jueves, 14 de noviembre de 2013

Cuarenta y seis años después (20061229)

Orificio

Cuarenta y seis años después...
(Una visión)
Hispano Times Año 1, No. 3, Pág. 7)

Jolie Totò Ryzanek Voldan(*)



Guatemala, ha celebrado en fecha reciente el décimo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz; mismos que pusieron fin a una guerra de 36 años entre hermanos, que arrojó una cifra de 200,000 personas muertas y un sinnúmero de damnificados, ya que como toda “guerra no declarada” hubo todo tipo de trasgresiones a las “reglas de guerra”.
Hace cuarenta y seis años la coyuntura política, social y económica de Guatemala se desarrollaba en una especie de feudalismo y en muchos de los casos fincaba su orientación en una seudo-esclavitud, caracterizada por la obediencia sumisa del pobre ante los caprichos de los ricos, que dicho sea de paso, eran personas del corte conservador y habituados a ver materializados todos sus deseos, por cuanto ellos eran los patrones y todos los demás sus empleados.
Adicionalmente, la mayoría comprendía que vivía en una “democracia” (porque habían votaciones) de fachada, porque cuando la oligarquía que detentaba el poder “se le iba la mano” u otro de ellos lograba el apoyo del Ejército, se producía un Golpe de Estado en contra del gobernante de turno.
Así pues, era la Guatemala de cuarenta y seis años atrás –para pintar con pocas pinceladas la coyuntura aludida–. Un país democrático en el cual reinaba una especie de “ley del mejor dotado” (usando algún término semejante a la Teoría de Selección de las Especies de Charles Darwin), en el cual gobernaba el mejor dotado económicamente o aquel que lograba contar (posiblemente “comprando”) con el apoyo de algunos oficiales del Ejército.
Como habrán de deducir todos, era un país donde se cometían todo tipo de atrocidades y hasta genocidios con la más absoluta impunidad y descaro, ya que al final de cuentas lo que contaba a la hora de impartir justicia era el tamaño de la “bolsa a repartir”, o las “amistades situadas en posiciones clave en el sistema”.
La guerra vino a ser por un lado, la respuesta a tal degradación social, económica, política y humana, y sus caudillos iniciales se sintieron hastiados de vivir inmersos en aquella asqueante y denigrante situación de ignominia generalizada... quisieron buscar un poco de ecuanimidad en el reparto de la riqueza infinita que posee Guatemala, y lograr un trato más humano y justo para todos por medio del uso de las armas, ya que quienes detentaban el poder no se los iban a conceder por ninguna circunstancia.
Por otro lado, la coyuntura mundial estaba en el apogeo de la “guerra fría” entre capitalistas y comunistas y tanto los unos como los otros apoyaban de manera indiscriminada a todos aquellos que decían estar del lado de ellos, y en contra de los otros; todo lo cual llevó al surgimiento de alianzas entre las partes en conflicto –el Gobierno (léase Ejército protector de los intereses feudales de los conservadores) con los capitalistas y la guerrilla (léase los idealistas por los desposeídos) con los comunistas–; en ambos casos las facciones en disputa, fueron totalmente aleccionadas para llevar el conflicto en cuestión hasta las últimas consecuencias; logrando así el involucramiento (directo o indirecto) de dos superpotencias mundiales en una guerra eminentemente doméstica (ya que la misma tuvo su origen en la obcecación de un grupo minoritario de personas –los oligarcas conservadores– en detrimento de una inmensa mayoría de excluidos y desposeídos por discriminación).
Ciertamente la guerra vivida en Guatemala tuvo funestas consecuencias para el país y para toda la región, por la incertidumbre vivida y por el atraso económico que produjo.
Hoy, que llevamos tan solo diez años de la firma de los Acuerdos de Paz, vemos que se han dado pasos consecuentes para el cumplimiento de lo pactado, tales los casos de que la guerrilla haya depuesto las armas y haya surgido a la vida política del país como partido político legalmente inscrito; que el Gobierno haya creado, una Comisión Presidencial de Derechos Humanos, una Comisión Nacional de Resarcimiento para las víctimas del conflicto armado, que se haya promulgado la Ley en contra del Racismo y la Discriminación (aunque se hayan omitido otras minorías claramente discriminadas en la sociedad como los y las homosexuales por ejemplo); y que se tenga como punto prioritario dentro de las metas de Estado la promulgación de un Pacto Fiscal que aumente la carga tributaria para financiar el funcionamiento de los diferentes entes creados, etcétera.
Como se puede apreciar, se han dado pasos, pero aún queda un largo camino por recorrer para lograr la Guatemala que todos anhelamos. Objetivo que lograremos únicamente con la unión de esfuerzos nacionales e internacionales, y la solidaridad de todos los seres de buena voluntad que reconozcan que somos un país completo que reclama su total y decidido apoyo en este derrotero que escribimos a marchas forzadas, para insertarnos de manera decorosa en el mundo globalizado actual.

(*)Administradora de Pequeñas Empresas y Teóloga guatemalteca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario