ORIFICIO
Paradigmas
latinoamericanos
Jolie Totò Ryzanek Voldan(*)
Conocer la historia de la colonización norteamericana
y la latinoamericana es importante para valorar las enormes brechas
conceptuales que los susodichos procesos conllevaron en cuanto a la
construcción de las estructuras de pensamiento dominantes en cada región y no
es meramente regional y lingüística.
En EE.UU. es completamente normal que la vida
sexual activa de las personas se inicie alrededor de los 16 años (es decir
antes que la “legal” mayoría de edad [21 años]), mientras que en Latinoamérica
lo normal es que las personas “se casen” (y para ello deben ser mayores
de edad [18 años]) para ser sexualmente activas.
Caso similar sucede en cuanto al “abandono” del seno
familiar, ya que en EE.UU. se ve de manera normal que una persona
(hombre o mujer) deje el seno familiar a temprana edad (generalmente cuando
inicia sus estudios universitarios); mientras que en los países
latinoamericanos se “le consiente” en el seno familiar mientras estudia, ya que
“necesitan” todo el apoyo familiar posible, “para que en un futuro ayuden o
sostengan” el grupo familiar, generándose una interdependencia
económico-afectiva difícil de romper.
Como resultado de las situaciones descritas como
ejemplo, las condiciones afectivas y el sistema de valoración moral es muy
diferente en regiones tan cercanas y simultáneamente tan distantes, en cuanto a
sus conceptualizaciones y esquemas de conducta, a saber: Unos ciertamente
ejercen “su libertad” desde muy temprana edad, y los hay quienes hacen un buen
uso de ella y quienes no…, puesto que ante el empuje despiadado de la
“tentación del dinero que todo lo compra” ven la manera de agenciarse dinero
extra (indispensable, a veces) traficando drogas, siendo “nudistas”, bailarinas(es)
exóticas(os), informantes, prostitutas(os), estrellas cinematográficas porno,
etcétera.
Los latinoamericanos por su parte no ejercen “su
libertad” desde temprana edad y sucede que se deben esconder para llevar
a cabo sus arrebatos juveniles en la búsqueda de su propia
“autorrealización”, con lo cual llegan a convertirse en verdaderos maestros
del disfraz, la mentira y la hipocresía, mientras que sus padres se
convierten o en verdaderos inquisidores o en verdaderos “despreocupados” por el
futuro de sus hijos; todo lo cual al final nunca deviene en nada bueno para los
hijos, ya que, o son censurados y por ende excluidos, o son ignorados, lo cual
también es una forma de exclusión “por abandono de obligaciones morales”, lo
cual NO ESTÁ LEGISLADO y peor aún ¡no hay manera de hacerlo!
En suma, ninguna de las formas de crianza ha
demostrado ser eficaz e infalible, moralmente hablando, y de ahí que las
sociedades cercanas y distantes ejemplificadas, se han desarrollado de manera
diferente y con valoraciones morales aún más disímiles, que sin el afán de
calificarlas, sí podemos decir que los parámetros económicos con que se valora
hoy en día todo, son completamente disfuncionales e inaplicables para
cualquiera de los casos, y paulatinamente han ido “empujando” a las diferentes
sociedades hacia la adopción de verdaderos paradigmas mentales, los cuales a su
vez cada vez han ido evolucionando de manera tal, que cada cultura y casi cada
región posee “sus propias” concepciones, dependiendo del origen de su colonización
o conquista.
Hecha la muy resumida presentación anterior, caemos en
cuenta que con el empuje globalizador de la economía, también se han generado nuevas
necesidades y con ello nuevos hábitos de consumo ligados necesariamente
a otras conceptualizaciones morales, que por provenir de la metrópoli
(EE.UU.), simplemente son difíciles de encuadrar dentro del paradigma
mental-moral latinoamericano. Tan solo ¿imagínese a una familia latinoamericana
que compruebe que alguno de sus miembros es “nudista” (aunque es más correcto
“desnudista”) o “estrella cinematográfica porno”?, lo cual ya sucedió en la
historia reciente de una ciudad guatemalteca, y por protección a los menores
involucrados, ¡no se supo más del asunto!…
Por ello es propicio abordar con una “mente más
abierta” el caso del paradigma existente entre los latinoamericanos, que se
refiere a la identidad sexual de las personas pertenecientes a la diversidad
sexual, toda vez que estas mismas personas perviven excluidas dentro de sus
respectivas sociedades.
