para tod@s los seres e instituciones.
El
meollo del asunto es “no quitar el dedo de la llaga” y perseverar en el
mantenimiento (en el sentido de sostener por tiempo indefinido) de un
pensamiento y actuación crítica hacia todo y por todo, pues ya sabemos que las
“soluciones” propuestas, por otr@s y nosotr@s, serán igualmente falibles que
las anteriores a ellas. –Por contradictoria que parezca mi anterior aseveración,
no lo es, ya que siguiendo el principio dialéctico estoy oponiendo una hipótesis
a otra y, en consecuencia, será la que “pruebe” ser mejor, la decisión correcta
(nunca verdadera)–.
Es,
algo así como hacer una “lluvia de ideas” (brainstorm, lo llaman en mercadeo), para tener
la mayor cantidad de “soluciones” posible, y decidirnos a implementar la mejor,
pero sin perder de vista que esa “solución” pueda ser modificada con miras a
tener los menores inconvenientes (o fallas) posibles.
Es
cuestión de: “valientemente” lanzarnos a crear mentes críticas de todo y por
todo, y, con ello, “entender” que estamos construyendo un mejor futuro,
vislumbrando una mejor calidad de vida para quienes nos sigan y finalmente: un
mundo mejor.
Cito,
nuevamente, uno de los resultados de mis introspecciones para ejemplificar de
mejor manera lo expuesto: Me pregunté, ¿De qué me ha servido haber sido
“clasificado” como integrante del género masculino?, y la respuesta es: ¡para
nada que no sea estorbar! A mí personalmente, me molesta que me traten como
varón, ya que vivo y siento como mujer ¡aunque tenga genitales masculinos!
Tampoco me interesa encontrar una “pareja sexual” (ya que mi aspecto y placer
sexual son prácticamente incompatibles con la generalidad de las personas
“normales”), sin embargo, lo anterior no quiere decir que no desee encontrar a
una pareja con quien compartir mi vida, pero ello no es una de mis prioridades
(puesto que estoy próxima a ser andropáusica), y la exclusión a que me veo
sometida (por ser una Transgénero Femenina Activa) hace que “sobreviva”
únicamente y no tenga nada que compartir, más que a mí misma y mis
lamentaciones por la pobreza mental de nuestra sociedad.
Usted,
¿ya se preguntó para qué le ha servido haber sido clasificad@ como
perteneciente a su género? Estoy segura que si no le “estorba” su clasificación
como a mí, cuando menos, ha adolecido de no poseer algún fin práctico para el
desarrollo de su vida, por cuanto que las únicas instituciones que no se han
abierto a la aceptación de ambos sexos son algunos cleros de las iglesias (los
islámicos y algunas denominaciones católicas, especialmente), en todo lo demás
(ejércitos y policías incluidas), hay hombres y mujeres. Lo cual no hace sino
demostrar que la apertura se ha ido produciendo (aunque no a la velocidad
deseable), y apoya mi hipótesis: que el cambio sucederá tarde o temprano.
Laicidad del Estado
Como
ya se habrá dado cuenta, en todo este “embrollo” de consideraciones expuestas,
median de manera definitoria el sistema económico y las personales convicciones
o creencias religiosas (en la mayoría de los casos) de las personas encargadas
de la educación y promulgación de una legislación congruente con la realidad
vivencial guatemalteca, amén de la muy cruel actitud social pusilánime al
“dejar que sucedan las cosas”, con tal de evitar el involucramiento.
Es
menester, entonces, que el Estado ejerza el poder formal que posee, no para
prohibir, sino para fomentar y garantizar que sus ciudadanos puedan disfrutar,
en la medida de todo lo posible, su propia libertad de ser quienes deseen.
Es decir, que a cada ciudadan@ le sean reconocidos sus derechos y libertades,
para que cada cual pueda reconocer fácilmente dónde finaliza el derecho propio
y principia el ajeno. Benito Juárez lo resumió hace ya bastantes años en su muy
conocido aforismo que dice: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
El
respeto aludido, no es otra cosa que llevar a la práctica los derechos de
todos, evitando todo tipo de “retorcimientos”, lo cual es otra titánica tarea
en la sociedad guatemalteca, por lo que se debe afrontar la alternativa de lograr
un real y funcional Estado laico, donde todo deba ser secularizado para que
tenga un cauce “normal” toda situación, y se eviten duplicidades y/o
contradicciones.
El
real problema (en este sentido) de Guatemala es que, los funcionarios y por
ende las instituciones, no han comprendido que DEBEN TRABAJAR PARA CIUDADANOS Y
NO PARA CREYENTES O INTERESES PERSONALES. No han entendido que deben
conservar sus creencias y convicciones fuera del ámbito de su actuar como
funcionarios o instituciones. Que deben buscar el bien común y propiciar un
estado de cosas que permita a sus ciudadanos ejercer de manera real y sin
temores, el ejercicio pleno de sus derechos en igualdad y sin ningún tipo de
condicionamiento.
Lo
anterior puede parecer mera retórica, mas no lo es, antes bien, es una libertad
“no conquistada” por el pueblo y la sociedad guatemalteca en su conjunto.
Es
precisamente, esta posición la que nos ha llevado al actual statu quo, que visto está: no es
funcional para una inmensa cantidad de ciudadan@s, ya que CADA CUAL HA OPTADO
POR CUMPLIR LAS LEYES “A CONVENIENCIA”, LO CUAL HA DESEMBOCADO EN UNA ESPECIE
DE ORDENAMIENTO SOCIAL ANÁRQUICO, donde cada uno hace lo que le place a sabiendas
que sus actos no tendrán repercusiones y, si eventualmente fuera acusado por
ellos, siempre habrá una “salida” y permanecerá impune su actuar.
