ORIFICIO
La
sed de justicia
Jolie Totò Ryzanek Voldan
“El poder corrompe, pero, el poder absoluto corrompe
absolutamente”, reza el refrán que en Guatemala tiene su mejor expresión en
estos momentos. Y ha provocado que la ciudadanía reaccione contra el gobierno
que eligió hace ya casi cuatro años.
Tal descontento ha llegado a tal grado que, la ciudadanía
no acepta que el actual presidente termine su mandato, sino exige su renuncia
inmediata y su encausamiento judicial por una serie de delitos que habrán de ser
probados en un tribunal.
Dado que tales delitos son de orden común, ningún país
puede otorgarle asilo, porque no es un perseguido político, sino un delincuente
común que pretende fugarse del país para evitar su enjuiciamiento y dedicarse a
gozar los millones de dólares robados al erario nacional de Guatemala… Él desea
terminar el resto de sus días en una playa soleada, a la sombre de una palmera,
acostado en una hamaca, mientras degusta un daiquirí, mientras se regordea al
saberse millonario y fuera del alcance de la justicia. A él poco le importarán
las personas que murieron en los hospitales por falta de atención e insumos,
porque como buen militar que ha estado en el fragor de la batalla, la vida de
los demás no vale nada, sino solo la de él.
Tampoco le importará que haya robado tanto que haya
dejado sin recursos financieros al Estado que gobernó, y menos aún, la
vergüenza que cualquiera sentiría si estuviera en su lugar. Igualmente no le
importarán las personas del llamado Corredor Seco de su país que murieron de
hambre y desnutrición, porque él dispuso de los fondos operacionales para casos
de emergencia. Y así, podríamos seguir enumerando sus casi cuatro años de
desaciertos gubernamentales y “metidas de pata” a todo nivel.
El caso es que es un engendro humanoide completamente
desquiciado y sin conciencia… es el producto final de la mentalidad enferma que
indoctrina a las personas para hacerlas desalmadas en su escuela de Kaibiles,
es el resultado de una sociedad que permite que el único garante de casi todo
su andamiaje sea su propio ejército, de quien se ha llegado a aseverar que
“Guatemala es el único país del mundo ocupado por su propio ejército”.
Pese a todo, considero que no todo está perdido, porque
aunque poseemos la menor tasa impositiva del mundo y hay mil formas de evadir
su pago, podemos seguir adelante si establecemos mecanismos de control para
castigar severamente a todo aquel a quien se le pruebe su evasión o elusión.
El camino que iniciaremos el 14 de enero de 2016 es muy
largo y tortuoso, por cuanto quien resulte ganador en las elecciones convocadas
deberá inclinar sus esfuerzos a la implementación de las reformas que la
ciudadanía exige en este momento, lo que conlleva irremisiblemente a la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para que actualice nuestro
obsoleto y disfuncional sistema legal. El problema de tal situación es que
llevar a cabo tal empeño conlleva la disolución por voluntad propia del recién
nombrado Congreso que, antes de ello, posee la potestad de nombrar un gobierno
de transición, hasta que haya una nueva elección de autoridades.
Actualmente hay un descontento generalizado porque se ha
comprobado que el sistema que poseemos simplemente: NO SIRVE, y por ello hay
una ¡Enorme sed de justicia social! Porque Guatemala ocupa el vergonzante
penúltimo lugar en la medición de desigualdad entre pobres y ricos. Y vemos que
no podremos avanzar hacia donde deseamos como sociedad, mientras estemos
sujetos al actual ordenamiento legal que nos autoimpusimos desde 1985.
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