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ORIFICIO
La apuesta
Jolie Totò
Ryzanek Voldan
Escribo
con la intención de aclarar un poco de la incertidumbre que como guatemaltecos
tenemos ante la inminencia de la ratificación del Tratado de Libre Comercio
(CAFTA- RD, por sus siglas en inglés) entre nuestros países y EE.UU.
Inicialmente podemos decir que al igual que todo
cuanto ha hecho el hombre, no es perfecto (perfecto sólo Dios),
consecuentemente dicho TLC posee ventajas y desventajas para las partes
suscribientes (para el caso Guatemala y EE.UU.).
Igualmente,
hemos de reconocer que el TLC es el resultado de una serie de negociaciones
entre las partes (países) que, aunque hayan “cedido algo de sus respectivos
intereses comerciales”, también es cierto que “han recibido compensadores en
otros reglones económicos”, lo cual visto desde la perspectiva de la
macroeconomía, es aceptable.
Visto
desde los intereses de los micro, pequeños y medianos productores es muy, pero
muy diferente, ya que quienes participaron en las negociaciones han apostado
con la producción del grueso de la población que es considerada en términos
económicos como “productores de subsistencia”, misma que por su misma
situación, no está controlada en nuestro régimen fiscal y estadístico.
Consecuentemente su producción no puede cuantificarse tan siquiera con una
mediana certeza... ante la carencia de datos, puesto que el problema real es
que NINGUNO DE ELLOS TRIBUTA DIRECTAMENTE, y quienes lo hacen, lo efectúan de
manera indirecta, cuando eventualmente compran semillas para la siembra
(generalmente son ellos mismos quienes “guardan” semillas para la nueva
siembra) y, como todos son “consumidores finales”, quien les vende las semillas
podrá declarar “lo que le convenga y no la realidad de la venta”. Sin embargo
esta práctica permite que un grueso de nuestra población sobreviva tan solo,
muchas veces en condiciones de pobreza y miseria, lo cual de suyo es
deplorable, como producto final del sistema económico.
Pero
la parte medular de este enfoque no está dirigido hacia dicha cuestión en
particular, antes bién quise traerla a colación, por cuanto “la producción no
cuantificable del grueso de la población” ha sido precisamente lo que se ha
apostado en el CAFTA- RD, a cambio que “haya más competencia” (y en teoría
mejores precios) en otros rubros de la macroeconomía guatemalteca...
Quizá
lo mejor en este punto sea citar el ejemplo de lo que pudiera darse para el
caso de aquel parcelario que actualmente se dedica a la siembra de maíz y
frijol:
- Siembra y
cosecha sus granos.
- Se “apera” de
ellos para el tiempo que necesite subsistir con su familia hasta que
obtenga una nueva cosecha.
- Guarda semilla
para su próxima siembra.
- Vende el resto
para pagar el arrendamiento de la parcela que sembró (ya que existe una
pésima distribución de la tierra) y satisface otro tipo de necesidades
(ropa, si acaso), aunque generalmente lo gasta en licor.
¡Esta
es la cruda realidad guatemalteca!
Con
la entrada en vigencia del TLC, nuestro mercado (es decir donde el parcelario
tiene que vender su cosecha) se verá inundado de maíz norteamericano más barato
y “de mejor calidad” y el parcelario del ejemplo, con buena suerte recuperará
sus costos de producción, acaso el primer año, ya que la “desgravación
arancelaria” del maíz norteamericano será paulatinamente descendiente, año con
año.
Ante
tal situación, el parcelario tiene dos alternativas a saber:
- Diversificar
(cambiar) su cultivo de subsistencia hacia verduras y “berries” (cerezas,
moras, fresas, etcétera), que sí mejorarán sus precios en el mercado.
- Dejar de ser
parcelario “independiente” para pasar a engrosar las filas de los
“asalariados” (dependientes económicamente de un empresario) que sí estará
exportando hacia el mayor mercado del mundo (EE.UU.) sus productos en
mejores condiciones (azúcar, por ejemplo).
Éste
es el valor de la apuesta:
¡todo cuanto conocemos, por todo aquello que aún desconocemos!, en
términos de todos los productores agrícolas menores, por supuesto.
Implica
todo un proceso “re-educativo” de nuestra población agrícola... algo como
aquello que dijera nuestro ex presidente Miguel Ydígoras Fuentes, cuando
promulgó la Ley de General de Amnistía de su época: “borrón y cuenta nueva”.
Hemos
(porque seguramente, no habrá vuelta atrás) apostado “hacia la esperanza de
exportar muchísimo más”, generando con ello la perspectiva de un cambio fuerte
(el más fuerte del que tengo conocimiento) en la economía de subsistencia de
los guatemaltecos.
Implica
también una inmensa oportunidad de financiamiento para el sistema bancario
nacional, hacia los micro, pequeños y medianos productores que tomen el reto de
“ser independientes”.
En
suma, el CAFTA- RD es tan sólo el nombre de un acuerdo comercial, que para los
grandes empresarios es beneficioso, pero es “temido” por la inmensa mayoría de
guatemaltecos, precisamente por su misma ignorancia (general y del acuerdo) y
por su temor al cambio.
La
apuesta está hecha hacia el logro del control fiscal de “toda la producción
guatemalteca”. Hacia el logro de una conciencia de trabajo como país y en
beneficio individual, al arrancarnos toda una cultura heredada de nuestros
ancestros, en cuanto a la preponderancia de lo conocido en agricultura, frente
a todo aquello que la mayoría desconoce, como es el mercado internacional y sus
vericuetos, que finalmente es el que determina la macroeconomía de los países.
Como
dijera el recordado Abdón Rodríguez Zea: “¡Ánimo!
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