Cabalmente
este mismo proceso “es aplicado” a nivel personal e institucional por todos los
entes sociales y, de allí, la anarquía reinante en Guatemala. Es increíble que
los mismos integrantes de la Policía, lejos de ser los garantes de la seguridad
ciudadana, se dediquen a extorsionar a l@s ciudadan@s y que conformen clicas
delincuenciales, organizadas al amparo de “la autoridad” que representan. Y que
deban ser sorprendidos in-fraganti
para ser sujetos de proceso para que, finalmente, reciban condenas irrisorias,
cuando no son dejados en libertad por “falta de pruebas”.
Lo
anterior me ha llevado a considerar la proposición de una iniciativa de ley que
contemple la triplicación de las condenas, si éstas fueran dictadas contra
miembros o ex miembros de las fuerzas de seguridad.
De
igual manera, vale la pena retomar en este punto, lo dicho en el capítulo
precedente, en cuanto a la “inoperatividad” de la clasificación de géneros y su
obsolescencia (el doctor Umberto Veronesi, candidato al Premio Nobel de
Medicina 2008, ya aseveró que en tres generaciones, predominará en la población
mundial la bisexualidad), en el sentido de la conveniencia de su supresión. Lo
cual nos lleva de manera directa al análisis de varias leyes y principios
jurídicos que han dejado de ser, igualmente, necesarios y funcionales; y que,
lejos de ayudar a un mejor desenvolvimiento de la sociedad, le “estorban” en su
desarrollo, tal el caso de la institución jurídica del matrimonio (al año 2009,
según estimaciones de varias organizaciones, el 52% de los núcleos familiares
son uniparentales –es decir, los hijos viven con uno solo de sus progenitores–;
del anterior porcentaje, en el 90% de los casos es la mujer quien se hace cargo
de los hijos).
Si
a la espeluznante cifra anterior le agregamos el ingrediente económico de la
discriminación laboral y salarial hacia la mujer, es fácilmente explicable el fenómeno
de la “descomposición social”, puesto que las madres (de un aproximado del 50%
de la población, cuando menos) deban tener varios sub-empleos para lograr el sustento material de sus hogares, con el
consiguiente descuido “forzoso” de la mejor crianza y educación de los hijos.
Entonces,
¿De qué ha servido la institución del matrimonio en nuestra sociedad?, ¿para
qué seguir insistiendo en mantenerla?, ¿por qué insistir que el matrimonio deba
de ser entre personas de distintos sexos? Piense y brinde usted las respuestas
a estas interrogantes sociales guatemaltecas.
[N/A: Si acaso
le flotan inquietudes en la mente respecto de mi anterior exposición, agréguele
el componente del índice de divorcios (cercano al 75%) entre la otra mitad que
“sí se casa”].
Estoy
segura que el matrimonio “ya cumplió” la misión para la cual fue creado (en la
década de los años 30 del siglo XX), hoy en día es una institución “en desuso” para
la mayoría de la población guatemalteca, y por tanto: obsoleta, que lejos de
ser defendida “a capa y espada”, debe desaparecer, para que cada ciudadan@
pueda DECIDIR LIBREMENTE con quien desea compartir su vida, y que la ley le
otorgue igualdad en derechos y obligaciones.
La
anterior exposición es una lucha que se ha “atomizado” entre las distintas
organizaciones sociales que luchan por la defensa de los Derechos Humanos (de
tercer orden, de acuerdo a la clasificación hecha por la Organización de
Naciones Unidas), ya que “el mal” no estriba en las distintas modificaciones
que se le pudieran hacer (a la institución del matrimonio) o en la creación de
“nuevas” figuras jurídicas (para el caso de las personas del mismo sexo), el
mal –insisto– radica en mantener una institución “inservible”, socialmente
hablando.
Otra
consecuencia de la aludida “supresión” del matrimonio sería la OBLIGACIÓN de
los padres, en cuanto a la manutención de los hijos que engendren y la
RESPONSABILIDAD de ellos en cuanto a la “adjudicación” del nombre de pila a sus
hij@s, por cuanto desconocen (al momento de su inscripción civil) la sexualidad
que llegarán a desarrollar en el futuro.
Vea
usted mi (y de varios miles de guatemaltec@s)caso: Teniendo una apariencia muy
femenina, debo identificarme “legalmente” con nombre de varón y, generalmente,
“tener” que soportar todo tipo de consecuencias (ninguna agradable, por cierto)
derivadas de tener que decir mi nombre “legal”. Considero, por ello, que es
conveniente que todo humano nacido lleve dos nombres, uno (de los hasta hoy
considerados como) “masculino” y otro (de los hasta hoy considerados como)
“femenino”, de tal manera que cuando descubra su orientación sexual (en el
futuro), pueda “legalmente” emplear el nombre que mejor se acomode a su
sexualidad.
Ahora
bien ¿cree que lo anterior se podría lograr si el Estado no fuera laico y
secular?, definitivamente ¡no!
Igual
cosa sucede en todos los órdenes del quehacer estatal, por cuanto se anteponen
al bien común (que debiera ser el objeto del actuar estatal): las convicciones
personales, lo que dicta la doctrina de la fe que se practique y/o los
intereses particulares del “servidor” público. Es más, con la globalización de
la información, se ha logrado que todos los habitantes de la Tierra conozcan
los avances que, en torno a esta jurisprudencia que se han logrado en la
mayoría de naciones, sin embargo, en Guatemala solamente se conocen los que “se
logran colar” y hay necesidad de la actuación de organismos multilaterales como
la ONU o la OEA para que cree, inicialmente, lo que ellos denominan “consensos”
y luego, surjan los “acuerdos” o “convenios”; los cuales para cobrar vigencia
deben ser “suscritos” por los representantes de los países y, posteriormente, “ratificados”
por los congresos, parlamentos o senados de los respectivos países; todo lo
cual es una gigantesca y muy onerosa burocratización de asuntos que debieran
ser de orden interno y no externo.
