jueves, 14 de noviembre de 2013

La expectativa (20061123)

Orificio

La expectativa

Jolie Totò Ryzanek Voldan(*)

-L.A. HISPANO/Times, Año 1, No. 2, Pág. 7-


Es de suyo apasionante abordar un tema de futuro, por cuanto será la historia quien juzgue la veracidad de lo expuesto. Sin embargo, y pese a lo que se piense o crea que sucederá, el presente tiene por objetivo primordial el planteo de las causales que en el ámbito económico y jurídico posee el tan llevado y traído asunto de la globalización económica.
Por lo anterior, el presente no es más que un ensayo completamente a-priori de las pocas conclusiones que pudiésemos tener para el futuro económico de nuestros pueblos, latinoamericanos todos.
Inicialmente poseíamos una serie de tratados bilaterales que garantizaban una regulación del comercio mutuo entre nuestros pueblos y con otras regiones, lo cual poseía una serie de problemas y defectos (por decirlo de alguna manera) por omisión o falta de especificidad (de los productos, nombres, medidas, etc.) que a la postre, algo ayudaban para mantener un comercio ordenado, y dado que la tecnología de punta irrumpió de manera vertiginosa en el mundo, planteó el problema que significaba el solo hecho de intentar organizar semejante cantidad de situaciones; provocó igualmente que se tomara conciencia del problema que todos teníamos entre manos; que se tuviera que depender la mayoría de las veces de criterios antojadizos de especialistas ¡por tópico y país!… Finalmente se tomó clara conciencia que seguir aferrados a tales situaciones implicaba el consentimiento de mantener procedimientos -la mayoría de las veces, si no en todas- engorrosos, ventajistas (por desactualizados), descontextualizados, y un muy largo etcétera que se omite por razones de espacio. En fin, era lo que teníamos y que en nuestro pasado reciente y gracias al avance vertiginoso de la tecnología provocó, entre otras razones, que se optara por la negociación de tratados de libre comercio entre países y regiones, de tal manera que se pudiera sacar un mejor beneficio del comercio, pensando en función de mercados convenientes para las partes, y que pudiesen ser agrupados como región comercial y ya no meramente territoriales, rompiendo de esta manera el esquema meramente territorial con el que nos manejábamos anteriormente (cuando comerciábamos basados en una increíble maraña prolija de tratados y acuerdos, muchos de los cuales –para colmo- eran de vigencia temporal).
En suma, hemos apostado por un nuevo arreglo comercial más coherente y organizado donde cada cual ha aportado la parte que desea y puede aportar…, hemos hecho un nuevo arreglo comercial con “la expectativa” general de tener un ordenamiento lógico y coherente de normas EN UN SOLO DOCUMENTO DIRECTRIZ para nuestros futuros intercambios comerciales con las diferentes regiones comerciales del globo, para que nuestras futuras generaciones puedan habitar un planeta más ordenado que el actual, que les garantice cuando menos su propia sobrevivencia.
“La expectativa” es, ni más ni menos, que ya poseen cuando menos, una garantía económica para que puedan seguir buscando nuevas y mejores maneras de comerciar de una forma más expedita, que la todos nosotros tuvimos en nuestro tiempo, es sencillamente y con palabras llanas una esperanza y un acicate para ellos (las nuevas generaciones) para que sigan esforzándose por encontrar nuevos derroteros económicos para el comercio mundial.



(*) Administradora de Pequeñas Empresas y Teóloga guatemalteca. 

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