martes, 29 de octubre de 2013

La punta del iceberg (20010728)

ORIFICIO:


La punta del iceberg


Jolie Totò Ryzanek Voldan.(*)

La mayoría de las personas piensa o cree que la discriminación ocurre únicamente por razones meramente étnicas, lo cual es cierto en términos generales para la mayoría de quienes aún la practican. Sin embargo he de decir que como activista de los derechos de la diversidad sexual en mi país (Guatemala), he comprobado que hay discriminaciones mucho más estigmatizantes y crueles para con los humanos y que por “solapadas” (es decir que casi ninguno habla de ella), han pasado de generación en generación como una especie de secreto, ya que la mayor parte de la población heterosexual la practica, pero no habla de ella. Siendo sintomático en todos los casos alejarse, despreciar y estigmatizar a toda persona cuya reacción ante el sexo (su sexualidad) no es heterosexual, y llegan en algunos casos a desarrollar una verdadera homofobia (odio irreprimible hacia los hombres como especie) por toda persona que está fuera de sus arquetipos mentales.
En palabras llanas, podemos decir que “odian y rechazan a todo homosexual, sea hombre o mujer”, con lo cual llego al meollo del problema que deseo enfocar; para “desenmascarar” de una buena vez las consecuencias que la mencionada estigmatización provoca en el ámbito de salubridad.
Producto de la mencionada actitud de discriminación, a toda persona gay (homosexual, hombre o mujer) le niegan sus derechos fundamentales, a una vida digna, al trabajo, a la educación, a la libre locomoción, etcétera; amén de otros no escritos en los derechos de los adultos, pero sí en los derechos de los niños, como el amor de la familia (la mayoría de las veces), el derecho a jugar (aunque sea con juguetes propios “del sexo opuesto”) y divertirse (aunque sea “como se divierten l@s del otro sexo”), y un larguísimo etc. Todo lo cual al final llega a producir un ser humano discriminado y estigmatizado y en todo caso sin acceso a todos los beneficios de salubridad a los que sí accede el resto de la población.
Si tenemos en cuenta que toda persona de la diversidad sexual (gays, lesbianas, bisexual, transexual o transgénero) ES PARTE DE LA CREACIÓN DIVINA Y CIUDADAN@ COMO NOSOTR@S, es inconcebible que vengan otr@s (los que se consideran 100% heterosexuales), en primer lugar a cuestionar “la perfección de la creación divina” y ¡peor aún!, a conculcarles por sí y ante sí, los derechos que las leyes les otorgan. Entre ellos (por ser los de mayor relevancia a mi juicio) el derecho fundamental a la vida (hay documentación legal y fidedigna de comprobación de homicidios y asesinatos en Guatemala y otros países) y a la salud (de lo último no hay más que estadísticas aproximadas), ya que: ¿cómo determinamos quien fue atendido como tod@s, y quién sufrió la discriminación por su condición de persona gay?, ¿cuánt@s acudieron ante cualquier padecimiento a los servicios de salud y cuánt@s dejaron de hacerlo por su misma condición de homosexualidad?, ¿cuánt@s fueron registrad@s “correctamente” (basados en sus órganos genitales) y a cuánt@s les fue preguntada su orientación sexual?, ¿a cuánt@s no?, etc.
Como podemos observar el problema de salubridad versus registros médicos (cuando los hay) es mayúsculo, y aquí precisamente el asunto toma mayor relevancia, por cuanto el efecto de la discriminación ha estigmatizado a tod@ homosexual, que dicho sea de paso, representa LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN, de acuerdo al último estudio científico publicado -en1953- por el doctor: Alfred C. Kinsey. Ya que ¡ni siquiera sabemos a ciencia cierta quien es gay y quien no!… ("belive it o not" –aunque usted no lo crea-)
Reconozco que lo aseverado en la última parte del párrafo anterior “es muy difícil de aceptar”, pero los resultados perfectamente documentados por el autor no dejan lugar a dudas (y claro que no es nuestra intención someterlos a una verificación. Se trajeron a colación como “dato real” del problema que se enfoca).
Si a todo lo expuesto añadimos que en la legislación de la mayoría de nuestros países se estipula que el género puede ser únicamente “masculino o femenino”, vemos que equivale a “definir a una persona” simplemente por los órganos genitales con que nace, lo cual definitivamente no obsta para definir su futura sexualidad (ya que cuando se inscribe a l@s niñ@s, ¡DESCONOCEMOS SU ORIENTACIÓN SEXUAL Y LA IDENTIDAD QUE ASUMIRÁ! Es como tener que escoger entre blanco o negro y ¡olvidarnos del resto de colores del espectro cromático! Realmente definir a una persona es muchísimo más complicado que la adopción de esa forma “simplista” de hacerlo; o ¿no?… Acaso ¿Dios “se equivocó o pasó por alto” durante la Creación “el molesto asunto” de la sexualidad de las personas?, ¿Se le “pasaron inadvertidamente” tod@s l@s homosexuales?, ¿Realmente creemos que Dios es todopoderoso y Creador de todo cuanto existe?… ¡Usted tiene las respuestas!
La realidad de todo es que mientras haya discriminación habrá estigmatización, y con ella se propiciará el auge de pandemias como la depauperizada del sida, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), seguirán sin un control sanitario real y el grueso de la población seguirá “escondiendo” su orientación sexual (y con ella las conductas de “alto riesgo”), todo lo cual solamente tiende a agravar un panorama de suyo, dantesco.
Es urgente que los legisladores (en primer lugar), adopten una visión integral del problema de la diversidad sexual en los países con una óptica realista; que tomen como ejemplo lo acontecido en la mayoría de países europeos en cuanto a la regularización de la homosexualidad, para que de esa manera tengamos marcos estadísticos reales, para que algún día podamos sujetarnos a ellas como fuente de información y podamos hacer frente a todas las ITS que asolan “silenciosamente”los países con una visión objetiva e integral.
Por “censurable” que parezca la anterior postura, es la única que a futuro podrá brindarnos los insumos necesarios “para combatir las enfermedades que nos negamos a ver hoy”
Si no adoptamos esta postura, las generaciones venideras “tendrán que hacerlo”; el costo en vidas humanas que ello conlleve, ciertamente pesará en nuestra conciencia y será “el detonante”de una catástrofe sanitaria que podemos prevenir ¡hoy!
¡Por lo que más quiera! involúcrese en cualquier organización, movimiento o asociación que trate “sin tapujos” (sin prejuicios ni hipocresías) el problema de la diversidad sexual, vea y palpe por usted mismo la problemática sanitaria que conlleva tan aberrada manera de pensar y actuar de nuestras sociedades… Estoy seguro que verá que lo planteado en el presente, es tan solo “la punta del iceberg” que sobresale de la superficie.


(*) Teóloga guatemalteca.

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