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ORIFICIO
La incertidumbre
Jolie Totò Ryzanek
Voldan.
ENTRADILLA
Actualmente el problema de liderazgo mundial se ha tornado en una
lucha desenfrenada parecida en mucho a la antigua guerra fría, que creíamos
extinta.
Para la mente suspicaz de la mayoría, no pasa desapercibida “la
sensación de incertidumbre” que nos envuelve de manera vertiginosa en “los
primeros síntomas inherentes al proceso globalizador mundial”; lo cual es
comprensible toda vez que el pensamiento relativista que impera en el
ordenamiento actual se va trastocando hacia una visión que la inmensa mayoría
predice, pero que ninguno define con exactitud; creándose de esta manera cierto
temor “hacia lo desconocido”, que en términos de lucha de razonamientos
lógicos, no podemos “prevenir” en la manera que estamos habituados a hacerlo...
Realmente entendemos que habrá y sucederá “algo”, mas no así su
dimensionamiento, ni sus consecuencias futuras y menos aún, el impacto que
deberemos aceptar en nuestras propias vidas.
Muchos hacen “previsiones dentro de lo posible”, ahorrando dinero,
otros invirtiéndolo para gozar de un mejor futuro, otros más recalcitrantes
“anuncian el cumplimiento de antiguas profecías”.
En suma, todo aquel que escudriña el asunto proclama tener la
verdad, cimentando su proceder en razonamientos de todo tipo, que pretenden de
una u otra forma, “hacer verdades creíbles y demostrables a los ojos de los
demás”.
Por la anterior observación y dadas las limitaciones de espacio
imperantes, no pretendo ser uno más que “proclame su propia verdad” respecto de
los efectos que tendrá en cada uno de los habitantes del planeta la ya
manoseada idea del proceso globalizador mundial, ni me atrevo a mencionar
criterio alguno, en cuanto a los frutos que del mencionado árbol se cosechen
(valga la metáfora empleada).
Consecuentemente escribo este pequeño, realmente muy pequeño
aporte, con la intención sincera de “iluminar en algo” la incertidumbre
reinante dentro de sus mentes, dentro de sus corazones, dentro de sus más
íntimas esencias como seres pensantes...
Insisto de antemano que no pretendo ni de broma, ser un
“iluminado” más... de “esos” (sobre todo neopentecostales), ¡ya hay muchos!
Lo que primero debemos razonar en cuanto a la mentada
globalización, es que ella no es más que otra “corriente de pensamiento
mundial”, que derivada de las inmensas posibilidades de comunicación de hoy en
día, nos llega, nos envuelve y nos absorbe inexorablemente. Algo como lo
sucedido en su época con las corrientes: barroca, renacentista, neoclásica,
contemporánea, etcétera. Las únicas diferencias dignas de mencionarse son dos:
- Hoy las
comunicaciones hacen posible que: “todos lo sepamos todo” y gracias a la
tecnología (Internet), ¡casi inmediatamente!
- El sistema
económico imperante reduce todo a un valor monetario.
De la primera, hay que comentar que la pretensión de “saberlo
todo” está referida tan solo a la información, mas no así al aspecto
“formativo” de todos los seres humanos, teniendo como principal logro el
traslado de todo tipo de conocimientos entre los humanos, pero igualmente posee
el grandísimo defecto de “dar a conocer” a todos, cualquier otro tipo de
información deformativa, alienante o aberrada de la realidad.
Consecuentemente el espíritu crítico-formativo, está sujeto al
personal sistema de valoración, en cuanto a la información obtenida.
Para que tenga una idea centrada de lo que trato de explicar, me
valdré del ejemplo del valor de la información en cuanto a los beneficios de
“la meditación” para un budista, el que tenga usted, habitante “no delincuente”
del mundo cristiano y el que pudiera (si acaso) tener para algún “degenerado
mental y/o delincuente”. Aunque se trate de la misma información, es más que obvio
que de la misma información tendremos tres diferentes conceptualizaciones y
valoraciones, y... la misma información podrá ser útil a estas tres personas,
de tres maneras muy diferentes.
En cuanto a la segunda diferencia (que a mi criterio motiva la presente
entrega), hemos de reconocer que llegamos al tema aquel que se tocó en la
película titulada “La propuesta indecente”, en la cual se cuestiona muy
seriamente la validez moral, (no monetaria) de ese gran invento llamado
“dinero” que rige y sustenta el sistema capitalista en que estamos inmersos y
que unos fanáticos llamados por muchos “los policías mundiales” intentan
imponer en el mundo “a las buenas o a las malas”, arguyendo todo tipo de
argumentos deformados, basándose para ello en verdades a medias y, para colmo,
apoyados por el ejército más formidable del que tenga conocimiento la historia
humana.
Su líder (y muchos más) de una manera obcecada defienden una muy
aberrada definición de “democracia”, que etimológicamente significa “gobierno
del pueblo”, muy distante de: “imperio del dinero”, que es lo que ellos (los
obcecados) entienden...
El grave problema del asunto radica en que ¡no hay más opciones!,
o somos blancos o somos negros, no caben los tonos grises dentro de esta
conceptualización. Lo toman, como una guerra: si no eres amigo, entonces ¡eres
el enemigo!, peor aún ¡creen ser los poseedores de la verdad absoluta!
Todo lo cual nos lleva a polarizaciones que desde un punto de
vista razonable son contradictorias, por cuanto (y de acuerdo al pensamiento
reinante en el Partido Republicano), la única manera de lograr la prosperidad
está en “dejar hacer a los individuos”, pero luego aparecen ellos mismos
“imponiendo a sangre y fuego” su sistema político y económico, “porque es el
mejor”, y en boca de ellos: el único que garantiza “la superación del
género humano...”, bueno, habrá que preguntarse que es la superación para
ellos, porque para la mayoría la superación no está dada en términos
monetarios, sino en términos de sabiduría y calidad humana, aunque tan sólo
sobrevivan en situaciones de pobreza y extrema pobreza, con sus muy contadas
excepciones, desde luego.
Vemos que los
razonamientos planteados en cuanto a las diferencias de la corriente de
pensamiento globalizadora con sus precedentes ciertamente no resuelven la
situación de fondo en cuanto a la incertidumbre actual; pero sí nos sirven como
marco conceptual para visualizar con mejores criterios el presente acontecer,
en términos que nos conducen a realizar una valoración mucho más crítica de la
información con la que “somos bombardeados diariamente” y, por ello caemos
finalmente en la cuenta que en la actualidad, “la manipulación de la
información” nos ha ido alejando cada vez más de nuestra propia naturaleza
pensante y crítica, misma que es nuestra característica diferencial del resto
de animales irracionales de la creación. Vemos que el asunto va muchísimo más
allá de los términos económicos y cae dentro de los términos filosóficos, lo
cual trae como consecuencia un proceso de valoración moral que nos sitúa en
planos propios de la ontología, que dicho sea de paso, no es precisamente del
dominio de las grandes mayorías involucradas dentro del proceso resultante de
la mencionada corriente de pensamiento... venimos a darnos cuenta de la manera
burda en que nos pretenden vender “un cambio en las relaciones económicas
mundiales”, cuando lo que nos venden es algo con implicaciones morales,
filosóficas y hasta espirituales.
Realmente entendemos que todos estamos inmersos dentro del mundo y
por lo tanto nos duele y hasta insulta en la inteligencia, el que seamos
tratados como “objetos”, cuando realmente somos “sujetos” del mismo devenir
histórico.
Con palabras mucho más simples y fuertes diremos que realmente
“nos molesta que haya otros que dispongan de nuestras vidas”, de nuestro
ordenamiento social, económico y que se critique nuestra valoración moral de la
vida, tan solo porque para ellos es más importante el dinero que la valoración
humana y que encima de todo, “pretendan” que estamos contra ellos, tan solo
porque estamos convencidos que el ser humano es muchísimo más importante, que
su aberrado concepto de superación y progreso fundamentado en el dinero.
Entendemos que el dinero es importante y hasta necesario, pero que
no es el fín último que debemos perseguir; antes bién entendemos que el
verdadero último fín que se pretende es que, al menos la raza humana adquiera
un nivel de conocimientos tal, que le ponga en posición de poder disponer de su
propio destino, antes que “aceptar” que otros lo hagan por ellos.
¡Entendamos bién que no estamos en contra del dinero!, ¡estamos en
contra que por hacer dinero, se deje hacer cualquier cosa, a cualquiera! (hasta
llenar de basura religiosa –si cabe el término- las mentes y el corazón de “sus
hermanos”).
Ciertamente no podemos conocer el futuro, pero debemos construirlo
en función de un mejor conocimiento, de un mejor raciocinio y de un mejor
beneficio para todos, lo cual no se logrará si tan solo y de manera miope nos
enfocamos hacia el dinero.
Concluimos pues, que la incertidumbre que nos agobia respecto del
proceso globalizador, no es más que una imposición que para bien o para mal
debemos aceptar (puesto que no es posible revertirla), no es ni desgracia, ni
bendición.
Debemos tomar el proceso globalizador, consecuente de la corriente
de pensamiento, como una inmensa oportunidad para poner nuestros
mejores esfuerzos y conocimientos en función de una superación humana de la
sociedad globalizada y no como la “oportunidad de hacer dinero”.
Solamente pensando y actuando de esta manera, podremos hacer
valedero el pensamiento sabio que reza:“El hombre es el arquitecto de su
propio destino”.
Trocamos pues, la incertidumbre actual ante el proceso
globalizador por un ideal. Obteniendo así, un quehacer que nos aparte del cuestionante:
¿qué hacer?, que nos mantiene en la actual incertidumbre.
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