Los
casos actualmente (año 2010) en boga son: la despenalización del aborto, la
educación sexual integral en las escuelas, y el “matrimonio” entre personas del
mismo sexo. En los tres casos, hay “convenios” internacionales suscritos y “ratificados”
por Guatemala que OBLIGAN AL ESTADO (Convención de Viena, Declaración de los
Derechos del Niño y Adolescente y la Declaración Ministerial: Prevenir con Educación) a hacerlos
efectivos, mas ello no sucede (a diciembre de 2009) y los sectores eclesiales
han influido de tal manera que hasta el mismo Presidente Electo (ingeniero Álvaro
Colom Caballeros), declaró antes de asumir el cargo y a instancias de las iglesias
Evangélicas que: “Dios creó a Adán y Eva, no a Adán y Esteban”, en una clara
violación a la Libertad de Acción consagrada en la propia Constitución Política
de la República de Guatemala y violentando el principio jurídico de IGUALDAD
CIUDADANA ante la ley; posteriormente, juró “respetar y defender la
Constitución” y, de manera obcecada se opone (en unión de las bancadas
mayoritarias en el Congreso y algunos sectores eclesiales), a hacer efectivo el
mencionado derecho.
Como
se puede ver, el asunto de la laicidad del Estado es irreal en Guatemala; sus
beneficios, la mayoría de las veces no son gozados por l@s ciudadan@s y, se
crea y fomenta un “enorme” vacío jurídico al no poder encauzar judicialmente al
Presidente y a quienes le apoyan, ya que no hay persona alguna que se constituya
en formal acusador (seguramente sería víctima de una represión cruel y
despiadada que le pudiera costar la vida o el exilio) ni tribunal que acepte la
causa. Todo lo cual en su conjunto, ratifica mis hipótesis en cuanto al régimen
de anarquía y la no laicidad del Estado guatemalteco.
El problema y sus
“soluciones”
Teniendo
en cuenta las consideraciones de los apartados precedentes y, aunque ya se han
enfocado algunas de las aristas del problema, podemos considerar que más que un
problema social, es un problema multidisciplinario (de ahí que se citara desde
la propia introducción), que requiere la participación activa de la mayoría de
los saberes humanos, en el sentido que cada disciplina lo enfoque y proponga
sus “soluciones dinámicas”, tales y como fueran descritas. Que las soluciones
así propuestas se vayan logrando concatenar de manera tal que ninguna de ellas
pretenda servirse de las otras y ser la única (quizá solamente la Filosofía en
su acepción de “ciencia de las ciencias”, pueda abrogarse esa cualidad), sino
antes bien, que todas se imbriquen para la búsqueda de salidas viables a las diferentes
problemáticas que deberán enfrentar.
El
“punto sin retorno” de este planteamiento es precisamente el hecho que una vez que
se inicie no puede haber “vuelta atrás”, porque en ese caso habría que esperar
que naciera una nueva generación que posiblemente pueda creer en la certeza de
la visión que se desea implementar y, ante la destrucción que se hace del
planeta, difícilmente tendremos el tiempo y la vida para lograrlo.
El
primer escollo que se deberá sortear para seguir adelante en esos intentos será:
el rompimiento del esquema oligárquico y sustituirlo por uno verdaderamente
democrático, en el cual se vislumbren claramente las soluciones regionales (recuerde
que somos un país pluricultural) o étnicas (por ser un país multiétnico). Se
debe tener claro que las soluciones dinámicas que se apliquen deberán marcar el
rumbo y la(s) meta(s) a perseguir, pero nunca podrán ser generalizadas a otras
regiones o etnias sin las variantes que cada caso requiera.
El
siguiente escollo consiste en lograr que, cuando menos, la mayoría posea una
mentalidad y actitud abierta e incluyente, porque en ningún lugar del mundo
civilizado existe un sitio habitado por personas idénticas en todo y que,
además, no sean susceptibles de cambiar de opinión; pero el asunto estriba en
que estas personas sean capaces de “recibir” la información necesaria para
llevarla a la práctica. En otras palabras, se trata de formar a las personas
para que se “unan” a la lucha en contra de todas las aberraciones existentes
hoy en día, para sustituirlas por un pensamiento crítico y constructivo, en el
cual deberán tener cabida todas la ideas, actitudes y tendencias que el
colectivo social posea.
En
suma, donde no exista ningún tipo de discriminación y exclusión de nada ni
nadie y entre todos se busque la más armoniosa convivencia posible.
Cuando
se hayan logrado sortear de manera exitosa los dos escollos descritos,
estaremos en la posición de disponernos (por el poder social que habremos
obtenido) a enfrentar el tercer escollo, que es lograr la garantía que el
sistema multiparticipativo y crítico instaurado se perpetúe, hasta que sea
sustituido por otro mejor.
