ORIFICIO
¿Tiempos mejores?
Jolie Totò Ryzanek Voldan
En el libre juego de ideas que ocurre a lo interno
de toda sociedad, de una o de otra manera, algunas ideas dominan ante otras. Tales
ideas preponderantes determinan en mucho, el accionar de una sociedad y sus
gobernantes, incluso, se puede llegar a afirmar que la mayoría de veces se
tiende a legislar exprofeso, para que toda la sociedad pueda ser medida con el
mismo rasero.
En ese orden de ideas, cabe pensar que muchas de
las ideas que condicionan el actuar de la sociedad pueden estar vigentes por
mucho tiempo y otras no; pero dado que muchos seres humanos alcanzan la
prosperidad mediante ellas, estas mismas personas jamás estarán de acuerdo en
que las ideas que le sustentan, poco a poco vayan cayendo en la obsolescencia.
Tal es el caso de la ley vigente que regula el
matrimonio, que si bien es cierto aún tiene validez y funciona en muchos de los
casos, también es cierto que su tendencia es a la desaparición por el desuso.
Baste observar que hoy en día son muchas más las parejas que permanecen en
Unión de Hecho y que la cantidad de hogares monoparentales (con un solo
progenitor a cargo de él) es abrumadoramente mayor que aquellos que están
constituidos por la pareja y son casados legalmente.
Y es que esto se trae a colación, porque en la
década de 1930, cuando se promulgó tal ley, acontecía que “los abuelos” de
entonces, veían como muy natural tomar a la mujer que les atraía y bueno, los
resultados de tal actuar están a la vista. Pero el real problema surgía cuando
el tal abuelo fallecía, porque era entonces cuando “aparecían” todas las viudas
con sus respectivos hijos, al momento de repartir la herencia, y casi siempre
se armaba un verdadero lío familiar, entre los hijos, la conviviente, las otras
concubinas y todas y todos los hijos que el susodicho finado hubiere dejado por
todas partes. Se hizo obvio, buscar una manera de proteger el “hogar titular”,
para colocar “casi en la clandestinidad” a las otras “aventuras” del abuelo y a
sus hijos.
Hoy en día la situación ha cambiado por mera
evolución y el arribo a nuestra latitud de otras ideas y movimientos, como la
llamada “Liberación sexual” acaecida en la década de 1960, la idea de “feminismo”
que plantea la igualdad de oportunidades y dignidad a la mujer, respetando el
sitio del hombre, y el agravamiento de la situación económica, con lo cual de
manera paulatina, pero inexorable, la institución del matrimonio ha venido en
franco desuso y porque la madurez de las personas les dicta, que el bien más
preciado e indisputable que poseen es su libertad y derecho de elección del
rumbo, que darán a sus respectivas vidas.
Ahora bien, la consecuencia “legal” de la decisión
de obviar el matrimonio es que al momento de una separación o ruptura de la
pareja, ambas partes y los hijos, quedan en absoluta desprotección y ha de ser
el o la cónyuge que se hace cargo de la crianza de los hijos, quien deba
proveer por sus propios medios la protección y el alimento de los hijos.
Si lo anterior lo contextualizamos en la cada vez peor
situación económica del país, el panorama es verdaderamente dantesco y habrá
que pensar seriamente en un nuevo modelo que garantice la protección a los
menores, porque como van las cosas, todos estos niños seguirán sobreviviendo en
un mundo hostil y crecerán en tamaño físico y número de ellos, y al toparse con
la inexistencia de oportunidades de empleo dignas, seguramente terminarán –como
ya ocurre- en maras y ejerciendo la profesión del sicariato.
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