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ORIFICIO
“Siembra vientos y
cosecharás tempestades”
Jolie Totò
Ryzanek Voldan (*)
Los
columnistas de opinión poseemos la “rara propensión” a ir asociando el
cotidiano vivir con otro tipo de situaciones o hechos, que nos permiten
analizar con una “visión crítica” el acontecer, y derivar algunos criterios que
nos llaman a una reflexión más profunda de la coyuntura analizada. Tal es el
caso reciente de la matanza de estudiantes en la Universidad de
Virginia, EE.UU.
Por
convicción sé que “Dios no ha creado seres inútiles y/o inservibles para su
obra creadora”, por lo tanto, todos y cada uno de los resultantes de su obra
“tenemos una función y un papel que desempeñar en el plan divino” (que sea
cualificado como “bueno” o “malo”, deberá por tanto estar en función del
“desempeño” del papel aludido, si el mencionado rol está contextualizado en el
progreso de la obra creadora divina o no).
Al respecto,
podemos valernos de un razonamiento que nos haga más asequible la magnitud de
lo expuesto anteriormente en palabras académicas.
Si usted
cree que Dios es el creador de todo cuanto existe, entonces la pregunta que le
sucede es lo referente aquello que catalogamos como “malo”, ¿no es creación
divina?, ¿cómo es posible que “exista” un poder paralelo dentro de la
creación divina? Y finalmente, ¿qué interpretación lógica (teológicamente
hablando) tienen semejantes razonamientos y planteamientos para asentar
aquella fe que decimos tener en un Dios Todopoderoso, Perfecto e Infalible?…
Piense ahora
y, de acuerdo a como está escrito en Génesis 1, del 16 al 30, que ciertamente
Dios nos hizo “a su imagen y semejanza, hembra y macho los creó”
precisamente, porque si nos hubiese creado iguales, entonces se negaría
ipso-jure la conceptualización del Dios único, puesto que al ser todos iguales
¡todos seríamos dioses!, igual que El; por lo tanto, nos hizo “semejantes” y ya
que El personifica la “perfección”, ¡nosotros somos los imperfectos! Si no lo
cree así, verifique lo escrito en Génesis 1, 31 “y vio Dios que todo cuanto
había hecho era bueno”, de donde se colige que también “los malos”
(diablo incluido) son parte de la creación divina.
Por lo tanto
el problema nuestro consiste en “averiguar”, qué de bueno tienen aquellos que
estigmatizamos como: “malos”. Para lo cual nos debemos plantear la pregunta, no
de ellos (ya que antes o después –igual que todos– serán juzgados por Dios),
sino la interpretación de los “signos de los tiempos” (ver “Hechos de los
Apóstoles” y las cartas de Pablo), es decir “intentar seriamente interpretar el
pensamiento divino”, cuando los situó dentro de su creación.
-Es
muchísimo más complicado que optar por “las respuestas simplistas” que ofrecen
las sectas (porque carecen de una teología que las sustente) al echarle
la culpa a la “tentación” del diablo o de la carne-.
Respóndase
seriamente si no es mucho más lógico pensar que si Dios nos dotó de un cerebro
con la capacidad de pensar, y nos otorgó el bien precioso de la libertad, fue
precisamente para que hiciéramos uso de ellos, y no buscáramos “miedos” ¡para
mantener en la ignorancia a nuestros hermanos!
Acaso
entonces la matanza de estudiante en la Universidad de Virginia ¿fue el
resultado de “la locura de un estudiante”?, o ¿hay “algo”que debiéramos
aprender de ella?…
Todo apunta
a que “la respuesta simplista” dada por las autoridades, es el resultado de
“pruebas” humanas, mas no del “mensaje” que debiéramos entender, en cuanto a la
certeza del proverbio que titula el presente, “Siembra vientos y cosecharás
tempestades”…, únicamente resta preguntarse ¿quién inició y persiste en la
manutención de un mundo regido por la guerra, porque son enemigos de la
democracia?… Responda y entonces tendrá ante sus ojos, al real culpable que
nos ha enseñado que “de la guerra sólo se benefician económicamente quienes
tienen intereses en la industria armamentista, pero nunca los pueblos, y en
general el mundo, que la sufre”, puesto que todos somos parte de la creación
divina que él irreflexivamente dice creer.
(*) Teóloga guatemalteca.
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