Epílogo
Al
situarme en este punto de mis discernimientos, no puedo negar que me enfrento
al intento de plasmar, de manera escrita, aquello que realmente me “impelió” a
la realización de este aporte multidisciplinario (creo); porque mi inquietud
inicial de dejar un “legado” útil para la posteridad, se ha visto un tanto
“desenfocado”, en parte, y “tendencioso”, otras tantas… Realmente, no hay
justificación para ello, por cuanto mi mentalidad “crítica” ante todo y por
todo, me ha llevado a iniciar algo con un propósito y terminar haciendo algo
diferente. Quizá lo único que pueda decir en mi defensa es que, creo que después
de todo no he perdido el tiempo inútilmente, ya que yo misma reconozco el
fuerte impacto producido en mis pensamientos por los recuerdos de la filosofía
kantiana, aunados a las consideraciones de la eminente crítica Susan Sontag (Sontag, Susan, Notas sobre lo ‘camp’ en Contra la
interpretación y otros ensayos, Barcelona, Seix Barral, 1984.), las consideraciones de Ana María Cecchetto en su Crisis de la identidad social y cultural.
Una lectura a partir de la hermenéutica, y las “iluminadoras” respuestas de
Arthur C. Danto a Anna María Guasch en una entrevista inédita traducida del
inglés por la autora y que fuera proporcionada cortésmente por Artecubano, que se titula: La crítica de arte en la modernidad y
postmodernidad (once respuestas de Arthur C. Danto, filósofo y técnico de arte,
para Anna María Guasch). Estos escritos lograron impactar de tal forma mi
mente, que inadvertidamente estructuré una homologación entre la “Teoría del
Fin del Arte” y el vislumbramiento de mi parte del fin de una era humana. Todo
lo cual, y hasta este momento de “relectura” he logrado aclarar.
En
todo caso, insisto, es bueno y saludable conocer críticas, teorías y
justificaciones de otras personas, máxime como las citadas, en el entendido,
claro, que aunque no pertenezcan a alguna de las disciplinas que se pudiera
creer “involucradas”, necesariamente se imbrican con ellas y el tema, por
cuanto es parte del saber humano.
En
ese sentido, es el arte lo que mejor expresa el sentimiento del artista, de
forma tal que es capaz la obra de arte (si lo es realmente) de impactar a su
observador, y con ello, expresar un sentimiento común acerca de los sucesos
sociales que indefectiblemente han condicionado la inspiración del artista.
En
todo caso, debemos tener presente que todos los humanos tenemos la
característica de ser “falibles” y consecuentemente, todo cuanto hagamos lo
será igualmente.
De
igual manera, y, a sabiendas, entendemos que aquello que pomposamente se ha
denominado “progreso”, ha sido factible gracias a la existencia de “inconformes”
y “revolucionarios” como la autora del presente; quien al llegar al hartazgo,
quiso dejar el presente aporte a la posteridad, como un testimonio de la
aberrante, denigrante y anárquica situación que le ha tocado vivir.
El polifacetismo
Todo
ser humano consciente posee inherentemente la capacidad de pensar y, por ende
la capacidad de analizar para encontrar sus yerros, y los ajenos, con la
finalidad de encontrar sus causales e idear las formas o maneras de corregirlos
y/o enmendarlos. Es decir, que la regla de “prueba y error” posee una
aplicación cotidiana en la vida del ser humano pensante.
Al
globalizar el anterior razonamiento
caemos en la cuenta que la mayoría (si no todos) los problemas que aquejan a
nuestras sociedades poseen un amplio abanico de causales de índole
interdisciplinaria que adicionalmente se entrelazan y entrecruzan; por lo cual,
pretender resolverlos por una sola vía resulta completamente insuficiente [de
allí la validez de la expresión que define la mediocridad de la(s) solución(es) propuestas: “paliativo(s)
social(es)”].
Veamos
a manera de ejemplo el caso de la falta de seguridad que aqueja a las
sociedades de inicios del siglo XXI: sociológicamente se puede decir que el
problema es “una descomposición social” y obedece a la falta o carencia total
de los “satisfactores sociales” que la sustentan (o justifican) o generan; los
aludidos satisfactores sociales a su vez no se proveen a las sociedades por
varias causas a saber: no existir, ser “demasiado costosos” o ser “imposibles
de llevar a la práctica” en el corto y mediano plazo, porque se toca una
diversidad de campos de acción de otras disciplinas (Moral, Economía,
Psicología, Filosofía, Medicina, Agricultura, Política, etc.) en general y, de
manera específica, algunas ramas y sub-ramas de ellas como: la planificación
familiar, la inclusión social, la productividad, etc., todo lo cual no hace
sino demostrarnos que es prácticamente
imposible pretender abordar el asunto (o problema) con un solo criterio,
toda vez que posee demasiadas aristas, desde las cuales puede ser analizado y/o
enfocado.
De
lo anterior se desprende que el razonamiento que busca analizar las causales y
soluciones de los problemas deba encaminarse por una senda interdisciplinaria,
puesto que es prácticamente imposible que un solo ser humano posea las
capacidades suficientes para enfrentarlos de manera exitosa (Quienes lo han
intentado, simplemente son los que a falta de tener en cuenta el anterior
razonamiento han hecho uso de la fuerza o la verborrea y, por ende, han sido
tildados con razón de: tiranos, dictadores o locos).
Concluimos
pues, que la creación de este tipo de mentalidad, su mantenimiento y evolución
dinámica, es la única “tabla de salida” que quizá nos conduzca exitosamente al
abordaje de las problemáticas sociales de las sociedades contemporáneas. Ello,
y no otro criterio, es lo que denominaremos: “polifacetismo”. O sea, el
entendimiento que los problemas no poseen una sola faceta, y por ello,
comprender que no pueden ser analizados y resueltos desde un solo punto de
vista o interpretación, ya que se corre el altísimo riesgo de generar un
“paliativo” que únicamente desnudará la pobreza (mediocridad) de la solución propuesta, y se conseguirá, en el
mediano y largo plazo, que el problema social resurja magnificado como
resultante del propio crecimiento social y su inevitable evolución.
