Orificio
La expectativa
Jolie Totò Ryzanek Voldan(*)
-L.A. HISPANO/Times, Año 1, No. 2, Pág. 7-
Es de suyo apasionante abordar un tema de
futuro, por cuanto será la historia quien juzgue la veracidad de lo
expuesto. Sin embargo, y pese a lo que se piense o crea que sucederá, el
presente tiene por objetivo primordial el planteo de las causales que en el
ámbito económico y jurídico posee el tan llevado y traído asunto de la
globalización económica.
Por lo anterior, el presente no es más que un ensayo
completamente a-priori de las pocas conclusiones que pudiésemos tener para
el futuro económico de nuestros pueblos, latinoamericanos todos.
Inicialmente poseíamos una serie de tratados
bilaterales que garantizaban una regulación del comercio mutuo entre
nuestros pueblos y con otras regiones, lo cual poseía una serie de problemas
y defectos (por decirlo de alguna manera) por omisión o falta de
especificidad (de los productos, nombres, medidas, etc.) que a la postre, algo
ayudaban para mantener un comercio ordenado, y dado que la
tecnología de punta irrumpió de manera vertiginosa en el mundo, planteó el
problema que significaba el solo hecho de intentar organizar semejante
cantidad de situaciones; provocó igualmente que se tomara conciencia del
problema que todos teníamos entre manos; que se tuviera que depender
la mayoría de las veces de criterios antojadizos de especialistas
¡por tópico y país!… Finalmente se tomó clara conciencia que seguir
aferrados a tales situaciones implicaba el consentimiento de mantener procedimientos
-la mayoría de las veces, si no en todas- engorrosos, ventajistas (por
desactualizados), descontextualizados, y un muy largo etcétera que se omite por
razones de espacio. En fin, era lo que teníamos y que en nuestro pasado
reciente y gracias al avance vertiginoso de la tecnología provocó, entre otras
razones, que se optara por la negociación de tratados de libre comercio
entre países y regiones, de tal manera que se pudiera sacar un mejor
beneficio del comercio, pensando en función de mercados convenientes
para las partes, y que pudiesen ser agrupados como región comercial y ya
no meramente territoriales, rompiendo de esta manera el esquema meramente
territorial con el que nos manejábamos anteriormente (cuando comerciábamos
basados en una increíble maraña prolija de tratados y acuerdos, muchos de los
cuales –para colmo- eran de vigencia temporal).
En suma, hemos apostado por un nuevo arreglo
comercial más coherente y organizado donde cada cual ha aportado la parte
que desea y puede aportar…, hemos hecho un nuevo arreglo comercial con
“la expectativa” general de tener un ordenamiento lógico y coherente de normas
EN UN SOLO DOCUMENTO DIRECTRIZ para nuestros futuros intercambios comerciales
con las diferentes regiones comerciales del globo, para que nuestras futuras
generaciones puedan habitar un planeta más ordenado que el actual, que
les garantice cuando menos su propia sobrevivencia.
“La expectativa” es, ni más ni menos, que ya poseen
cuando menos, una garantía económica para que puedan seguir buscando nuevas y
mejores maneras de comerciar de una forma más expedita, que la todos nosotros
tuvimos en nuestro tiempo, es sencillamente y con palabras llanas una
esperanza y un acicate para ellos (las nuevas generaciones) para que sigan
esforzándose por encontrar nuevos derroteros económicos para el comercio
mundial.
(*) Administradora de Pequeñas Empresas y Teóloga
guatemalteca.
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