Inicialmente, y al igual que en todas las sociedades
de la historia y actuales, la homosexualidad ha existido y hasta en fechas
relativamente recientes se ha tomado en consideración, lo cual ha sido motivo
de acaloradas polémicas entre juristas y moralistas, por cuanto EN LA MISMA
PROPORCIÓN QUE HA CRECIDO LA POBLACIÓN MUNDIAL, HA CRECIDO EL NÚMERO DE
PERSONAS PERTENECIENTES A LA DIVERSIDAD SEXUAL, y ello significa que
paulatinamente y ante el embate de la exclusión de que son objeto en las
diferentes sociedades, se vayan aglutinando en grupos de apoyo mutuo
-por decirlo de alguna manera- para defenderse del atropello a su dignidad y
existencia mismas de que son objeto actualmente, al ser considerados ¡hasta
aberraciones de la creación divina!…
En nuestros países donde campea la impunidad, hasta
son perseguidos y muchas veces eliminados cruelmente por el delito de
poseer una orientación sexual diferente a la de sus perseguidores (¿?), lo cual
es simplemente ¡inaudito!, cuando que la orientación sexual de las personas no
tiene ninguna influencia que determine el desarrollo negativo de la persona y
de su productividad, ya que desde los años 60, la igualdad de oportunidades
está dada para ambos sexos.
En todo caso ¿cuál es la diferencia en tener una
secretaria mujer y una secretaria travestida, si cumple de manera puntual y
eficiente con el desempeño de sus labores?…
En cierta oportunidad estando en el muelle de descarga
de un supermercado en Guatemala, comentaba con una dama -que laboraba para otra
empresa- en cuanto a lo difícil y complicado que resultaba el ingreso al muelle
de descarga tripulando vehículos de carga, ya que el área de ingreso es una
calle muy estrecha,… casi en ese instante llegó un piloto conduciendo un
vehículo tipo trailer arrastrando un furgón de 20 pies de longitud, y luego de
cinco intentos fallidos por ingresar de retroceso el furgón, mi interlocutora
se hartó de ver la ineficiencia del conductor y me dijo: -“voy a ir a ayudar a
ese inútil”, dirigiéndose hacia el pescante de la cabina increpó al conductor
en tono muy firme, para indicarle que ella haría la maniobra -“para enseñarle
como debía hacerse”, a lo que accedió el conductor con una sonrisa socarrona,
diciendo: -“si yo que soy un veterano conductor no he podido, menos podrá hacerlo
usted”, a lo cual mi amiga le dijo: -“¡deje que se lo demuestre!”. El resultado
de tal situación, fue que mi amiga logró ingresar de retroceso el furgón hasta
la orilla del muelle de descarga con dos movimientos, uno para enderezar
las malas maniobras precedentes, y la segunda para retrocederlo de manera
impecable y colocar el furgón pegado al muelle de descarga y el cabezal a
escuadra, para dejar expedito el tráfico en la estrecha calle, accionó los
frenos de parqueo, apagó el motor, y se bajó del vehículo.
Quienes presenciamos esa demostración, la recibimos
con aplausos y sonrisas, porque la fémina demostró sobradamente sus dotes como
conductora de transporte pesado, lo cual es una tarea de hombres.
En aquel momento de euforia general, se me acercó y me
dijo al oído que ella era lesbiana, a lo cual yo le respondí, -“no me importa,
eres muy buena conduciendo”, ella sonrió y volvimos a nuestras respectivas
labores.
Lo triste del caso descrito es que aún en los momentos
más felices, encontramos personas que tienen que decir al oído su
orientación sexual, para no romper el momento de su personal autorrealización.
Todo lo cual ejemplifica los paradigmas existentes en
la mentalidad de cada región.
(*) Teóloga y Administradora de Pequeñas Empresas guatemalteca.
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