Libertad individual
y democracia
(Lo que no se ha
dicho)
I
Otra
característica inherente a todos los seres humanos es que poseen libertad desde
su propio nacimiento, puesto que en teoría, pueden hacer cuanto deseen (de
hecho es así durante los primeros meses de vida) y, en teoría, son sus
progenitores o la persona que los tiene a cargo quien(es) de manera paciente (a
veces), le va(n) inculcando y enseñando el (los) comportamiento(s) social(es),
para que paralelamente a su crecimiento, se adapte de mejor manera a la vida en
sociedad que algún día deberá llevar.
En
teoría, conforme avanza el proceso descrito, la persona igualmente va
desarrollándose en todos los aspectos necesarios y, dentro de ello deseo hacer
hincapié en el aspecto de “la vida en democracia”, la cual implica la aceptación de ciertas limitantes a su
propia libertad innata. Es decir, entender
que la sociedad posee sus propias reglas de convivencia, de manera que, en
teoría, se logre conseguir una convivencia armoniosa y se garantice que el
individuo pueda ejercer todas las libertades no conculcadas (por contradictorio que parezca).
El
meollo del asunto enfocado acá es que muchos (si no todos), han abusado de la
aludida “educación social” apelando a la libertad que poseen para “educar” a
las personas a su cargo con una serie de aberraciones mentales, que finalmente
lo único que han logrado es: domesticar
a toda la humanidad con ideas y prejuicios tan diversos que, lejos de propiciar
la “armoniosa” vida en sociedad, les “enseñan” a discriminar (por unas causas u
otras), a aceptar irreflexivamente todo aquello que se les dice sin ningún tipo
de análisis previo o posterior. Y, finalmente, a la negación de la parte pensante del individuo, lo cual nos ha
llevado a un aberrante estado de cosas. En otras palabras, NO SE EDUCA PARA QUE
LOS INDIVIDUOS PIENSEN, ANALICEN O RAZONEN, SINO PARA QUE MEMORICEN, OBEDEZCAN
O SE PLIEGUEN A LAS REGLAS DEL HACER SOCIAL (lo cual, en teoría, estaría bien
si todos fuesen miembros de un ejército y sus mandos fueran los únicos que
pensaran).
El
punto que deseo señalar es que la parte pensante (y por ello innata e integral)
de las personas es conculcada y negada por las personas que debieran
enseñárselo, y de allí que aunque el progreso
avanza a pasos agigantados, el crecimiento integral de la persona ha sido
trocado en una pasión por conocer y
manejar la nueva tecnología, con el afán que en un futuro, el individuo pueda acomodarse de mejor manera a una
sociedad altamente tecnificada y recibir una mejor remuneración.
Lo
anterior sería válido si las personas fueran parte integral de la mencionada
“maquinización” (por decirlo de alguna forma), mas no lo son, antes bien, SON
SERES HUMANOS Y NO MÁQUINAS DEL APARATO PRODUCTIVO.
Vemos
que en base a la “libertad de educación”, sistemática e irreflexivamente, SE HA
DEJADO DE EDUCAR EN CAPACIDAD DE PENSAMIENTO A LAS PERSONAS, PARA CONVERTIRLAS
EN BIENES DE CAPITAL, “cosificándoles” (convertirlas en cosas), lo cual es una
completa aberración de la educación, que ciertamente cumple con la necesidad de
preparar el capital humano para la producción de los satisfactores materiales
requeridos por la sociedad, pero olvida la parte “pensante” e integral de los
seres humanos. Propicia que el individuo ocupe todas sus capacidades en el
proceso de aprender el uso y
aplicaciones de la tecnología, con lo cual la parte pensante se ve reducida a
su mínima expresión o a desaparecer.
El
problema, pues, radica en el coste de este proceso deshumanizante, tristemente
generalizado en las sociedades de inicios del siglo XXI. Y es problema porque,
“ya no hay tiempo” para las necesidades humanas como el arte, el amar, y pensar
(por ejemplo). Todo lo cual en su conjunto, nos ha llevado a una “atomización”
(como sinónimo de la mayor división posible) humana que; simplemente se
“sobrevive” (diferente de: vive) en un conjunto social aberrantemente llamado:
“sociedad”, que acaso no sería mejor llamarla: redil, corral, cárcel, ring, o
algo que defina de mejor manera el lugar donde se lleva a cabo la aludida
“descomposición social”.
Hemos
cambiado el ideal de la “sociedad armoniosa” por una especie de campo de
batalla o jungla, donde “SOBREVIVE” QUIEN TIENE MÁS Y/O ESTÁ MEJOR DOTADO. Lo
cual dista mucho del verdadero ideal a perseguir.
II
Como
ya se ha escrito, y como parte de la “educación” de los individuos, se aprende
que: “vivir en democracia implica la aceptación
de la voluntad de la mayoría (las
votaciones, son el mejor ejemplo)”. Este pensamiento es trasladado a otros
campos del actuar y vivir, negándose así la libertad a pensar y a disentir
razonablemente, lo cual aunado a la “maquinización” ya descrita consigue
“cosificar” a las personas aún más, puesto que indefectiblemente “se irá por
donde vayan todos y se actuará como
ellos”… Es decir, cederemos una
porción muy importante de nuestra libertad individual, fundamentados solamente
en “seguir la corriente”, y, por ende, PERDERÁ SU CAPACIDAD CREADORA mediante
una decisión que, por efecto dominó, es yerro.
