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ORIFICIO
Construyendo mentes
Jolie Totò Ryzanek Voldan.
La
poca apertura de todos hacia el cambio mental, determinado por una forma de
pensamiento sui generis guatemalteca, ha determinado que nos mantengamos dentro
de una especie de “era oscurantista” que no tiene visos de finalizar. Por ello
la vorágine que nos envuelve parece no tener fin… cada vez que se propone una
medida, más se tardan en proponerla, que otros en desacreditarla… y de manera
triste ¡todos añoran a alguien que imponga la norma a seguir!…
Tristemente todos vemos las cosas malas que nos aquejan y nos impiden progresar
de una forma coherente y tememos lanzarnos contra ellas… escuchamos
consideraciones de peso, sermones u homilías iluminadoras, nos confesamos
cristianos, pregonando que Jesucristo optó de manera preferente por los pobres
y, además estar ¡convencidos plenamente de ello!… finalmente muy pocos aportan,
en el mejor de los casos, ¡lo que les es inútil! (muchas veces basura),
mientras que la mayoría se santigua, ora, reza y ¡todo sigue igual!…
Realmente
es sumamente penoso escribir respecto de nuestros males cual si fuese el
poseedor de la verdad absoluta, ya que confieso no serlo, antes bien confieso
que lo único que deseo es acercarme a su razonamiento y conciencia para que las
cosas mejoren en función del bien común.
Intento
decirle que todos tenemos un papel que jugar dentro de la creación divina
(quizá el mío sea escribir esto para que usted lo lea) y que su papel consiste
en bastante más que pregonar convencimientos o creencias religiosas; que
consiste inicialmente en realizar un verdadero esfuerzo por cambiar nuestra
individualista y peyorativa mente hacia nuestro colectivo circundante, orientándola
hacia el bién común, de manera tal que la sociedad tenga al menos la
expectativa de existir, situación última que definitivamente no se logrará
mientras persista como brújula de nuestro existir el individualismo. Debemos
entender de una buena vez que más tarde o más temprano dejaremos de ser una
sociedad “civilizada” (así entrecomillada), si persistimos en el pensamiento
que determina que “cada cual debe obtener la mayor cantidad de bienes de
capital que le sea posible”, ya que dicha manera de pensar posee el
imperdonable pecado de REDUCIRLO TODO A DINERO, de manera directa o indirecta,
con lo cual es lícito inclusive el asesinato por hambre de cientos de personas
que se han quedado rezagadas (por cualquier razón válida o no) en la lucha por
los bienes de capital y, consecuentemente, son vistos como “la escoria de la
sociedad”, siendo discriminados “ipso jure” por ello.
Dicha
situación es anticristiana y es precisamente el punto de partida de la Doctrina
Social de La Iglesia Católica, ya que el mismo Cristo dijo que: “no necesitan
de médico los sanos, sino los enfermos” al referirse a los males del alma,
generados por la exclusión que existía aún en aquellos tiempos.
El
pregonar pues, consiste en el mero hecho de “actuar” y no simplemente “decir o
confesarse”… implica necesariamente un profundo razonamiento que lo lleve a la
conclusión que este mundo en que Dios nos puso para que habitáramos todos,
es precisamente para que habitáramos todos, no sólo los que lograran “una
tajada” de los bienes de capital. Que los bienes de capital no son otra cosa
que los mismos bienes que Dios puso en el mundo para beneficio de todos y,
consecuentemente es completamente injusto que haya quienes posean un exceso de
ellos (bienes de capital) que a otros les hacen falta ¡para vivir!…
Por
lo anteriormente expuesto el llamado es precisamente hacia una reflexión que le
lleve al cambio de su mentalidad y le impela a cambiar sus futuras actitudes;
para que COMPARTA (diferente de “reparta”) los bienes de
capital que posea, tornándose solidario(a) para con los demás, abandonando el
pensamiento individualista, y lo trastoque por uno realmente cristiano.
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