ORIFICIO
Buscando
alternativas
Jolie Totò Ryzanek Voldan
Ante el justificado descontento popular con el gobierno,
su accionar y su estructuración, además de la pusilanimidad del Congreso, el
tráfico de influencias en el sector justicia y ahora, con el agravante de tener
que asistir a unas elecciones de cuyo resultado no tendremos la certeza de su
validez, es imperativo pensar en la forma de lograr si no revertir, cuando
menos mejorar tal estado de cosas.
Hemos de pensar que indistintamente de quien gane las
próximas elecciones, la presión ciudadana deberá continuar, hasta lograr que el
nuevo gobierno acceda a refundar el Estado de Guatemala, logrando que convoque
a una Asamblea Nacional Constituyente que escuche la voz del pueblo y no
redacte una nueva Constitución a su sabor y antojo.
El respecto, cabe decir que aunque en Guatemala
presumimos de saberlo todo y hacerlo a nuestra propia manera, es bueno que
conozcamos la constitución de otras latitudes, para ir tomando ideas de ellas y
lograr construir un Estado lo menos imperfecto posible, y de ahí que me ocupe
de describir un sistema que, a mi parecer, parece ser el más viable y
representativo para la elección de un nuevo Congreso, Parlamento o como se
desee llamar.
El modelo inglés prescribe distritos electorales que
eligen a sus representantes por sectores poco más o menos afines en cuanto a
población y extensión.
Como que si la zonas 1, 2 y 3 o las zonas 6,18 y 25 o las
zonas 5, 16 y 17, etc. eligieran un representante entre aquellas personas
destacadas del sector, por su trabajo social, humanismo, etc. en favor de la
comunidad.
Este esquema logra que las personas residentes en el
sector puedan conocer la trayectoria de los candidatos a representarla y provee
la ventaja que los candidatos no tienen que hacer propaganda por todo el
territorio, sino solamente en el sector por el cual se postulan, y desde luego,
las personas solamente podrán votar por los candidatos de su circunscripción
electoral.
Quizá lo mejor de este sistema sea que “su representante”
puede ser cuestionado por cualquier ciudadano de su circunscripción y
obligatoriamente, deberá informar detalladamente de su gestión a la
circunscripción que lo eligió. Igualmente, esta misma puede en determinado momento
validarlo en su puesto o elegir su sustituto.
Desde luego, también tiene el inconveniente de la
organización de votaciones con candidatos diferentes en muchas
circunscripciones, pero posee la ventaja, igualmente, que no se depende de los
tan odiados partidos políticos, sino se prevé la existencia de comités cívicos
que no necesariamente obedecen a grandes intereses para su financiamiento y
funcionamiento.
Quizá la mayor de las ventajas de este sistema de
elección radique en que se evita en mucho, el tradicional “caciquismo” que ha
caracterizado a los actuales partidos políticos, con lo que el candidato electo
no tendrá que “obedecer” a directrices ajenas al bienestar de la
circunscripción que lo eligió.
Casos similares o distintos en cuanto al grado de
representatividad de los diputados, parlamentarios o senadores los hay por
todas las democracias más o menos exitosas alrededor del mundo, pero lo que
trato de señalar medularmente en esta entrega es que no es posible que sigamos
eligiendo un listado completo de “supuestos” representantes nuestros, sino
poseamos la alternativa de elegir a alguien que podamos cuando menos conocer,
que le podamos exigir cuentas y podamos destituir si labor no fuera
satisfactoria para las personas que lo eligieron.
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