Si
desea un ejemplo real de lo expuesto, reflexione en torno a las causales del
presente y las consecuencias que seguramente
derivará.
La educación
crítico-polifacética
Deseo
iniciar este apartado con la cita textual de los dos últimos párrafos de la
anterior entrega: Legado, porque
considero que en ellos se condensan ideas en torno a diversos tópicos que sería
engorroso volver a citar aquí.
“En todo caso,
debemos tener presente que todos los humanos tenemos la característica de ser
“falibles” y consecuentemente, todo cuanto hagamos lo será igualmente.
De igual manera, y,
a sabiendas, entendemos que aquello que pomposamente se ha denominado
“progreso”, ha sido factible gracias a la existencia de “inconformes” y
“revolucionarios” como la autora del presente; quien al llegar al hartazgo,
quiso dejar el presente aporte a la posteridad, como un testimonio de la
aberrante, denigrante y anárquica situación que le ha tocado vivir”.
No
se trata simplemente de estar en contra de todo y por todo, se trata de
mantener una visión crítica e integral de todo y por todo. Se trata de la
búsqueda denodada y constante de mejores derroteros para intentar alcanzar el
ideal de sociedad armoniosa; el tipo de sociedad donde quepamos todos, y todos
podamos tener una voz que pueda ser escuchada por los demás.
Es
una especie de llamado a la conciencia para que se medite en cuanto a los
límites que debemos poner a las consecuentes actitudes derivadas de sus
causales, debidamente analizadas racionalmente desde todo punto de vista. Si
para ello debemos echar mano de distintas disciplinas o conocimientos, pedir
ayuda, inventar métodos o sistemas, incluso, “reinventar” algún planteamiento o
teoría, ¡es nuestro derecho hacerlo!
La
cuestión es simple: se trata de “ir por donde vayan los demás”, si es lo
correcto y mejor; o disentir, aportando las ideas o soluciones del caso y su
fundamentación.
SE
PUEDE ESTAR A FAVOR O EN CONTRA, LO IMPORTANTE ES QUE SEPAMOS RACIONALMENTE POR
QUÉ.
Tampoco
es tan simple como “seguir a los demás” y ser parte de un rebaño –posiblemente manipulado con fines aviesos–. Se trata de
fomentar el conocimiento del por qué de cada una de nuestras decisiones y las
causales que nos llevaron a tomarlas.
Se
trata de sopesar los “pros” y “contra”, llevar a cabo una evaluación para
finalmente tomar una posición, en el entendido que la misma será el resultado
del mejor análisis que podamos hacer del asunto y estando abiertos a la aceptación de mejores argumentos o
razones lógicas.
En
todo caso, se trata de idear (o inventar) soluciones dinámicas (susceptibles de
ser mejoradas) para los problemas, haciendo uso de todo el conocimiento humano
y de toda disciplina que pueda ayudar. Se trata de “revolucionar” (como
sinónimo de cambio constructivo) el quehacer de la educación, mediante el
cambio de la mentalidad de los “educadores”.
No
podemos seguir incrustando en las mentes de nuestros jóvenes: verdades a
medias, prejuicios, aberraciones o, falsedades absolutas. Es importante y
definitorio que tomemos la firme decisión personal de reeducarnos personalmente
en el sentido de meditar e intentar medir las consecuencias que tendrán las
enseñanzas que traslademos a los infantes de hoy (inicios del siglo XXI).
La
educación que brindemos a las generaciones que nos sucedan determinará en alto
grado la pervivencia de la especie humana en el planeta, por cuanto una
generación que “aprenda” a medir consecuencias será mucho más consecuente que
la nuestra en todos los ámbitos del quehacer humano: podrá implementar mejores
estrategias, hará mejor uso de la tecnología y del conocimiento y, finalmente,
tendrá una convivencia mucho más armoniosa e inclusiva que la nuestra.
El
secreto del asunto estriba en la afirmación visionaria de CONSTRUIR
UN NUEVO MODELO DE EDUCACIÓN INCLUSIVO QUE PERMITA, A FUTURO, LA PERVIVENCIA DE
LA ESPECIE HUMANA.
No
podemos pensar que los humanos perviviremos en este mundo, si fomentamos las
guerras entre nosotros mismos y persiste la discriminación de cualquier tipo.
Es necesario, en consecuencia, que nos dediquemos a construir un nuevo tipo de
mentalidad, que se aleje completamente de “las verdades” que hoy tenemos como
tales (razas, sexos, censura a la diversidad sexual, que vale más la persona
que más posee, que poseer el arma más destructiva nos librará de nuestros
enemigos[*], etc.).
El
tipo de educación que necesitamos idear e implementar debe ser del tipo
inclusivo (puesto que no debemos hacer ningún tipo de distinción entre
humanos), completamente relativo (porque deberá plantearse en esos términos
para que sea efectivo) y dinámico (porque siempre habrá “algo” para mejorarlo).
Se
pretende, pues, que sean las ideas o planteamientos de las personas el germen
que la conforme y modifique mediante la participación de todos los ciudadanos
(por ello es crítica). Un tipo de educación “QUE ENSEÑE A PENSAR Y NO A
MEMORIZAR”; una educación completamente inclusiva (para que pueda participar
cualquiera que esté dispuesto a brindar los argumentos necesarios que sustenten
sus planteamientos); una educación abierta a enmendar los yerros del pasado y
sustituirlos por verdades científicas presentes y futuras.
