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Orificio
Una
lección de administración
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Cuando la
Superintendencia de Bancos formalizó la suspensión definitiva de labores
del Banco del Café (Bancafé), sentó un precedente de jurisprudencia nunca antes
visto en Guatemala, al aplicar de manera contundente la ley que rige el sistema
bancario en nuestro país.
El mencionado conjunto de leyes se aplicó
a una institución financiera sumamente sólida (4º. lugar en posesión de
activos, acorde al reporte previo) por una pésima decisión en su accionar, ya
que de manera increíble, “convirtieron cerca del 50% del valor (en quetzales)
de sus activos a dólares y los colocaron a plazo fijo en el exterior”, con lo
cual ciertamente devengarían “jugosos” intereses en dólares, lo cual no sería
punible, de no ser por los efectos devastadores que internamente generó, ya que
limitó seriamente el pago del “pasivo circulante” (pagos a corto y mediano
plazo); lo cual a su vez derivó en una mala gestión administrativa, ya que para
hacer frente al pago de las obligaciones descritas, necesariamente se tuvo que
hacer acopio (“echar mano”) de cuanto efectivo llegaba a sus arcas; lo cual
visto a la luz de la Ley Contra el Lavado de Activos, es ilegal, y que para
expresarlo en “buen chapín”, se dedicaron a “jinetear el dinero ajeno” a cambio
que el(o los) responsable(s) de la “operación” pudiese(n) presentar mejores
utilidades a la junta de accionistas.
Lo peor de
toda esta complejidad administrativo / financiera, fue que su “capacidad de
decisión” fue prácticamente reducida a cero, porque aunque tuviese mejores
opciones de inversión, no podía acceder a ellas, por cuanto su “capacidad de
inversión” estaba colocada como un “diferido” (a largo plazo) y su “circulante”
comprometido para el pago del “pasivo circulante” (pagos a corto y mediano
plazo). En pocas palabras el “Cash-Flow” (activo del cual se puede disponer en
corto plazo), ¡no existía!
De allí lo
acertado de la decisión tomada, ya que luego de cerca de un año de reflejar problemas
de liquidez, la acción emprendida por las autoridades ha sido de lo más
eficaz, para la salvaguarda del dinero de los depositantes y para los
acreedores de Bancafé, S.A.
Por ello
esta acción posee en sí misma valores dignos de elogio y ha demostrado que “la
cantaleta gubernamental de transparencia” es aplicada a todo nivel, porque
cuando alguien (aunque sea la cuarta institución financiera del país) deja de
estar dentro del marco de la legalidad institucional, y es encaminada con un
mal concepto de “productividad”, la Ley de Bancos, castiga a todo aquel que la
trasgrede.
Dignos de elogio son igualmente las
autoridades de la Superintendencia General de Bancos de Guatemala y los
miembros de la Junta Monetaria, en el doble sentido de haber aplicado la Ley de
Bancos sin titubeos y, por la manera en que han orientado a la opinión pública
respecto de tan bochornosa ilegalidad.
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