miércoles, 30 de octubre de 2013

La apuesta (20040605)

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ORIFICIO


La apuesta

Jolie Totò Ryzanek Voldan

Escribo con la intención de aclarar un poco de la incertidumbre que como guatemaltecos tenemos ante la inminencia de la ratificación del Tratado de Libre Comercio (CAFTA- RD, por sus siglas en inglés) entre nuestros países y EE.UU.
Inicialmente podemos decir que al igual que todo cuanto ha hecho el hombre, no es perfecto (perfecto sólo Dios), consecuentemente dicho TLC posee ventajas y desventajas para las partes suscribientes (para el caso Guatemala y EE.UU.).
Igualmente, hemos de reconocer que el TLC es el resultado de una serie de negociaciones entre las partes (países) que, aunque hayan “cedido algo de sus respectivos intereses comerciales”, también es cierto que “han recibido compensadores en otros reglones económicos”, lo cual visto desde la perspectiva de la macroeconomía, es aceptable.
Visto desde los intereses de los micro, pequeños y medianos productores es muy, pero muy diferente, ya que quienes participaron en las negociaciones han apostado con la producción del grueso de la población que es considerada en términos económicos como “productores de subsistencia”, misma que por su misma situación, no está controlada en nuestro régimen fiscal y estadístico. Consecuentemente su producción no puede cuantificarse tan siquiera con una mediana certeza... ante la carencia de datos, puesto que el problema real es que NINGUNO DE ELLOS TRIBUTA DIRECTAMENTE, y quienes lo hacen, lo efectúan de manera indirecta, cuando eventualmente compran semillas para la siembra (generalmente son ellos mismos quienes “guardan” semillas para la nueva siembra) y, como todos son “consumidores finales”, quien les vende las semillas podrá declarar “lo que le convenga y no la realidad de la venta”. Sin embargo esta práctica permite que un grueso de nuestra población sobreviva tan solo, muchas veces en condiciones de pobreza y miseria, lo cual de suyo es deplorable, como producto final del sistema económico.
Pero la parte medular de este enfoque no está dirigido hacia dicha cuestión en particular, antes bién quise traerla a colación, por cuanto “la producción no cuantificable del grueso de la población” ha sido precisamente lo que se ha apostado en el CAFTA- RD, a cambio que “haya más competencia” (y en teoría mejores precios) en otros rubros de la macroeconomía guatemalteca...
Quizá lo mejor en este punto sea citar el ejemplo de lo que pudiera darse para el caso de aquel parcelario que actualmente se dedica a la siembra de maíz y frijol:
  • Siembra y cosecha sus granos.
  • Se “apera” de ellos para el tiempo que necesite subsistir con su familia hasta que obtenga una nueva cosecha.
  • Guarda semilla para su próxima siembra.
  • Vende el resto para pagar el arrendamiento de la parcela que sembró (ya que existe una pésima distribución de la tierra) y satisface otro tipo de necesidades (ropa, si acaso), aunque generalmente lo gasta en licor.
¡Esta es la cruda realidad guatemalteca!
Con la entrada en vigencia del TLC, nuestro mercado (es decir donde el parcelario tiene que vender su cosecha) se verá inundado de maíz norteamericano más barato y “de mejor calidad” y el parcelario del ejemplo, con buena suerte recuperará sus costos de producción, acaso el primer año, ya que la “desgravación arancelaria” del maíz norteamericano será paulatinamente descendiente, año con año.
Ante tal situación, el parcelario tiene dos alternativas a saber:
  • Diversificar (cambiar) su cultivo de subsistencia hacia verduras y “berries” (cerezas, moras, fresas, etcétera), que sí mejorarán sus precios en el mercado.
  • Dejar de ser parcelario “independiente” para pasar a engrosar las filas de los “asalariados” (dependientes económicamente de un empresario) que sí estará exportando hacia el mayor mercado del mundo (EE.UU.) sus productos en mejores condiciones (azúcar, por ejemplo).
Éste es el valor de la apuesta: ¡todo cuanto conocemos, por todo aquello que aún desconocemos!, en términos de todos los productores agrícolas menores, por supuesto.
Implica todo un proceso “re-educativo” de nuestra población agrícola... algo como aquello que dijera nuestro ex presidente Miguel Ydígoras Fuentes, cuando promulgó la Ley de General de Amnistía de su época: “borrón y cuenta nueva”.
Hemos (porque seguramente, no habrá vuelta atrás) apostado “hacia la esperanza de exportar muchísimo más”, generando con ello la perspectiva de un cambio fuerte (el más fuerte del que tengo conocimiento) en la economía de subsistencia de los guatemaltecos.
Implica también una inmensa oportunidad de financiamiento para el sistema bancario nacional, hacia los micro, pequeños y medianos productores que tomen el reto de “ser independientes”.
En suma, el CAFTA- RD es tan sólo el nombre de un acuerdo comercial, que para los grandes empresarios es beneficioso, pero es “temido” por la inmensa mayoría de guatemaltecos, precisamente por su misma ignorancia (general y del acuerdo) y por su temor al cambio.
La apuesta está hecha hacia el logro del control fiscal de “toda la producción guatemalteca”. Hacia el logro de una conciencia de trabajo como país y en beneficio individual, al arrancarnos toda una cultura heredada de nuestros ancestros, en cuanto a la preponderancia de lo conocido en agricultura, frente a todo aquello que la mayoría desconoce, como es el mercado internacional y sus vericuetos, que finalmente es el que determina la macroeconomía de los países.

Como dijera el recordado Abdón Rodríguez Zea: “¡Ánimo!

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