En
suma, se pretende tomar los conocimientos que se tienen actualmente y no darlos
por sentados (excepto los hechos históricos, puesto que ya ocurrieron; y la
validez de las ciencias exactas), sino “relativizarlos” en el sentido de buscar
(o inventar) sus causales, para imaginar qué pasaría si…
Se
trata de hacer una “especie de foro” al respecto, para obligar a los
participantes a emplear su ingenio, fantasía (incluso), lógica, y, su capacidad
de abstracción y sintetización.
El
resultado de tal educación redundará en el crecimiento del acervo humano, en el
surgimiento y formación de nuevos líderes (que tan escasos son), la
desaparición de todo tipo de discriminación y, sobre todo, la toma de
conciencia del valor de atreverse a pensar.
[*]
Este
apartado dentro de la exposición educativa obedece a la necesidad de
extendernos un poco más en torno a lo expresado de las armas. Para ello, es
pertinente citar una sentencia de José Martí:
“Solamente hay dos
tipos de personas: las que aman y construyen, y las que odian y destruyen”.
Como
consecuencia lógica de la propuesta de construcción de un modelo de educación
inclusiva, a inicios del siglo XXI, nos encontramos con dos corrientes claras
de pensamiento al respecto: una “guerrerista” y una “pacifista”. Ambas
pretenden la consecución de la paz, la diferencia estriba en los métodos por
los cuales pretenden lograrla; la guerrerista plantea el aplacamiento o
exterminio de una de las partes en conflicto mediante el uso de las armas; y la
otra (la pacifista), mediante el convencimiento de las partes.
En
cualquiera de los dos casos, históricamente ha quedado demostrado que ninguna
de las dos es totalmente válida, puesto que NUNCA HEMOS TENIDO UN MUNDO SIN
GUERRA y se han polarizado de tal manera que, por una u otra causa “fallan”
como consecuencia de la “falibilidad” humana (este aspecto se abordó de manera
más completa en: Legado).
Surge,
entonces, la necesidad de encontrar “algo” mejor, y sin hacer menosprecio de
otras ideas, cito nuevamente a José Martí, quien en su carta de despedida,
redactada antes de partir hacia Cuba a luchar por la independencia escribió:
“Podrán matarme,
pero, mis ideas perdurarán”.
Tal
sentencia, aparentemente de índole “absoluta”, sigue poseyendo el valor
intrínseco de ser relativa, por cuanto se afirma de manera categórica que los
pensamientos e ideas “sobreviven” a la propia humanidad y, ciertamente fue
escrita ante una coyuntura específica, pero sigue teniendo validez para todo
tipo de coyunturas.
[N/A: estoy segura
que ni el mismo José Martí imaginó los alcances de sus aseveraciones].
El
problema radica en que, pese al paso de más de cien años, la humanidad no ha
comprendido (aunque lo digan y algunos lo vociferen) que EL PRIMER PASO PARA
UNA CONVIVENCIA ARMONIOSA ES: VIVIR EN PAZ. Paz que únicamente será factible si
principiamos a educarnos inclusivamente. Es decir, aceptándonos tal cual somos, no buscando diferencias, sino “puntos
de encuentro”. Y, el primero y básico que nos une es saber que todos somos de
una misma especie y capaces de “aportar” lo mejor de nosotros mismos para la consecución
de la ansiada sociedad armoniosa.
Igualmente,
debemos aceptar que la paz no es
simplemente el silencio de las armas o de los cementerios, es el CAMBIO DE LA
MENTALIDAD DISCRIMINADORA Y SEPARATISTA POR UNA INCLUSIVA, donde realmente
quepamos todos sin ningún tipo de diferencia.
Un
ejemplo claro del hartazgo de toda una generación por la guerra, y que marcó
una época (década de 1960) fue el Movimiento Hippie con su lema: “Peace and love” (“Paz y amor”). Cito un par de sentencias anónimas de
la época, asentadas y difundidas mundialmente que dicen:
·
“Make love, not war”
(“Haz
el amor, no la guerra”).
·
“War is the worst word of the world”
(Guerra es la peor palabra del mundo)
Lo
triste de tan significativas sentencias fue que con el paso del tiempo (y como
consecuencia del pensamiento imperialista de Estados Unidos y/o los intereses
económicos de la industria armamentista), han sido olvidadas por la mayoría,
mas no por nuestra dichosa y polifacética generación, por cuanto aprendimos a
ver la “cuestión social” como algo propio, porque la vivimos, y aún hoy
continuamos criticándola, buscando aquel ideal perdido por la humanidad.
Polifacetismo y
evolución
(Apuntes empíricos)
Teniendo
en cuenta los costes actuales de una investigación similar a la llevada a cabo
por Charles Darwin, nos hemos tenido que conformar con la compilación y
observación empírica de hechos que, en su momento, han sido noticia.
Adicionalmente,
hemos llevado a cabo un acercamiento personal con personas consideradas
“diferentes” (integrantes de la diversidad sexual) del resto, en razón de no cumplir a cabalidad los diversos
“roles sociales” que de ellas se esperaría. Con ellas, hemos conversado de
manera larga y tendida, hemos escuchado sus diferentes relatos, y dentro de su
personal tragedia (con una o dos excepciones que no hacen más que confirmar la
regla), hemos encontrado que han llegado a reconocer que sus “patrones de
conducta” y conciencia personal coinciden en cuanto a que ciertamente no son iguales a los demás.
Adicionalmente,
durante el año 2008 hubo dos sucesos aparentemente “desconectados” que llamaron
nuestra atención, puesto que al “conectarlos” (imbricarlos) a las experiencias
descritas en el párrafo precedente, propiciaron la visión del conjunto que trataremos
en este apartado.
1. Una
expedición científica (estilada a lo Charles Darwin) DESCUBRIÓ VARIOS MILES DE
ESPECIES NUEVAS en Asia y Oceanía, y anunciaron que HAY MILES MÁS.
2. El doctor
Umberto Veronesi, candidato al Premio Nobel de Medicina 2008, conmocionó a la
comunidad científica al declarar públicamente que, basado en sus experiencias y
observaciones, EN TRES GENERACIONES PREDOMINARÁ LA BISEXUALIDAD EN LOS HUMANOS,
toda vez que la función sexual reproductiva del ser humano ya había cumplido su
papel.
Tales
sucesos aunados a la síntesis de conducta social “diferente” de los integrantes
de la diversidad sexual, nos permiten, cuando menos, pensar que existe la
posibilidad que la evolución descrita por Charles Darwin NO SE HAYA DETENIDO y,
en consecuencia, no todo está dicho respecto de la especie humana.
Si
a la anterior afirmación le sumamos los hechos que:
·
Desde 1973 la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales.
·
Que la Organización Mundial de la Salud
(OMS), el 17 de mayo de 1990, desechó del código internacional de enfermedades
la homosexualidad.
Entonces,
no es remoto pensar que la evolución darwiniana apunte por ese rumbo entre los
humanos (en la conducta sexual de las personas, o sea: su sexualidad) de los
albores del siglo XXI.
La
anterior conclusión, por exagerada, fantasiosa, tendenciosa o desmedida que
parezca, y teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de personas no piensa
polifacéticamente, no hace más que confirmar la teoría de la “Selección
Social”, propuesta por la eminente bióloga, de la Universidad de Stanford,
Joan Roughgarden en su libro: Evolution’s Rainbow (Arco
Iris de la Evolución), misma que es sustentada por los datos estadísticos
(últimos confiables científicamente) contenidos en: Sexual Behavior in the Human Male (1948) y Sexual Behavior in the Human Female (1953), ambos del doctor Alfred C.
Kinsey, los cuales constataron que, analizados tanto comportamiento como
identidad, LA MAYOR PARTE DE LA POBLACIÓN PARECE TENER POR LO MENOS ALGUNA
TENDENCIA BISEXUAL.
Kinsey
y sus estudiantes averiguaron, también que SOLO UNA MINORÍA (entre el 5 al 10%)
ES COMPLETAMENTE HETEROSEXUAL O COMPLETAMENTE HOMOSEXUAL. El informe del estudio del doctor Kinsey, también
desveló que EL 37% DE LOS VARONES ESTADOUNIDENSES ADMITÍAN QUE HABÍAN
EXPERIMENTADO UN ORGASMO POR CONTACTO CON OTRO VARÓN.
Estudios
posteriores han demostrado que las apreciaciones de Kinsey NO FUERON EXAGERADAS
y sus apreciaciones aún gozan de gran aceptación dentro de la comunidad
científica.
Otros
estudios al azar en Estados Unidos y en Europa occidental, estiman que el 8% de
los hombres y mujeres, admiten haber tenido alguna experiencia homosexual, y
que alrededor del 2% admiten su preferencia por las experiencias exclusivamente
homosexuales.
En
suma: LA TEORÍA DE LA BIÓLOGA ROUGHGARDEN SE ENFRENTA A LA “SELECCIÓN SEXUAL”
DE DARWIN, NEGANDO BÁSICAMENTE LA REDUCCIÓN DE LA DIVERSIDAD SEXUAL A DOS
SEXOS, uno masculino y agresivo y otro femenino y cohibido, basándose en
numerosos ejemplos del reino animal y de culturas distintas de la occidental,
MOSTRANDO QUE LA NATURALEZA Y LAS DIFERENTES SOCIEDADES DURANTE LA HISTORIA,
OFRECEN SORPRENDENTES SOLUCIONES A LA SEXUALIDAD: Peces con varios tipos
diferentes de macho o cuyos integrantes cambian de sexo en caso de necesidad;
mamíferos que tienen a la vez órganos reproductores masculinos y femeninos,
etc.
Para
el caso de la biología humana, afirma que la existencia de homosexuales,
transexuales (personas que nacen con genitales de un sexo y los cambian por los
del otro sexo) y hermafroditas (personas con genitales de ambos sexos), “no es
una variación natural” que se integra perfectamente en la diversidad mostrada
por los demás animales. La expresión social de esta diversidad se encontraría
en sociedades como la de los indios norteamericanos con sus dos espíritus, los
mahu polinesios, los hirja indios o los eunucos, quienes se identifican como
personas transgénero (personas con genitales de un sexo y que viven, piensan,
visten y actúan como del otro sexo).
Otra
observación interesante llevada a cabo, es la de la propia vida de la autora
del presente, por cuanto pese a que NADIE PUEDE ESCOGER SU IDENTIDAD SEXUAL,
nació con genitales masculinos y posee una de las identidades sexuales más
escasas dentro de la diversidad sexual, es una: Transgénero Femenina Activa
(una mujer que asume el papel de varón durante la cópula) y por ello lleva
(hacia inicios del año 2010) una existencia marcada por la más cruel y
despiadada discriminación; pero sabe, entiende y conoce que no está sola,
puesto que con las muchas personas con quienes ha tenido la oportunidad de
conversar en torno a su sexualidad, le han manifestado su solidaridad, puesto
que ellas mismas (sus interlocutoras) se encuentran sufriendo la misma
estigmatización, cuando no debiera de ser así para ninguna persona. Lo cual,
finalmente, está en contraposición directa del ideal social (posiblemente
supremo) de construir una sociedad inclusiva e igualitaria para todos.
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